EL PROCÉS CATALÁN Legalidad, legitimidad e identidad

 

ÍNDICE

 

1.- Introducción

2.- Antecedentes históricos

3.- Tiempos democráticos.

4.- Legalidad y legitimidad.

5.- Poder, arena y terreno.

6.- Identidad

7.- Conclusiones.

8.- Bibliografía

 

 

 

1.- Introducción.

Para entender el proceso de independencia en Cataluña debemos retrotraernos a unos antecedentes históricos sobre el origen de la Comunidad Autónoma de Cataluña. Una vez conocidos estos antecedentes, nos será más fácil entender los temas de legalidad, identidad y legitimidad que pretendo exponer. He recopilado información de diversos medios de comunicación, libros y temas estudiados en Antropología Política. Tras más de 10 años de procés nos vemos en un callejón sin salida. Oposición de legalidades, legitimidades e identidades entre ambos bandos, sí, bandos enfrentados. La internacionalización del proceso ha provocado serias repercusiones en la justicia nacional e internacional. Unas repercusiones poco deseadas  a nivel internacional, ningún país quiere aceptar la secesión de algunos de sus territorios, si se aceptase Cataluña, los siguientes en solicitar la independencia serían Corcega, Bretaña, País Vasco, la Padania, Tirol, Flandes y Baviera,. En el procés catalán no se dirime la independencia de un territorio, se dirime el futuro de Europa.

 

2.- Antecedentes históricos.

En 1150, el matrimonio de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, con Petronila, heredera del Reino de Aragón, anexiona el condado de Barcelona a la Corona de Aragón. Esta unión no fue el fruto de una fusión ni de una conquista, sino el resultado de una unión dinástica pactada. Los territorios que compusieron la Corona mantuvieron por separado sus propias leyes, costumbres e instituciones, y los monarcas reinantes tuvieron que respetar estas leyes. En 1276, tras la muerte de Jaime I “El conquistador” el Reino de Aragón se divide entre sus herederos 1El nombre de Cataluña -de etimología incierta, aunque probablemente derivado de «tierra de castillos»- se empieza a utilizar a mediados del siglo XII para designar el conjunto de condados que formaban la Marca Hispánica«. En la Guerra de Sucesión en España (1701-1713), Cataluña y el Reino de Aragón apoyan al archiduque Carlos de Austria, frente a Felipe V, Borbón. Tras la capitulación de Barcelona el 12 de septiembre de 1714 el rey promulgó el Decreto de Nueva Planta que abrió una nueva etapa en la historia de Cataluña perdiendo las instituciones de gobierno que se habían mantenido durante siglos.

En la historia de Cataluña se ha proclamado la República en cuatro ocasiones. Pau Claris, en 1641; Baldomer Lostau, en 1873; Francesc Macià, en 1931, y Lluís Companys, en 1934, la proclamaron en calidad de presidentes de la Generalitat. Lostau y Companys reivindicarían la adaptación del régimen foral catalán de 1714 a una modernidad republicana. En cambio, Claris y Macià proclamarían la independencia2.

Las cuatro declaraciones de República fueron infructuosas, o por presiones del Estado español, en cualquiera de sus nombres o por carencia de reconocimiento internacional.

De 1936 a 1939 se desarrolla la Guerra Civil Española. Gana el bando llamado “nacional” y durante 40 años se vive en el régimen de dictadura bajo el mandato de Franco. En 1975 muere el dictador y en 1978 se promulga una nueva Constitución bajo un régimen democrático en cuyo Título VIII se desarrolla la organización territorial en Comunidades Autónomas (17) y Ciudades Autónomas (2). De las 17 Comunidades autónomas, 4 se consideran históricas, País Vasco, Galicia, Andalucía y Cataluña. Esto es debido a que en 1936, con la ruptura del sistema democrático, se truncaron los Estatutos de autonomía de esas regiones.

3.-Tiempos democráticos.

