Gide y el piano de Chopin

Algunos libros nos llevan hasta la puerta de otros. Nos conducen, como en una carrera de relevos, hacia recorridos nuevos en lo que parece un laberinto que no termina nunca. En Conversaciones con Igor Stravinsky (Alianza Editorial, 1991), el compositor ruso sentencia que el escritor André Gide (París, 1869- 1951) no entendía nada música, matiza que esto queda bien claro en sus Notas sobre Chopin. Leída la sentencia (casi de muerte), le surge a una la idea de investigar esas notas, cruzar el umbral hacia las páginas del Premio Nobel de Literatura (1947) y el piano de Chopin.

Notas sobre Chopin se publica por primera vez en La Revue Musicale de París en 1931. En la edición de Tizona (2007) encontramos el ensayo junto a extractos de Diario, los llamados Folios inéditos y variantes y una Carta de M. Ëdouard Ganche. ¿Y qué deja en claro Gide con estas notas? Por un lado, su gran admiración por Frédéric Chopin, y, por el otro, que el piano era su instrumento. El piano toca a la puerta de André Gide muy temprano, cuando cumple siete años. Pasa y se queda vivir con él. Este instrumento se convierte en una compañía diaria y cercana a la mesa de trabajo del escritor.

La primera intención del francés se basaba en escribir un ensayo sobre la obra de Chopin y la de Robert Schumann. Pero, como suele suceder, la cabra tira al monte y son las páginas acerca de su pianista preferido las que terminan por salir a la palestra. Schumann es un poeta. Chopin es un artista, lo que es completamente diferente”, advierte. Chopin es un artista que no se cansa de buscar, improvisar y fluir. Su música “propone, supone, insinúa, seduce, persuade; casi nunca afirma”.

Uno de los temas que capitanean este ensayo es la crítica hacia la interpretación de la música de Chopin. Gide la califica como errónea, “equivocada, ultrajante e injuriosa”. Argumenta que no se debe tocar a Chopin como suelen hacer los virtuosos “fatuos”, sino con “lentitud pero certidumbre; en todo caso, sin esta insoportable seguridad que comporta un movimiento precipitado”. Aconseja que “toda buena ejecución debe ser una explicación del fragmento”.

En algunos pasajes del Diario se nos revela un Gide más personal. Ese que se preocupa por ejecutar con calidad las partituras que estudia; el que rebosa de alegría cuando lo consigue; otro que reconoce su temor a tocar el piano en público o el que se lamenta de la pérdida de habilidades interpretativas por el paso del tiempo y la llegada de la senectud. Asimismo, en su Diario apunta y dispara a Richard Wagner del que señala: “me horrorizan la persona y la obra de Wagner; mi aversión apasionada no ha hecho más que crecer desde mi infancia”. (…) Este genio prodigioso no exalta tanto como aplasta”. “Alemania tal vez no haya producido nunca algo tan grande y también tan bárbaro”.

Notas sobre Chopin es un  libro breve y curioso, dirigido a los amantes del piano y de las partituras del músico polaco. Un texto en el que, quizá, la pasión por la música de su autor sobrepasa a un estricto rigor musical. Lo que pone de manifiesto que Gide es, sobre todo, un escritor que necesita de la música, por ello reflexiona y escribe sobre ella; tal y como advierte en el prólogo la traductora Victoria Llort Llopart. André Gide es un pianista aficionado que defiende con sus armas, en este caso la palabra, lo que considera la interpretación auténtica y correcta de Chopin.

 

Ana Belén  Martínez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobre Ana Belén Martínez 9 artículos
Periodismo en la UCM Máster de Escritura Creativa en Hotel Kafka Trabaja como documentalista de prensa desde hace diez años Actualmente estudia piano y solfeo

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