La biblioteca en llamas
El majestuoso edificio de la Biblioteca Menéndez y Pelayo comenzó a arder pasto de las llamas. Todo el mundo fue apremiado a [VER MÁS]
El majestuoso edificio de la Biblioteca Menéndez y Pelayo comenzó a arder pasto de las llamas. Todo el mundo fue apremiado a [VER MÁS]
Aquella noche, cuando recibí la llamada de mi amigo Viadero, acababa de cenar algo más de lo ordinario y me [VER MÁS]
Vaya por delante que uno es quien dice ser o cree ser, y esta aseveración se desentiende del tiempo, del espacio y [VER MÁS]
He tenido que reinventarme. Con cuarenta y cinco años me he quedado en paro. Demasiado vieja para encontrar un nuevo trabajo por [VER MÁS]
Como buen agnóstico, y tras haber cantado pacientemente y sin fe alguna el estribillo de “A quién le duele algo cuando [VER MÁS]
Me habría ilusionado más si la abuela Águeda, hubiese podido ver el retrato que le he pintado con acrílicos, usando como [VER MÁS]
Una de esas escenas que no he olvidado y que me persigue de vez en cuando. Yo vivía en Torrero y tendría [VER MÁS]
Hacia finales de los años 60 había muchos animales en el patio de la calle Amargura. Criábamos cochinos mansos y lozanos que [VER MÁS]
En estas noches de invierno, recuerdo las tardes de infancia con mis abuelos en la capital zamorana. El frío atenazaba los pies, [VER MÁS]
Salíamos caída la noche, bien tapada la boca con bufanda picosa no fuera el relente a enfriarme, según decía mi madre queriendo [VER MÁS]
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