Reivindicación de Matilde Ras: femme de lettres (la grafóloga que escribía teatro)

Comenzamos este artículo con una constatación deprimente: la invisibilidad de las escritoras de la Edad de Plata. Matilde Ras, la pionera de la Grafología en España, pasa de puntillas por la historia de la literatura española, como muchas otras mujeres de la Edad de Plata, como si no hubiera aportado nada a nuestra cultura. Y, sin embargo, Matilde Ras no fue únicamente la persona que introdujo el estudio de la grafología en España, sino que además fue una activa colaboradora de la prensa madrileña, traductora, ensayista, dramaturga, participando en la vida cultural madrileña de los años de preguerra. Mujeres, exiliadas y republicanas, todo un coctel para que la Historia vencedora se encargara de borrar cualquier huella de estas mujeres.

Nunca es demasiado tarde, y de este modo María Jesús Fraga publicó en 2014 El camino es nuestro, un libro en el que se publican textos inéditos de Matilde Ras y de Elena Fortún, la autora del personaje de Celia. Entre los textos inéditos encontramos la relación epistolar de ambas autoras, y descubrimos la relación amorosa entre ellas y su encuentro en el Círculo Sáfico de Victorina Durán, del que sabemos pocas cosas si no es gracias a Vicente Carretón Cano1a la novela Acrópolis de Rosa Chacel y una tesis inédita aún de la doctora Eva María Moreno Lago.

Matilde Ras fue lo que María Teresa León explicaba sobre ella misma en su autobiografía, una femme de lettres, una mujer completa, cultivada, admirada y respetada en su época. Su familia le dio una educación cosmopolita e igualitaria, ayudando así a la formación de una personalidad fuerte y luchadora.

Tras pasar un periodo en Cuba, y tras la muerte de su padre, la familia volvió a España viviendo en diferentes provincias hasta trasladarse en Madrid. Es en esta ciudad donde Matilde comenzó a interesarse por la grafología y en 1917 publicó su primer libro sobre el tema. Recibió después una beca para poder estudiar en el prestigioso centro de Grafología de París (1923).

Además de sus estudios sobre Grafología (que siguen vigentes aún hoy en día), Matilde escribió narrativa, cuentos, teatro, haciendo que la expresión femme de lettres tomara pleno sentido2. Fue asidua del Lyceum Club Femenino, aunque no consta como socia en los archivos de Zenobia Camprubí. Escribió en la prensa, analizando la escritura de personas célebres, pero también escribiendo artículos sobre literatura y cultura3. Particularmente le atraían mucho los autores franceses. Precisamente, dejó un inédito sobre Voltaire (Estudio psico biográfico de Voltaire). Era una feminista moderada, como podemos ver en sus escritos, ya que buscaba un cambio en los códigos sociales a partir de una educación igualitaria, como la que ella tuvo.

Tras la guerra, estuvo un tiempo exiliada en Portugal, participando en la Radio España Independiente, conocida como La Pirenaica, una radio fundada por Dolores Ibárruri contra la dictadura franquista.

Pero su regreso a España no fue el esperado. No pudo continuar con la labor que había iniciado en los años veinte y treinta. En el prólogo de El camino es nuestro, se nos da una imagen conjunta de Ras y de Fortún como LA mujer moderna por excelencia de los años vanguardistas en España:
[…] las dos compartieron una honda preocupación por la muerte y por el mas allá, les interesaron las nuevas ciencias o las pseudociencias vinculadas a la vanguardia y al arte nuevo, como la homeopatía, la teosofía, el espiritismo o la grafología, precursora de la psicología moderna y por ello considerada de suma importancia a principios del siglo XX.4

El culto a una vida sana, a cultivarse constantemente, a enfrentarse a las convenciones sociales hacia las mujeres hacen de Matilde Ras una referente de las modernas españolas. Ella misma, experta en el Quijote, se consideraba una persona melancólica como el personaje de Cervantes. Su modernidad se demuestra también en una de sus obras teatrales, El amo, publicada junto a otra obra de la autora, El taller de Pierrot, y otras dos autoras en un volumen titulado Teatro de mujeres en 1934 por Cristóbal de Castro5.

En esta obra, Matilde muestra la oposición que existe entre amos y criados, entre mujeres y hombres, entre juventud y vejez. El antologista Cristóbal de Castro presenta a Matilde Ras del siguiente modo: “Matilde Ras, cuya notoriedad como grafóloga se ha extendido por las revistas más populares, revela en estas obras una firme personalidad dramática.”6 Y añade que se trata de una comedia rural, “de feliz ambiente y rica animación”.

Sentimos discrepar tras haber accedido a esta obra. Cierto, en las tragedias rurales sucede como en las tragedias griegas: muere hasta el apuntador, como se suele decir. Aquí no muere nadie, pero nos sigue pareciendo una tragedia rural, y no una comedia, ya que la situación que se presenta no tiene nada de feliz ambiente. Isabel, una chica joven de dieciocho años que ha tenido que dejar a su padre viudo y a su hermano pequeño solos para poder trabajar en un molino, es acosada por su amo y maltratada por su ama, muerta de celos. Isabel sólo aspira a que su padre pueda trabajar junto a ella e incluso ofrece sus servicios sin ninguna remuneración a cambio de poder alojar a su hermano pequeño. La respuesta de la ama es una negativa rotunda, aunque no es el caso del amo, que busca favores sexuales a cambio de esta ayuda. Este ambiente de injusticia no es precisamente feliz, ya que, hasta el propio hermano del ama, Leandro, replica así sobre los amos: “Pero así sois los amos; aunque los criados nos matemos a trabajar, siempre hacemos poco para vosotros […]”. Y es que Leandro, hermano de Casilda, el ama, está enamorado de Isabel y es correspondido, pasando su tiempo a defenderla ante su hermana. Sí que podemos decir que hay momentos en los que más que comedia, podamos hablar de sátira, ya que los amos se presentan ante los personajes que deambulan por el molino como personas humildes y pobres, pero se ríen del chico que desde los ocho años está cuidando las ovejas. Incluso hay un personaje bastante curioso, el poeta, que va en busca de inspiración y recibe alojamiento en el molino. El poeta declara:

