
Corroído por el fuego de los ardores estomacales de un cerebro desquiciado,
aúllo el monstruo.
La bestia con ardientes pies de fuego,
devoradora de humanos
que acecha hambrienta en el umbral de su blanca guarida oval,
para saciar su codicia,
olvidándose de que la ambición ciega hace ignorar lo importante.
Quiere comerse ahora,
los millones de habitantes legítimos
de Gaza y ocupar sus tierras,
y cagar la oscura fatalidad humana
de los años 30 ideada por los nazis
en Polonia,
convirtiendo la bahía de Guantánamo,
en campo de concentración
y exterminio.
La puta que parió al bastardo
del siglo XX está caliente todavía
y ha vuelto a parir otro bastardo,
en el siglo XXI:
al que le cambio de peinado
le tiño el pelo de color zanahoria y le maquilló la cara del mismo color,
le afeitó el bigote,
y le puso el nombre de un pato antropomórfico
por haberle engendrado con pies planos,
pero a nadie que mire , vea y crea que la verdad existe, nos engaña con la muda,
basta con recordar quienes fueron los primero y los últimos
que entraron en los hornos crematorios
de Auschwitz
por no ajustarse a las normas,
para saber que conseguir su derrota fue demasiado tarde,
aunque haya veces que los que son hoy
herederos de los primeros,
olvidan los días execrables,
y se convierten en Procustohitlerianos camilleros
bestias genocidas devoradoras de humanos
que aclamadas con loores, hosannas y glorias
comienzan quemando libros
para convertir su deseo en realidad,
y siguen como siempre
poniendo tu nombre y el mío en la carpeta de un archivo
en cuyo encabezamiento se lee claramente:
LOS QUE NO ESTAN CONMIGO SON ANTISÉMITAS,
Lo siguiente no hace falta explicar lo.
Solo la espera de que la guerra natural de la biología
imponga pronto la justicia poética,
para regalarnos de nuevo el sentir del sol sobre la cara , despertar ilusiones, metas, sueños,
incluso sufrimientos,
nos brinda hoy un poco de esperanza futura.
Enrique Ibáñez Villegas
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