El Veneno

Es difícil resistirse a las pasiones cuando son arrasadoras, de esas que cortan el aire y se posicionan alrededor del cuello apretando, dejando casi sin respiración. Es difícil, salir de ellas, volver los ojos al mundo, a la vida cotidiana que espera paciente nuestra llegada para someternos a la cruzada diaria del trabajo, los amigos, la familia. Es difícil…Lo reconozco. Asumo mi adicción; la condena que llevo pegada a la frente, desde niña, como la más placentera sentencia que penado alguno tuvo y tendrá.

 

Esa pasión infame que consume horas, días, que no deja respiro ni paciencia para otras cosas que se ven sumidas en un segundo, o tercer  puesto, se llama literatura. No puedo evitarlo, saben, me domina el vicio. Intuyo lectura,huelo libros, librerías o bibliotecas y la adrenalina, unida a las feromonas, suben hasta embotar cualquier   percepción  que no sea la adicitiva. Emborracha y difumina cualquier otra sensación o emoción. Noche hubo, que la algarabía de alguna historia bien contada, mantuvo irredento el sueño hasta llegar la hora de la vigilia sin plegar ni un solo momento los ojos. Horas, días, semanas, meses, diluidos entre la escarcha de unas hojas que apremiaban su final. Era inevitable caer en la profunda sima de querer hacer con las palabras lo mismo que hacían los que tanto placer me proporcionaban.

 

Me convertí en contadora de historia (escribidora) porque decir escritora me sigue dando tanto pudor que no puedo soltar esa palabra sin sonrojarme. No digamos, si alguien me califica de esta guisa, tiendo rauda a ocultarme entre bambalinas . El placer de concebir historias, de crear mundos, personajes, caracteres, situaciones, no sé si es mayor o similar al de leerlos, pero es muy alto. Placer y privilegio. Con todo, hay una circunstancia a la que he llegado en los últimos tiempos, que supera en gozo a todo lo anterior. Leer a dioses. Sí, tal como les digo: leer a dioses. Porque son dioses los que me emocionan, me traspasan y me encumbran a la cima de la belleza, de forma sencilla, sibilina, silenciosa, casi desconocida.

 

Desde que coordino y edito #LaPajarera, este milagro ha sido frecuente. Llegan textos a los que me asomo, como si tal cosa, de forma casi profesional hasta propasar dos o tres líneas…Y surge la magia. De pronto ya no soy editora, ni tengo que corregir comas o poner salto para fluidificar las líneas; saltan las tuercas de la profesión para salir al balcón las del placer más absoluto. Hay textos que hemos publicado que me han erizado, que han hecho brotar lágrimas de emoción ante la belleza que contienen unas humildes letras de gente  auténtica, poco dada a sortilegios y a faralaes falsos, que llega a este medio para drenar el sentimiento de hacer literatura.

 

De la buena, oigan. De la mejor. Así jamás curaré esta adicción que me abrasa. Puedo jurarlo y ni ganas.

 

 

Texto: #MariaToca

Fotografía: Ana Santamatilde.

Con todo el agradecimiento a todos los colaboradores/as de #LaPajarera al llegar a los cinco mil lectores. Y no hace un mes que vimos la luz. ¿Quién dice que no gusta leer? ¿quién dice que no gusta lo bueno?

Nunca serán bastante mis palabras para deciros cuanto aportáis.

Sobre Maria Toca 1538 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

Sé el primero en comentar

Deja un comentario