El sistema de autogobierno regional a partir de la descentralización de ciertas competencias del estado, que pasaban a ser gestionadas directamente por el gobierno de cada Comunidad Autónoma, este sistema le proporcionó la capacidad de actuar como un “casi-estado”, gestionando temas importantes para la  reconstrucción política y simbólica de la nación catalana, como la defensa y promoción de la lengua catalana a través del sistema educativo, con la práctica de la llamada “inmersión lingüística”. O como la creación de medios de comunicación públicos propios, como televisiones y emisoras de radio que emiten principalmente en lengua catalana y que son un elemento fundamental en la creación de la comunidad simbólica catalana.

En el período que va de 2006 a 2010, se generó una situación política que llevó a la frustración de una parte de la población catalana respecto al modelo de “encaje territorial” en España, tanto por lo que refiere al modelo nacionalista pactista (época de Convergencia í Unió) como por el modelo federalista en un estado español plurinacional (época de PSC más Esquerra Republicana de Cataluña). Ya en noviembre de 2007 el entonces President de la Generalitat, el socialista José Montilla3, advertía al gobierno de Madrid de la “desafección de Cataluña hacia España por el maltrato económico. El procés vive en 2010 su momento más álgido, con la sentencia del Tribunal Constitucional (TC en adelante) en contra del nuevo Estatuto de Cataluña, aceptado en referéndum en Cataluña y aceptado por ambas cámaras, territorial y nacional, y  con el ahogo económico que el gobierno español aplicó al gobierno catalán en nombre de las restricciones por la crisis. Otras comunidades autónomas, con los mismos artículos en su Estatuto de autonomía, no han sido declarados inconstitucionales.

En este contexto de indignación y frustración, a lo largo de la década se han producido distintos movimientos y campañas catalanistas realizadas por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Ómnium Cultural (OC), importantes actores en el procés catalán, que han consolidado el discurso de “defensa de la lengua, la cultura y la dignidad catalana” ante lo que denominan los múltiples “ataques recibidos desde España”. Campañas y acciones que han creado un tejido de pensamiento y  acción política catalanista.

Ante esta situación y según los datos del CEO4, Centro de Estudios de Opinión, a lo largo del período 2006-2013, los que optan por el estado independiente al ser preguntados sobre sus preferencias constitucionales se han triplicado, pasando de ser el 14% en 2006 a ser alrededor del 47% en 2013. Según Sebastiá Prat5esta tendencia de crecimiento en el apoyo al estado independiente sigue tres fases a lo largo de los últimos siete años: a) un periodo de cierta estabilidad entre 2005 y abril de 2009 (donde el apoyo estaba alrededor del 15%); b) un crecimiento a partir de abril de 2009 hasta junio de 2011 (cuando se llegó hasta el 25%); c) aceleración desde entonces, en que se pasa del 29% (junio de 2011) al 34% (junio de 2012), con un aumento del 5% en un solo año.” Las malas relaciones con el Estado español en temas de autogobierno y la crisis económica fueron el caldo de cultivo para el impulso definitivo y dar un salto cualitativo en la relación Cataluña-España, la independencia. La socialización de la causa independentista exigía una campaña de hondo calado, y su lema era, “España nos roba”.

En los años posteriores, el sentimiento independentista ha ido en aumento hasta suponer una mayoría de asientos en el Parlament de Catalunya, debido al sistema electoral catalán, sin embargo, esa mayoría no se ha trasladado a la sociedad civil catalana. Los votos nacionalistas son menos que los asientos representados en el Parlament6.

En este contexto, el independentismo ha dibujado dos nuevos marcos: la llamada a la legitimidad democrática y la oportunidad de construir un nuevo país. El “procés” soberanista es la consecuencia y la respuesta a un malestar social, político y económico de gran calado y que su éxito se basa en la ilusión que genera entre los desencantados catalanes. En este sentido, la independencia se ve como una salida a ese malestar y que da sentido a muchas personas; frente a la atomización del individuo en la sociedad, el independentismo propone cohesión social, en definitiva, propone pertenecer a una comunidad con un objetivo común: la construcción de un nuevo país.

Y ahora nos encontramos en un dilema entre legalidad y legitimidad, poder y problemas identitarios,

 

4.- Legalidad y legitimidad.

