Que no soy experta, pero opino

Suelo opinar sobre temas sociales, ideológicos, políticos. Antes pisaba las calles, ahora me piso la lengua para no envenenarme y hacerme una úlcera, aunque a veces escribo porque es superior a mí. Opino.
Suelo ver, en muros amigos, sesudos análisis. Con muchos datos, muchos tecnicismos, muchos comentarios igual de sesudos que los propios posts, muchos hilos de discusión profundos. Y ahora.
Ahora dimite Esperanza. Y veo a gente que participa de esa «sabiduría», descorchando champán, soltando campanas al vuelo, dando saltos, haciendo fiestas. Y yo.
Yo que no sé nada, más allá de mis dos dedos de frente y mi conciencia social, se me ocurren un par de cosas:

Celebramos que se va de rositas. Con apenas dos lágrimas. Pero habiendo deshecho todo lo que pudo, y dejado por donde pisó, la hierba más que quemada.
– Se celebra algo, que tanto analista profundo da como firme y punto final. Como si en este país no estuviésemos acostumbrados a golpes de efecto, a colas que traer, a trasfondos oscuros, a algo gordo que esté por venir. Yo es que no veo el the end por parte alguna.


Pero recordemos, yo no soy sesuda, sabia, profunda, diplomada y generadora de opinión. Aún así, ahora mismo, tengo más miedo que vergüenza. Y sobre todo, escepticismo. Sobre ( de nuevo) este tema en concreto, y las cátedras en general.

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