Llegar a esto

 

Hemos quedado para cortar, y elegido para ello el banco del parque en el que nunca quisimos sentarnos, pues el ángulo daba a unos tilos que no permitían contemplar el estanque y los patos. Cada banco tenía su historia, donde los magreos o las reflexiones tomaban la voz cantante según los estados de ánimo o la cantidad de público presente. Abril nos ha escogido para ser serenos y honestos, y nos ha obsequiado un bonito catarro y una esplendorosa alergia para evitar  que una parte de los recuerdos-aromas contaminen el momento. A esta despedida (quede claro que no es la palabra correcta, acorde o justa) hemos acudido los dos pero también nos hemos traído consigo al presente, que en este caso son otros él y ella con los que y yo comenzamos de nuevo la cuenta de cero, arrancando las manillas del despertador para que el tiempo no nos atrape en su juego sombrío, mientras la ilusión nos envuelve en una deliciosa nube blanca del opio más impermeable a la rutina. Nos comentamos entre todos el bien que supone aparcar nuestra ya caduca historia, y para apoyarnos en la idea rebuscamos en el tiempo que hemos perdido, intentando comprender que es lo que fallaba o no encajaba, e incluso en los achaques que sufrimos debido a ello, desde tu reciente manojo de canas occipital a mi estúpido tic, desde tu infección de orina intermitente a mis últimas taquicardias de las dieciocho treinta. No nos dejamos abandonados en el mundo pues la fortuna ha creado una red de esperanza que nos permite conectarnos con un futuro mejor que el que imaginábamos hace apenas unos meses. No podemos hacer más que asentir a los hechos, con la seguridad del que sabe que cambia a mejor,

Es entonces cuando o yo, o ellos, descubrimos caído en el suelo, debajo del banco, el cartel de “recién pintado”.

Texto: Jean Boucicaut.

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