Días de vino y rosas

A mí me tiene que aclarar alguien si el vino que mana de la fuente del Ayuntamiento de Reinosa  se ha repartido este año a tutiplén y antes de fecha o todo es una tremenda casualidad y he de abandonar mi propia teoría de la conspiración.

Para los lectores de fuera de Cantabria, que a los  de dentro les doy por enterados de la tradición, todos los veintes de enero desde finales de los años 80, los reinosanos, y no pocos visitantes, honran a San Sebastián bebiendo el vino que mana de la fuente sita en la plaza del Ayuntamiento, costumbre que considero muchísimo más civilizada que dedicarse a lancear a propios y ajenos por homenajear  al santo. No sé si me explico.

Les  pregunto porque este año no me puedo aliviar la comezón  de extrañeza por la coincidencia del reparto de vino, gratis total, y algunos acontecimientos que nos arañan retinas y tímpanos desde las plataformas informativas.  Como si eso fuera novedad, se dirán ustedes. No, pero me viene al pelo para utilizarlo como excusa e hilar el argumento, cual Ariadna posmoderna, les contesto yo, que siempre he sido muy de contestar.

También soy, de toda la vida, de elaborar teorías de la conspiración tirando a cuquis. Es decir, que más que conspiraciones parecen episodios de ‘Mi Pequeño Pony’ capaces de garrapiñarles las arterias de tanto azúcar y buena intención como destilan. Vamos, que una siempre está dispuesta a encontrar atenuantes que dulcifiquen las barrabasadas de tirios y troyanos o, al menos, les den la más inocente de las explicaciones. Viva el vino.

Porque solo tras la ingesta masiva de vino gratis total, insisto, explica, sin temor a que nadie se sienta obligado a ruborizarse, que se vuelva a subir el precio de la electricidad. Que sí, que ya. Que ni en pleno invierno ni a mitad de agosto. Desde luego. Pero no me digan que en invierno y atravesando una ola de frío no resulta, si cabe, más sangrante el asunto. Del ‘impuesto al sol’ no vamos ni a hablar, que el pobre está tan mustio que miedo me da darle otro disgusto y no vuelva a asomar la nariz no sea que se la cercenen.

La nariz del sol y la libertad de expresión. No me voy ni a molestar en hilar de forma coherente. ¿Para qué, si en este país nos pasamos la coherencia, la Constitución y el más básico sentido común por el arco del triunfo día sí y día también? No estamos para esfuerzos innecesarios.

¿A dónde voy a parar? A poquito que me ponga y saque la lengua a pacer, a la celda contigua a la de César Strawberry, líder de Def Con Dos, condenado a un año de cárcel por el Tribunal Supremo a causa de unos tuits que los señores de las puñetas consideran incluibles en el saco de ‘enaltecimiento del terrorismo’.  Que harían bien los muy ‘puñeteros’ en hacerse un curso de lectura comprensiva. O en dejar de asear bajos en horario de trabajo, lo que sea menester.

Como acostumbro, me he ido del tema. O no. Pero reconduzco, y les traigo aquí un parrafito de la biografía de San Sebastián incluido en la biblia que usamos los que no nos da para más, intelectualmente hablando, la Wikipedia: “Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma pero Sebastián se negó rotundamente. Se presentó ante un emperador desconcertado, ya que lo daba por muerto, y le reprochó enérgicamente su conducta por perseguir a los cristianos. Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión, tirando su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián. Muere en el año 288”.

Hagan ustedes la transliteración, llévenle un ramo de rosas rojas, travistan al emperador y ya lo tienen, queridos. Que tengo yo mucho que hacer y no estoy para que me apliquen la Ley Mordaza. Hoy no.

 

Kim Stery

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