Cuando el miedo se torna en risa: hemos ganado.

No sé cómo se las ingenia estos  tiempos para ahogarnos las alegrías en pesadumbres. ¿Que desentierran al dictador?…no es que tocaramos palmas, no se crean, pero algo de alegría sí sentimos los que creemos que ha sido un genocida atroz además de un  mediocre general que ganó una guerra gracias al apoyo incondicional de las potencias del Eje y a algún general que discernía mejor que él y que en cuanto no hizo falta se encargó de liquidar (general Mola, por ejemplo). 

Gobernó como un outsider desde el principio, rodeado,primero de parafernalia nazi/fascista para luego tornar a una autocracia plegada a los dictados estadounidenses (había que devolver favores a la visita de Eisenhower y al apoyo internacional) Cuando los meapilas perdieron el pie se entregó con displicencia a los sucesivos gobiernos tecnócratas del Opus, con los López que encarrilaron una economía maltrecha y proteccionista al estilo fascista hacia un liberalismo de salón. Se produjo el milagro económico propiciado por un pueblo laborioso que levantó carreteras, pantanos y ciudades a golpe de silencio y lágrima por muertos que yacían en cunetas. Callados y dejando la piel en levantar esta España para que el general medio enano de voz de pito se apuntara los méritos.

Cuando le falló el Opus, se tornó cual pollo sin cabeza en gobiernos erráticos que prometían aperturas para seguir condenando a muerte a los pocos opositores que quedaban de la vieja guerra o de la nueva. ETA hizo su aparición y con ella el terror genocida del Régimen floreció. El Consejo de Burgos, los fusilamientos del Goloso, el garrote vil de Grimau. La odiosa policía política de la Brigada Político Social, con el Comisario Conesa y Billy el Niño floreciendo en los bajos de Sol, asesinando y torturando a cualquiera que se salía un poco del tiesto. Viejo, caduco pero matando. Así entró en la agonía el pequeño dictador (pequeño de tamaño, no de sevicias)

Murió entubado, manipulado, ensañado por esa familia que hoy quiere honrarle y glorifica su memoria. Todo para arramblar con los restos de una dictadura que fue gloriosa en prebendas y esquilmaciones. Robaron desde el minuto uno hasta que el fiambre se les descompuso en el hospital mientras el marqués y la marquesa de Villaverde tocaban el arrebato final. Fue enterrado con honores mientras la mitad o más de españolas se nos alegraba un poco el alma. Un poco, porque los genocidas no debieran morir en la cama. Los genocidas debieran morir en una prisión de alta seguridad mientras se le devuelve al pueblo lo esquilmado y todo el dolor que producen. No pudo ser. Y bien que nos pesa y que nos lo restriegan sus vástagos.

Por eso  ayer sentimos un poco la satisfacción de resarcirnos. Le echan del Valle. Por fin el gualtrapa sale expulsado de Cuelgamuros hacia cementerio común. Y no ha sido así. Lo han sacado con honores de jefe de estado, con banderas inconstitucionales, con simbología fascista que debiera estar prohibida como la esvástica en Alemania. Le han sacado con los delincuentes que integran una familia que daría vergüenza a cualquiera, custodiando las esencias fascistas y gritando obscenidades anticonstitucionales.

Y oigan, los que dicen respetar tanto la Constitución y las leyes ni mu. No se les oye. Ni una palabra que ponga en su sitio al entramado de friquis franquistas que han custodiado la carroña.

Me queda una satisfacción que espero compartir con ustedes. Cuando el miedo produce risa,  hemos ganado. Cuando ese grupo con el prior golpista al frente y el Borbón (sí, don Alfonso de Borbón portaba el féretro)  encabezando la marcha parece más una escena grotesca ideada por Berlanga y sus gritos nos dan risa floja, hemos ganado.

Porque hoy, el catafalco con la carroña, los familiares y amiguitos fantochones nos dan risa. Lo cual no impide que sepamos que cualquiera de ellos nos fusilaría al amanecer o nos daría el paseo sin temblarles el pulso. Aún con todo: dan risa. Y por eso sabemos que hemos ganado por fin una contienda que empezó en 1936.

María Toca