EL NUEVO PECADO DE LA ANTROPOLOGÍA EN GAZA

 

La antropología ha tenido un largo y difícil proceso de reflexión crítica sobre su pasado colonial y su papel en la producción de conocimiento sobre «el otro». A lo largo del siglo XX y XXI, muchas corrientes dentro de la disciplina han intentado desvincularse de sus orígenes colonialistas y han promovido enfoques decoloniales, críticos y comprometidos políticamente. Sin embargo, la falta de una denuncia clara y unificada del neocolonialismo en Gaza por parte de la antropología contemporánea es un nuevo error que la antropología como disciplina no se puede permitir.

Sabemos que la antropología hoy es un campo diverso y descentralizado, con múltiples enfoques y prioridades de investigación. No hay una única voz que represente a la disciplina, y aunque hay antropólogos individuales que denuncian el neocolonialismo en Gaza, no hay una declaración institucional fuerte desde las principales asociaciones antropológicas del mundo.
No nos puede valer de excusa que la academia antropológica occidental, especialmente en países como EE.UU. y Europa, haya sido acusada de autocensura cuando se trata de Palestina. Las universidades dependen de financiamiento gubernamental y privado, y criticar abiertamente la ocupación israelí y el neocolonialismo en Gaza puede poner en riesgo financiamiento, oportunidades laborales o reputaciones académicas.

Tampoco que la discusión sobre Gaza esté altamente politizada. En muchos contextos académicos y mediáticos, las críticas a Israel se enmarcan rápidamente como antijudía. Ni puede considerarse antijudía ni antisemita, en todo caso antisionista como ideología colonialista, la misma que tuvo Europa al repartirse África, y otras partes del mundo, en la Conferencia de Berlín en 1884-1885.


Aunque la antropología ha intentado descolonizarse, muchas instituciones académicas siguen reproduciendo narrativas eurocéntricas que dificultan una crítica contundente al neocolonialismo moderno, especialmente cuando involucra a actores occidentales o aliados estratégicos de Occidente. Nuestro último “neo neocolonialismo” es el aviso de Trump de querer “limpiar” Gaza de palestinos, y que sean reubicados en Jordania y Egipto, para convertir Gaza en una nueva “Riviera”. ¿Dónde queda la denuncia de la antropología comprometida con el ser humano?
La disciplina antropológica no puede poner de excusa que la antropología contemporánea haya puesto énfasis en estudios micro, etnografías locales y enfoques situados, lo que a veces ha diluido el análisis estructural del neocolonialismo global. En el caso de Gaza, aunque hay antropólogos que han trabajado sobre el terreno, la tendencia a evitar discursos generalizadores puede hacer que la crítica al neocolonialismo haya sido más fragmentada y menos visible. El compromiso de la Antropología es con el ser humano, después de lo  aprendido en décadas, no sirven medias tintas. Es necesario, como estudiante de Antropología, un compromiso claro y definitivo.

Las principales asociaciones antropológicas (como la American Anthropological Association o la European Association of Social Anthropologists) han tardado en pronunciarse de manera contundente sobre el genocidio en Gaza. La antropología, que ha denunciado colonialismos históricos en todo el mundo, muestra una inconsistencia al no aplicar el mismo análisis crítico al colonialismo y neocolonialismo sionista. La Antropología como disciplina y primera disciplina social en denunciar el colonialismo y neocolonialismo en el mundo, no puede mantenerse indiferente ante esta situación de genocidio, expolio y nazismo utilizado por el gobierno de Israel en Gaza y Cisjordania.

¡Cómo no acordarnos de Bauman o Lévi-Strauss y sus reflexiones sobre el nazismo y Auschwitz, o nuestra más cercana Paz Moreno Feliú con su libro “En el corazón de la zona gris”! ¿Estamos permitiendo un genocidio como lo permitió el pueblo alemán? Porque ellos sabían de dónde venían las cenizas… nosotros también debemos saberlo.

 

 

 

 

Rafael Pérez Legarre

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