Ni visibles ni invisibles

Considero nuestros niños y niñas de hoy unos héroes. Están sobreviviendo con bastante dignidad a una generación de padres y madres mimados, que consideraron que tenían pleno derecho a continuar con su vida (seguramente por consejo de las marcas comerciales) sin renunciar a nada. Total, con enseñarles a decir “por favor”, “gracias”, dar besos, y ponerles ropa mona, parecía fácil. Y en un caso extremo siempre estarían los abuelos mucho más pacientes y generosos para ocuparse de todo como ya hicieron una vez.

De pronto se dieron cuenta de que ser padres o madres era un engorro, y decidieron inventar un mundo donde hacerles bien visibles y protagonistas, y dio igual que fueran lugares donde la chavalería no debieran estar, igualmente llegó la invasión. Ahora el niño podía merendar su Nocilla en una librería, podía sentarse en la mesa de otros comensales mientras seguimos la tertulia de sobremesa, podía correr y gritar por los museos con camas voladoras, y podía destrozar el desayuno buffet de un hotel, o tirarse en plancha en un spa. ¡Son niños, hombre!

Si alguno empieza a salir rebelde y maleducado culpan a las redes y a internet de todo y les recalcan muy serios a sus adolescentes, sin demasiado interés en realidad,  que tengan muuucho cuidado con hablar con gente desconocida porque ya han alertado en Antena 3  de lo peligrosísimo de todo lo que se mueve por la red. Así que si  hacen botellón, por ejemplo,  es por culpa de internet, pero no es que tú te lleves la nevera con cervezas hasta a la piscina municipal y puedas ser un pésimo ejemplo, eso no.

El gran problema no lo tienen con desconocidos de internet, más bien se presenta con sus conocidos, que deciden visibilizarlos sin ningún pudor, para beneficio propio, sin que hasta el momento nadie se oponga. Y aún pueden exhibirse de manera más dañina: Gente,  como tú, que eres padre y llevas a tu hija enferma a Tele Cinco, fingiendo una enfermedad terminal, para forrarte y seguir viviendo tu vida macarra de siempre. Gente como tú, la buena madre, que hablas mal del padre de tus hijos en el Programa de Ana Rosa, sin importarte la intimidad ni la situación de tu hija y tu hijo, (programas, por cierto, donde hipócritamente les pixelan la cara pero ¿Irán el lunes al cole con la cara pixelada?) Gente como tú, la que “POR SU HIJA MATA, pero que no ha dejado de comportarse como una niña mimada y hacer de su hija una gallina de los huevos de oro, humillada por tu culpa en las redes al cumplir 18 años. Gente como tú, sí, tú,  querido juez adorado de las sentencias aplaudidas, que te has venido arriba y has decidido “sentenciar” que “las niñas se visten como putas”, sin ruborizarte. O gente como tú, mamáquequisosercantante,  que lloriqueas cuando expones a tu niña en La Voz y le haces creer que ella vale o no vale en la vida según número de votos y audiencia.

Egoísmos de una generación de adultos que se lleva las manos a la cabeza ante cualquier youtuber, sin saber que algunos enseñan las matemáticas  o resuelven los problemas de física que vosotros no enseñáis correctamente, pero que asisten indiferentes a la invisibilidad del alma de nuestros niños, en un país, sí aquí, en nuestro barrio, donde una niña apaleada va a urgencias y nadie reacciona con celeridad, hasta que aparece asesinada por su padrastro. O un país donde cuatro niños conviven con sus padres drogadictos y suicidas (hasta para morir olvidaron que dejaban cuatro niños solos y desamparados) y su profesora, servicios sociales y pediatra sólo saben responder que “todo estaba siguiendo su protocolo”. No sé cuál es el protocolo de la decencia.

Somos malos padres y madres, y aun así contamos con una generación de chavales y chavalas listos, informados y preparados, que nos  contemplan con cierta sorna, porque a cambio nosotros somos torpes, ignorantes y tacaños en el amplio sentido de estas palabras. Aunque sea tarde aún podemos madurar, renunciar, y  ser generosos como no lo hemos sabido mostrándoles una sola cosa, es fácil, no tendréis que dejar de ir al gimnasio: RESPETO.

Dejad de aludir a la vida privada de una niña o niño, dejad las noticias generalizando sobre lo malos que son los adolescentes, no lo son,  dejad los anuncios falsos con menores  protagonistas utilizados para comerciar, dejad de debatir en redes sobre la vida de chavales y chavalas que no os han pedido ser mostrados.

No hagamos visibles a nuestros hijos, y dejemos de hacer invisibles a los que lo necesitan.

Fría Aguilar

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