¡Felices vosotros que no sabéis del tumulto de anhelos y del afanoso vivir de las ciudades!, ¡que respiráis un aire limpio y bebéis del raudal de vuestras fuentes y del vino de vuestros lagares!, ¡que coméis el pan de vuestras espigas!, ¡que no extendéis las ambiciones mas allá de la linde de vuestros campos!7

Este episodio es calificable de sátira casi esperpéntica, pues el poeta es ridiculizado por la autora, demostrando que ignora completamente la situación existente en este mundo de amos y criados. Casilda declara, orgullosa, haber acogido a su hermano Leandro, sin tener por qué darle un sueldo por su trabajo8. La imagen de los amos es una visión claramente de denuncia. Matilde Ras muestra, a través de Casilda, Fausto y la tía Márgara, las ambiciones y la falta de escrúpulos de éstos. Consideran a sus criados como objetos de trabajo que, cuando no funcionan, hay que tirarlos. De este modo habla Márgara de un viejo criado que tenía:

No servía pa nada; hacía más en un año que en un día, y hasta de memoria andaba tan flaco, que si le mandabas a por una madeja de algodón negro […] te lo traía colorao. ¡Qué probaeros de pacencia me puso Dios hasta que lo eché antier!9

La situación finaliza de manera feliz, por eso podemos comprender a De Castro cuando hablaba de comedia, en lugar de tragedia: tras las presiones del amo hacia Isabel para ayudarla a traer a su familia, ésta decide irse, y Leandro con ella, no sin decir una última palabra a su cuñado, que sigue considerando que ellos dos les pertenece:

Nosotros no somos nada tuyo. (A Isabel) Vamos… Este hombre me dominaba. Todo en la vida era dominio sobre mí…Ya soy otro. Hoy me siento capaz de ser también el amo. Pero fuera, en los campos, donde pueda ganar la vida libremente para los que de mí se amparen.10

Así, tras esta salida, Matilde Ras demuestra un teatro casi proletario cuyo principal objetivo no es únicamente la denuncia social, sino también el reconocimiento de la libertad como derecho indiscutible de todas las personas.

Después de la publicación de este artículo, se produjo un evento maravilloso, la edición de los Diarios de Matilde, desde la editorial Renacimiento que se ha propuesto que las mujeres de nuestra Edad de Plata tengan, por fin, el merecido reconocimiento por la crítica literaria.

Bibliografía:
-Carretón Cano, Vicente, «Victorina Durán y el círculo sáfico de Madrid. Semblanza de una escenografía del 27», El Maquinista de la generación, ISSN 1577-340X, N.º. 9, 2000, págs. 4-20.
-De Castro, Cristóbal, Teatro de Mujeres, Madrid, M. Aguilar, 1934.

-Fragua, María Jesús, Elena Fortún y Matilde Ras. El camino es nuestro, introducción de Nuria Capdevila-Argüelles, Madrid, Fundación Banco Santander, 2014.

1«Victorina Durán y el círculo sáfico de Madrid. Semblanza de una escenografía del 27», El Maquinista de la generación, ISSN 1577-340X, N.º. 9, 2000, págs. 4-20.
2Obras narrativas:
Donde se bifurca el sendero (1913)
Cuentos de la Guerra (1916)
Quimerania (relatos) (1918)
Charito y sus hermanas (1946)
Heroísmos oscuros (1968)
Ensayos:
Grafología: estudio del carácter por la escritura (1917)
Grafología: las grandes revelaciones de la escritura (1929)
Grafología (1933)
La inteligencia y la cultura en el grafismo (1945)
El retrato grafológico (1947)
Historia de la escritura y grafología (1951)
Los artistas escriben (1953)
Lo que sabemos de Grafopatología (1963)
Autobiografia:
Diario (1946), dedicado a Elena Fortún.
Inéditos:
Estudio psico biográfico de Voltaire.
3Por esos mundos, ABC, Blanco y Negro, La Voz, Heraldo de Madrid, Mundo Hispánico, Buen Humor, Estampa, Mundo Femenino, Crónica, Revista Estudio, Mujer, El Sol, Nuevo Mundo, La Voz Horizonte, Arriba. Y revistas de América del Sur, Portugal y Francia.
4Fragua, María Jesús, Elena Fortún y Matilde Ras. El camino es nuestro, introducción de Nuria Capdevila-Argüelles, Madrid, Fundación Banco Santander, 2014.
5Publicada junto a los siguientes títulos: Al margen de la ciudad, de Halma Angélico; El tercer mundo de Pilar Valderrama.
6De Castro, Cristóbal, Teatro de Mujeres, Madrid, M. Aguilar, 1934, p. 15.
7Ibidem, p. 148.
8«Yo no le doy soldada: para eso es mi hermano; si no, ¿qué ventaja alcanzara con su servicio?”, Ibidem, p. 158.
9Ibidem, p. 159.
10Ibidem, p. 165.

Rocío González Naranjo

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