Miguel

Es difícil hablar de él. Aquel hombre era  jovial, esplendido y una suerte de bondad rezumaba de todo su aspecto.  Nacido en un pueblo de Extremadura había tenido la  extraña contrariedad de tener un mieloma, que en una persona tan joven es una rareza, pero también había tenido la suerte de tener un hermano donante, lo cual es una posibilidad de un 25% de todas las enfermedades hematológicas.

 

Este hombre enorme tuvo la tremenda desgracia de recaer en la espalda, con un plasmocitoma que es un tumor localizado de células plasmáticas. En estas circunstancias, y como hacía poco tiempo del trasplante, se decidió en sesión hacer una infusión de linfocitos del donante que produce una tremenda reacción controlada de destrucción del tumor. Sin embargo, en el  último momento, y bajo la supervisión de un adjunto que no se si quería notoriedad o quería provocar su muerte directamente, se hizo una movilización del donante y se extrajeron células madre además de linfocitos. Esto es otro segundo trasplante en simples palabras. Un adjunto obediente le aplico una dosis de un fármaco de acondicionamiento. A este tándem que consistía en un tratamiento de acondicionamiento y una dosis intensa de células madre no se le puso profilaxis de la enfermedad injerto contra huésped. Esta es una dosis diaria de dos fármacos que previenen que el injerto ataque las células del donante, de tal manera que se pueda establecer una quimera sin poner al paciente en peligro. Aun así es la más terrible enfermedad que se puede producir en un trasplante.

Discutí con mi adjunto, llore como una posesa cuando empezó la enfermedad injerto contra huésped sin ningún freno. Cuando se le puso el tratamiento profiláctico ya era tarde. Seguí llorando mientras este hombre se desangraba por el intestino sin ninguna posibilidad de curación. Aun así tratamos intensamente esta enfermedad, tanto que duro casi un mes y medio mientras nos daba las gracias por todo el esfuerzo que estábamos haciendo.

Discutí con el jefe de servicio, discutí con el adjunto que nos obligo a ponerle el tratamiento de acondicionamiento, pero él, con una mueca divertida dijo: la ha firmado otro, no me afecta.

Llore todas las noches del mes y medio mientras este hombre se convertía en una cucaracha, un gran quemado, y se volvía verde por la bilirrubina. Mientras se demacraba día a día.

Murió un domingo con una gran sonrisa mientras yo me sentía tan miserable, tan miserable, tan miserable.

Texto: María Alcocer

6 comentarios

  1. Respecto al articulo de Miguel estoy consternada ,es bueno que se sepa ,pero yo me pregunto no seria mejor denunciarlo con nombre y apellidos ? Tal vez si así lo hiciéramos todos se podrían evitar otras muertes .

  2. Me alegra que se divulgue ,lo de denunciar lo decía porque no es costumbre hacerlo ,gracias por vuestra respuesta.

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