Apetito

—Mamá…

—Dime hijo.

—¿Qué es volver?, mañana lo daremos en clase.

—Es regresar de donde partes.

—¿Papá volverá?

— No cariño.

—¿Por qué?

—Porque está en el fondo del mar y no hay camino de vuelta.

—Ya… Cuando se fue en su barco, vi como desaparecía la estela que dejaba al navegar. ¿Por eso no puede regresar?

—Sí Andrés, por eso.

—Mamá, ¿por qué lloras?, ¿intentas hacer un camino de lágrimas hasta papá?

—¡…!

—No lo hagas mamá. Sécate las lágrimas porque, si no, tampoco podrías volver.

—No me iré.

—Vale. Mamá, ¿la mar siempre se mueve?

—Sí, hijo, siempre.

—El agua parece un columpio gigante. Papá y yo íbamos a columpiarnos al parque con los demás niños; a él le gustaba más que a mí. Ya no quiero ir solo porque me hace recordarle, y se me pone un vacío en la tripa, y duele… Seguro que papá se columpia dentro del mar.

—Sí , Andrés, lo hará para siempre. ¿Ahora también tienes esa sensación?

—Sí, pero dice la abuela que no me preocupe, que es porque tengo… apetito en el alma.

 

Ángeles Sánchez Gandarillas©

 

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