
José Félix de Lequerica, comenzó siendo monárquico, luego se hizo falangista pro nazi, anti semita recalcitrante para virar, ante la perdida de territorio de las potencias del Eje, hacia un conservadurismo más educado. Había sido ministro de exteriores, y poco después fue destacado por Madrid para aglutinar los intereses de que España fuera reconocida. Durante años realizó una labor de enredadera junto con el abogado Charles Patrick Clark, enlace con los políticos de la capital neoyorquina. El ministerio español de exteriores pagaba un sueldo a Clark de 25.000$ al año por su tarea lobista.
Los exiliados y combatientes del interior, conforme pasaba el tiempo, languidecían las esperanza de una liberación aliada de la dictadura, seguían luchando en las zonas montañosas del país con la mirada puesta en la política internacional. También se emplearon a fondo los políticos republicanos para conseguir que los ojos de los países democráticos se fijaran en la contradicción que suponía mantener una dictadura fascista en el sur de Europa. El ensayo de invasión del Valle de Arán, fue otra aventura fallida que rompió las ilusiones de que se produjera un levantamiento popular contra la dictadura.
La situación internacional viraba a ojos vista. De la unión vivida por las potencias triunfadoras de la guerra mundial, quedaba poco o nada. Churchill, ferviente anticomunista tuvo que tragar a Stalin durante la guerra pero le consideraba tan enemigo de los intereses del mundo como Hitler. Roosvelt había muerto, Truman no tenía un empuje socialdemócrata tan intenso. Pronto se percataron que el enemigo del momento había variado y era la Unión Soviética, una vez terminados los juicios de Nüremberg, se terminó la caza y condena de nazis para intentar reconvertirlos y aprovechar sus conocimientos. Tanto la CIA como el FBI así como universidades científicas prestigiosas de USA se aprovecharon de los criminales de guerra huidos a los que depuraron de forma superficial uniéndose a los científicos e investigadores en los campos de los que eran expertos. La guerra fría había sustituido a los sentimientos antifascistas que llevaron a los aliados a luchar contra las potencias del EJE.
El capitalismo de los USA ayudó, en gran medida, a la normalización de relaciones con España, de forma especial James Farley, a la sazón presidente de Coca Cola, al que le apetecía mucho el mercado español. El potente lobby aglutinado por Lequerica, consiguió que el presidente Truman, permitiera la concesión de créditos privados al estado español. Insistiendo en que solo serán privados, que jamás llegarían dólares públicos a la dictadura española.
España es importante en la geopolítica de la Guerra Fría, por lo que Truman acomoda su criterio y cede ante la realidad que se impone por lo que el 6 de diciembre de 1947, el agregado militar en Washington remite un telegrama cifrado al Estado Mayor Central. Una vez descifrado, el texto dice: “[El número] tres actual [del Ejército de EE UU] recibió contestación a memorándum dirigido conjuntamente por Ejército y Marina a [Departamento de] Estado sobre necesidad de mejorar radical y urgentemente relaciones con España […]. En el secretísimo documento [el departamento de] Estado dice textualmente: las relaciones con España en todos sus aspectos se normalizarán con toda rapidez sin ruido ni comunicado a la prensa. Mi informante […] entiende que [sería] conveniente [que] sigamos nosotros un política semejante de discreción en [las] manifestaciones exteriores durante proceso [de] cambio”.
Un hecho que da el espaldarazo a la normalización de relaciones es la guerra de Corea, que se produce el treinta de junio de 1950. Con el apoyo explícito de la URSS, y de China, los soldados de Corea del Norte invaden a la del sur, lo que hace que EEUU se implique directamente con su ejército al mando del general Montgomery, hasta sobrepasar el paralelo 37 que dividía las dos Coreas.
Se trata de un enfrentamiento directo entre los dos sistemas enemigos. La URSS ya tiene material bélico atómico, mira de frente al poderío militar yanqui, convirtiéndose en un enemigo directo. En esos momentos no existían los misiles intercontinentales por lo que la situación geográfica española permite que aviones en bases militares españolas, en caso de conflicto, bombardearan a la Europa del Este, estando a la vez, lejos de la URSS para contrarrestar el ataque.
España, por su parte, necesita créditos para salir del marasmo económico en que le ha sumido la errática autarquía inventada por Franco, por lo que es prioritario conseguir un crédito de cien millones de dólares que se aprueban en el Senado, el uno de agosto por sesenta y cinco votos contra quince. El notable cambio de postura del gobierno yanqui no impide que las críticas en el Congreso norteamericano arrecien, así como en la prensa liberal como el New York Times que en editorial lamenta profundamente la concesión de ese crédito que deja las posturas de Postdam y de San Francisco sin argumentos.
EEUU traiciona la postura asumida en votación por el resto de países, a la vez que pisotea las causas por las que el mundo se enfrentó a Hitler.
A pesar del cambio, Truman asegura que “pasará mucho tiempo antes de que EEUU envie embajador a Madrid”…Pocos meses después se produce la llegada del embajador americano a Madrid, lo que es coreado por los adalides del régimen, como Vizcaino Casas y Ricardo de la Cierva, con cierta ironía.
El diecinueve de octubre de 1950, Franco marcha en visita oficial a las posesiones españolas en África, quizá el viaje solo es una treta para mostrar indiferencia sobre lo que se está cociendo en EEUU.
Por fin el cuatro de noviembre, al poco de llegar el general a Madrid, la Asamblea General de Naciones Unidas, aprueba el texto por el que se revoca la antigua resolución 39, de 1946 admitiendo a España como miembro de pleno derecho en la Asamblea General de Naciones Unidas. El 8 de diciembre de 1955 la Asamblea General de la ONU admitió a dieciocho nuevos miembros, entre ellos España, junto con Italia, Portugal, Hungría, Rumania, Bulgaria, Albania, Austria entre otros. No hubo ningún voto en contra y solo dos abstenciones, México y Bélgica.
Lentamente regresan los diplomáticos mundiales a Madrid, consumándose la infamia con la visita de Eisenhower a la capital de España, el día veintiuno de diciembre de 1959 cuando, a las cuatro y media de la tarde, aterriza en la base de Torrejón de Ardoz el avión presidencial, que es recibido calurosamente por Franco a pie de escalerilla.
El régimen fascista, amigo y socio de nazis y fascistas, del general Franco, recibe el espaldarazo definitivo internacional. En muchas casas de España y del extranjero además de las zonas de lucha guerrillera, ese día fue de luto y lágrimas, al perderse de forma definitiva las últimas esperanzas de revertir la sangrienta dictadura española.
El reconocimiento internacional, se pagó con territorio patrio en donde se instalaron bases norteamericanas, además de la llegada de armamento nuclear y de convertir a España en punta de lanza del sistema defensivo europeo, sin recibir apenas nada a cambio, más que ese reconocimiento oficial con lo que la dictadura quedaba apuntalada a nivel internacional. En el Pardo, el dictador podía descansar en paz, nada perturbaría su encarnizado poder.
Se consuma la infamia porque hay cuestiones prácticas y económicas que lo hacen posible. Lo llaman capitalismo y establishment.
María Toca Cañedo©
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