Según Eduardo Jorge Arnoletto7,  “La diferencia entre legalidad y legitimidad ha sido una cuestión fundamental de la teoría política y el derecho, desde los inicios del pensamiento humano. […] Como vemos, es sencillo explicar lo que es legal, mucho más complejo es saber lo que es la legitimidad. En ocasiones entendemos que ciertos comportamientos son legales pero ilegítimos; por ejemplo, puede ser que criticar a los vecinos no sea un delito y, por tanto, no es un acto “ilegal”; sin embargo, entendemos que no es un acto legítimo criticar a alguien a sus espaldas”.

Para Elías Diaz8 “en la actualidad se distinguen tres tipos de legitimidad: la que deriva de la legalidad (legitimidad jurídica o legal), la que deriva del reconocimiento y la aceptación social (legitimidad sociológica), y la que deriva de la justicia de las decisiones del poder político. En este último tipo, la justicia, hace referencia a valores supremos que deben inspirar la acción de gobierno y que impregnan todo el contenido de las leyes y demás decisiones políticas. Estos valores son la libertad, la igualdad, la seguridad, la paz, el bienestar, etc. (legitimidad axiológica)”.

Respecto al tema del trabajo, ¿es legítimo democráticamente que una minoría (mayor o menor) de la población de un territorio pueda imponer mediante una movilización intensa y unas acciones resolutivas su modo y su vía de entender el camino hacia la independencia? , ¿Son legales y legítimas las leyes votadas por el Parlament de Catalunya el 1 de Octubre en contra del criterio de los letrados del Parlament y de una Constitución, como la española, que no permite la secesión de ninguna parte de su territorio?

Con los datos expuestos hasta ahora, la legitimidad axiológica, quizás sea, con muchas precauciones, la legitimidad que más justifique el procés catalán de independencia. Y esta aproximación se debe a los efectos demoledores de la reciente crisis económica en amplios sectores de la sociedad catalana en los últimos años, además de sufrir una fuerte destrucción de puestos de trabajo, según Vicenç Navarro9Cataluña tiene ahora una de las desigualdades más altas y al mismo tiempo uno de los porcentajes más bajos de gasto social por habitante de la UE-15 (el porcentaje medio de población adulta en la UE-15 que trabaja en los servicios públicos del Estado del bienestar es un 14%, en Suecia un 25%, en España un 10% y en Catalunya un 8%).”

¿Será la independencia de Cataluña la solución para sus males? ¿Será un nuevo estado, regido por los antiguos políticos,  los que hagan mejorar la ratio de bienestar en Cataluña respecto a Europa?

 

5.- Poder, arena y terreno.

Ronald Cohen10 define el poder como “una capacidad para influir en el comportamiento ajeno y/o para influir en el control de las acciones importantes”.

Por otro lado, el poder puede ser independiente o dependiente según Adams11.” El poder independiente es una relación de dominio basado directamente en las capacidades de un individuo, tales como un conocimiento y una experiencia especiales o un «carisma» personal. El poder dependiente surge cuando un individuo con poder independiente, por su personalidad, por su cargo o por ambos, atribuye a otro el derecho a tomar decisiones. Puede hacerse de tres maneras: 1) un individuo puede conceder poderes decisorios a otro; 2) un grupo que detente el poder puede asignar estos derechos a otros individuos; o 3) un grupo o individuo puede delegar esos derechos en otros individuos.

El Govern de la Generalitat es el representante del Estado español en el territorio de Cataluña. El Govern es el que detenta el poder del Estado; un poder delegado por el Estado español y  respaldado por la Constitución española.

Para Lewellen12  “otra forma de considerar el concepto de poder es separando aquello que se basa únicamente, o en gran parte, en la fuerza y la coerción, de lo que se basa en el consenso colectivo. La fuerza, por sí sola, es sin duda eficaz a corto plazo como medio de control político, pero si es la única base de aceptación popular pasiva, la sociedad será extremadamente rígida”.

En el procés catalán el ámbito del terreno y arena política es difícil de definir. En una primera imagen, nos parecería que el terreno político sería el Estado español y la arena política la Comunidad Autónoma de Cataluña. Pero visto con un prisma más cercano, no todo es tan diáfano, ni todos los políticos españoles se encuentran en una deriva en contra del procés, ni todos políticos catalanes se encuentran en una deriva a favor del procés. Lo mismo se puede aplicar a la población residente en Cataluña. Cada individuo puede marcar un territorio y arena política distinta, dependiendo de sus intereses y creencias. La liminalidad que supone el paso de una condición social a otra, independientes o no independientes, ni está definida ni se prevé que se pueda definir a corto plazo.

