Dudas y certezas en el crimen de Diana Quer

He dudado de escribir sobre este tema,  ha sido tan manoseado, tan maltratado mediáticamente que me angustia un poco que los lectores piensen que nos subimos al carro de la banalización de tanto dolor. Pero quizá, el caso de Diana Quer, sintetiza como pocos, las deficiencias que concurren en la violencia hacia la mujer. No  fue su pareja quien agredió a la joven Diana, por tanto no se considera violencia de género,  ni era nadie de su entorno cercano. Fue un depredador masculino. Como tantos, porque eso de que te pare un coche cuando caminas por una calle oscura, eso de que te aborden tipos cuando esperas a alguien que venga a recogerte, o a un taxi, es harto frecuente.  La mayoría, al darles una negativa malsonante, suelen marchar, no matan como hizo el Chicle. Cierto, Diana no tuvo suerte.

Una mujer sola caminando por una calle desierta es pieza de caza. Lo sabemos todas y lo evitamos  con ese instinto desarrollado durante siglos. Toda la basura que se ha derramado sobre la chica, por su forma de vestir, por la hora en que caminaba, por la situación personal de los padres ¡estaban divorciados! Y los problemas de incomunicación con su madre…como si todas las jovencitas de esa edad tuvieran un lenguaje fluido con los progenitores. Como decía, toda esa basura, hoy se la comen sus seres queridos porque nadie pide disculpas.

 

Subyace demasiado profundo el atavismo de las pulsiones sexuales imparables masculinas,  mientras se considera que somos nosotras quienes tenemos que controlar y evitar esas pulsiones. Es decir, lo normal es que un loco te aborde, no que camines de noche hacia tu casa. Jamás, en otros delitos, se producen esos sinsentidos de culpabilización de la víctima. Nos cansamos de repetirlo, ustedes se cansan de leerlo pero no cala. No entra en la sociedad. A nosotras nos aburre y hemos decidido desviar el punto de mira. Dejar de ser las victimarias. No queremos que nos cuiden, queremos que les controlen a ellos que son los agresores.

A Diana Quer la mataron (presuntamente…) por ser mujer. A Diana Quer la mataron por  volver a su casa de una verbena…siendo mujer. No fue para robarle, no fue para secuestrarla, no. Era mujer, se resistió y le costó la vida. El Chicle había sido acusado en dos ocasiones de violación…Él sí podía merodear a las chicas de noche, era muy libre de hacerlo porque no hay que restringir los derechos individuales. Los de él.

Lo curioso del caso, es que los encargados del caso –UCO y Comandancia de la Guardia Civil de A Coruña- han explicado que conocían todo del tipo que (supuestamente…) la mató. Desde Noviembre. Todo.  No ha podido ser detenido por falta de pruebas y porque tenía una coartada de su esposa y cuñados. Pero estaban seguros. Con todo y con eso, ha tenido que ser otra mujer, andando por la calle, la que ha sufrido el mismo intento y con su heroicidad al resistirse propició la detención del tipo. 

Con esos mimbres a mí se me plantearon varias dudas. Sí las fuerzas de seguridad del estado tuvieran la certeza absoluta de quien es el asesino de un ministro (pongan lo que quieran, futbolista de éxito, por ejemplo) de verdad, ¿me pueden asegurar que no coartarían algo la libertad de movimientos del presunto, con un seguimiento discreto pero preciso? Cuando se les  plantean estas dudas a los conocedores del derecho, me comentan que debemos tener en cuenta  la presunción de inocencia, el derecho a la intimidad de toda persona, la sociedad de derecho que ampara hasta a los malos. Oigan, y lo dicen sin torcer el gesto de risa. Porque, les diré una cosa, si de algo no se le puede imputar al movimiento feminista es lo de socavar los derechos de nadie. No es eso. Lo que pedimos es que, respetando toda la presunción que quieran, los feminicidios, tengan el mismo tratamiento que el conducir beodo o drogado, pongo por ejemplo.

Les explico: nadie en su sano juicio considera coartación de libertad que un policía nos pare y nos haga soplar en el alcoholímetro, o hacer un test de drogas, si hubiera la mínima sospecha de haberlas consumido.  Se hacen controles aleatorios en cruces, en salidas de discotecas o zonas peligrosas.  La seguridad de los ciudadanos inocentes se pone por delante de esa supuesta coartación de libertad individual . Recuerdo los años de plomo de ETA y como los controles policiales te asaltaban cada poco en cuanto te adentrabas en Euskadi, si había sospecha de atentado.  Te paraban, aleatoriamente también, revisaban tu coche, mientras cuatro encapuchados de uno noventa te ponían el arma cerca, por si las moscas. Libertad individual cortada en defensa de la seguridad de la ciudadanía.

Con nosotras, no ocurre. Y eso nos cansa. Conceden la ley de alejamiento que es saltada por el que quiere matar o agredir, porque nadie le controla, nadie le sigue ni le impide acercarse a la víctima que es quien deber huir, poner tierra de por medio, refugiarse donde puede. Repiten que se denuncie al maltratador, pero una vez puesta la denuncia el tipo sigue campando hasta que en algunos casos, cumple la amenaza: mata. Porque no se puede coartar la presunción de inocencia y hasta que no hay delito no hay medidas punibles.  ¿Presunción de inocencia en un país donde hay encarcelados políticos porque, supuestamente (no hay juicio aún) han delinquido contra la integridad del Estado? ¿Presunción de inocencia en un país donde hay unos chicos detenidos, de orden de 450 días, sin juicio por una pelea de bar, con unos policías?

Al Chicle no le detuvo la UCO ni la Guardia Civil de A Coruña. Al Chicle le detuvo una mujer valiente que se expuso a morir, como Diana, por resistirse. Y eso, por mucho que se pavoneen por las televisiones los uniformados no lo olvidamos. Y a Diana, todo apunta, que la mataron por resistirse, si se hubiera quedado bloqueada como la chiquilla de Pamplona, quizá hoy sus padres disfrutarían de ella.

Hemos llegado al punto de que exigimos que se tomen medidas restrictivas contra los presuntos culpables. Que sean ellos los vigilados, que sean ellos los reprobados, no las víctimas. Sería bueno que hubiera un registro de supuestos maltratadores, violadores, pederastas, como lo hay de yihaidistas y  que las autoridades los tuvieran bajo control.  Exigimos  que pierdan custodia y patria potestad de unos hijos que solo sufren las consecuencias de la violencia. Ningún maltratador es buen padre, es un mantra que repetimos las feministas y las expertas en violencia de género. Queremos dejar de ser heroínas  para ser simplemente ciudadanas que puedan caminar de noche libremente sin más riesgo que el tropezar con una piedra.

 

María Toca

Sobre Maria Toca 1538 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

9 comentarios

    • Hola Maria ¿como te encuentras?
      Magnifico tu escrito y verdades como catedrales.
      QUE VERGUENZA.Y AHORA SE PONEN MEDALLAS. GRACIAS A TODOS LOS DETALLES QUE DIO, LA SIGUIENTE VICTIMA,DIERON CON EL INDESEABLE ASESINO.
      QUE PASA CON EL CASO DE MARTA DEL CASTILLO, LA CHICA DE PEÑA CABARGA, LAS TRES NIÑAS DEL CASO ANGLES….ETC….??????
      NO HAY DERECHO.
      CUIDATE MUCHO

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