Barcelona

Difícil,  muy difícil hacer una crónica cuando no se han apagado los clarines del miedo ni el ulular de las sirenas. Ayer le tocó a Barcelona, como antes a Paris, a Niza, a Londres, a Madrid…Si algo hemos aprendido en estos últimos años es que nadie está a salvo. Da igual las medidas, lo ricos y poderosos que sean nuestros países; el fanatismo golpea tan ciego de odio que acierta muchas veces.  Acertó esta vez, como en 2004 en Atocha, o en Paris hace poco más de un año, o en Londres hace nada,  sembrando el terror entre gente sencilla que pasea con niños que caminan de la mano, confiados en que al caer el sol volverán a sus casas a continuar la vida. Hay sembrado mucho odio, mucho dolor en las mentes enfermas como para contemplar a los viandantes compasivamente.

 

Es cierto que cada día mueren miles, cientos de miles de inocentes, en muchos países, pero hoy lamentamos la muerte vecina, la de al lado. La de Barcelona. Luego volveremos a ocuparnos de las injusticias del mundo. Hoy lloramos por ese pequeñín de tres años que no pudo vivir porque unos tipos, que a su vez, habrán visto sufrir a pequeñines, o les han contado…le envistieron con una furgoneta blanca. Lloramos por los trece que han muerto hasta ahora.  Hoy lloraremos con esas madres/padres, esposas/os, hijas/os, hermanas, que no volverán a vivir jamás como antes de este 17 de Agosto, porque cuando se pierde a un ser muy amado la vida se trastoca para siempre, crecen heridas   y nada vuelve a ser lo mismo. Hay un hueco profundo en el corazón que nadie  llena.

Hoy las lágrimas corren por los muertos y por sus seres queridos. Las lágrimas corren por esta Europa dolorida que no sabe acoger a los que huyen de convivir con el terror a diario. Esa Europa que se enfanga cada día con mezquinas ideologías que atentan contra su verdadero espíritu. Una Europa herida de muerte por los mercados, los superávits y los bonos, que olvida que el terror llega mientras paseas a las cinco de la tarde bajo el sol. Sin esperarlo.

Este mundo que hemos creado, engendra monstruos. Nuestra Europa muere, porque la matan fanáticos alimentados con mezquindad  humana. Y los paseantes de una Rambla feliz y colorista, mueren sin saber por qué ni en nombre de quien.

Lloramos por una ciudad libre, alegre, plena de color, que ayer se tiñó de rojo, con la sangre de inocentes que nada tuvieron que ver en las Azores ni en los conflictos que los señores de la guerra montaron a nuestras espaldas.

 

Se dice que en estos dramas sale lo mejor y peor del ser humano.  Cuentan que la solidaridad  de  personas donando sangre, de taxistas llevando a gente gratis a sus lugares de origen, de hoteles abriendo las puertas para acoger a los viandantes, de negocios que ampararon a los que huían, de sanitarios libres llegando a hospitales a ayudar, fue proverbial. Luego hay quien comercia con el dolor, quien lo prostituye en su beneficio, quien twitea con saña y maléfico gusto llevando la abyección humana hasta límites insólitos, como Alfonso Rojo y ese espécimen ario que es Herman Terstch.  El mundo, amigos de @LaPajarera, está compuesto de todo eso, basura y gente normal que se convierten en héroes cuando hace falta.

 

Hoy es día de dolor y calma. Lágrimas para las víctimas y sus familias, amparo para todos los que sufren la perdida y calma para no buscar culpables entre quienes  más padecen el terrorismo. Nadie apunte a razas, a religiones, a personas que llegan huyendo de lo que a nosotros nos pasa un día y para ellos es cotidiano.

Solo esperamos que más pronto que tarde, la risa, el color y la alegría inunden de nuevo el paraíso de libertad que son las Ramblas y Barcelona entera.

Hoy @LaPajareraMgzn quiere acompañar desde el silencio dolorido a los hermanos catalanes y a su dolor.

María Toca y todos los integrantes de La Pajarera Magazine.

Sobre Maria Toca 1549 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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