 

6.- Identidad.

Jonathan Spencer13, debiendo trasladar este artículo al contexto del procés, en “La Democracia como sistema cultural. Escenas de las elecciones de 1982 en Sri Lanka.

Los ciudadanos de las nuevas naciones (ahora estados postcoloniales), se hallan divididos entre dos aspiraciones políticas no siempre compatibles: a) La aspiración a la “identidad”, a ser reconocido como miembro de alguna categoría de personas con un lugar propio en el mundo. Procede de las “vinculaciones primordiales” del ciudadano, de lo dado de antemano en la identidad social. b) La aspiración a ser moderno, a convertirse en ciudadano de un estado moderno con una economía en crecimiento. Implica la subordinación de esas identificaciones específicas y familiares a favor de una adhesión generalizada a un orden civil más englobante y un tanto ajeno.”

Sobre Sri Lanka, Spencer dice que “los habitantes locales se han apropiado de las instituciones de la democracia representativa como espacios rituales en los que elaborar sus propios dramas morales, discriminando la buena gente de la mala, y usando momentos de licencia electoral para decir y hacer cosas que normalmente les avergonzarían”.

Para Ignacio Camacho14El elemento esencial de ese proceso revolucionario es la alianza de dos movimientos de devastadora potencia en la creación de espejismos emotivos. De un lado el nacional/soberanismo, con todo su arsenal de mitos de intenso componente sentimental: el victimismo, el anhelo de emancipación, la creación de horizontes colectivos redentores como cauce de expresión del desengaño ante el retroceso de la prosperidad económica y el colapso de la política convencional y de las instituciones democráticas a partir de 2008. Y en ambos casos, el sustrato común de la gran herramienta táctica compartida: la invención simultánea de un sujeto propio y de un enemigo sobre que proyectar, mediante el repudio, la nueva identidad ficticia”.

Cataluña es una amalgama de formas de ser y de actuar, un conjunto de personas de distinto origen, tanto nacional como internacional. Cataluña, y su posición geográfica privilegiada, es puerto de llegada de migrantes de otros países del Mediterráneo. Esa pluralidad humana, que no deja de crecer, no podrá hacer nunca suyo un proyecto de país que se base en rasgos compartidos y sólo podrá ser integrada si se acepta que lo que da identidad a los catalanes no es tanto su cultura como su sociedad. Cualquier identidad que se base en contenidos culturales positivos como lengua, costumbres, pasado histórico, carácter, religión…, acabará resultando excluyente, en la medida en que un número cada vez mayor de personas residentes en Catalunya no estará en condiciones de demostrar que no comparte dichos contenidos. En cambio, establecer que lo que convierte en catalán a alguien es la participación en una vida común, aunque sea compleja e incluso conflictiva, es una garantía de que todo aquel que resida en Cataluña merecerá ser considerado como ciudadano catalán, sean cuales sean sus adhesiones culturales particulares.

¿Y qué mejor objetivo para aunar voluntades que la creación de un nuevo estado? Un estado con un lugar propio en el mundo, que pueda crecer y olvidar la pertenencia al Estado español. El objetivo es conseguir la independencia, aunque los métodos para conseguirla no sean acordes ni a  la legalidad catalana, española, europea o internacional. No obstante, el tiempo les puede dar la razón.

 

7.- Conclusiones.

El movimiento independentista cumple con casi todos los esquemas de la teoría de la protesta. El independentismo surgió en las calles y, más adelante, se sumaron las élites políticas. La negativa del TC a aceptar el nuevo Estatuto provocó una crisis político-institucional que terminó desembocando en una indignación colectiva de gran parte de la sociedad catalana. La indignación se convirtió en una conciencia crítica emergente. Todos sabemos que las sociedades van necesitando nuevas herramientas de trabajo, más democracia, invertir las estructuras de poder para que el verdadero trabajo democrático se vea reflejado en la sociedad y no en las cuentas de resultados de empresas energéticas o bancos o en un “derecho a decidir” bien entendido muy alejados de las propuestas globalizadoras imperantes.

No tiene sentido hacerse la pregunta sobre la futura independencia de Cataluña, la respuesta es sí. Es un simple dato demográfico. La emigración de los años 60 y 70 todavía tiene su poso en Cataluña, conforme este poso se vaya disipando el número de independentistas será mayor. Hoy, un 90% de los encuestados, con padres y abuelos catalanes, apoyan la independencia. Sólo un 20%  de los encuestados, con padres o abuelos de origen español, se posiciona a favor de la independencia.

Personalmente  lo considero un proceso fallido. Carece de legitimidad histórica como hemos podido observar en los antecedentes históricos. Carece de legitimidad legal, una parte de España no puede, según la Constitución actual, segregarse y crear un estado propio. Carece de legitimidad internacional, ningún país europeo reconocerá a Cataluña como estado independiente hasta que no lo haga España. Carece de legitimidad social cuando la población está dividida en un 50% a favor y otro 50% en contra de la independencia. Lo único que podría ayudar a la independencia sería una legitimidad axiológica, donde la población luche por unos derechos mínimos de igualdad y seguridad, difícil de aceptar en un país con un estándar democrático equiparable a cualquier democracia del mundo. Nos queda la identidad, una identidad que se ha ido construyendo durante siglos y que ha sido prostituida por intereses electorales, supremacistas y económicos.

En la dinámica política, tanto en Cataluña como en España, los partidos que optaban por el consenso y llegar a un acuerdo entre ambas partes han sido laminados. Han ganado los que han sabido enfrentar “los nuestros” frente a “los otros”.

Ante los hechos y reflexiones narradas, los próximos años están cargados de incertidumbre. Honestamente, creo que toda la panoplia de actores no han sabido, o no han podido, trabajar el tema de la secesión; bien por motivos electorales, identitarios, legales o de legitimidad. ¿Quedará para un futuro la desobediencia civil?

8.- Bibliografía

 

1.-Fatás, G. (2017). Errores comunes.

2.- Pons, M. (24 de Septiembre de 1917). 1641, 1873, 1931 y 1934: las cuatro repúblicas catalanas.

El nacional, pág. 2.

3.- www.Público.es (07-11-2007) Montilla advierte de la «desafección» de Cataluya hacia España

4.- CEO. http://ceo.gencat.cat/ceop/AppJava/pages.

5.- PRAT, S (2012).  «El suport a la independència de Catalunya. Anàlisi de canvis i tendències en el període 2005-2012», Barcelona: CEO.

6.- http://www.regio7.cat/  «El suport a la independència es dispara després de l’1-O amb un 48,7%».

7.- Arnoletto, E.J. (2000) Curso de Teoría Política

8.- Díaz E. (1984) «De la maldad estatal y la soberanía popular. Madrid: Debate

9.- Navarro, V. (2016) “Tiempo desaprovechado: Cataluña y la comunidad  política de España”

 

10.- Cohen R. (1970) https://antroporecursos.files.wordpress.com/2009/03/lewellen-t-1983-introduccion-a-la-antropologia-politica.pdf pag.121.

11.- Adams, Richard N. (1975) Energy and Struciare: A Theory of Social Power. Austin: University of Texas Press.

12.- Lewellen, T.C. “Introducción a la antropología política 1”. Pág. 123.

13.- Cañedo Rodríguez M. y Marquina Espinosa A. (2011) Antropología Política. Temas contemporáneos. Ediciones Bellaterra. Spencer J.  Art. Pág. 48 “La Democracia como sistema cultural. Escenas de las elecciones de 1982 en Sri Lanka”.

14.- Camacho I. (2017)”Cataluña, la herida de España” Mitos y claves de la revolución independentista Ed. Almuzara

 

 

 

Rafael Pérez Legarre. UNED Tudela.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3 comentarios

  1. Muy interesante tu artículo. Son necesarios muchos así para que el resto vayamos entendiendo el problema catalán con el resto de España

  2. Sobre los conceptos de Estado y Nación y el porque el Estado español nunca reconoció y creo que nunca reconocera el hecho diferencial catalan como una possibilitat de modernización de unas estructuras decadentes, ancladas en el franquismo, creo que es muy ilustrativo leer al Dr. Cotaruelo.

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