La Revolución  truncada por el Piolet. Historia de un hombre controvertido tan como vilipendiado

 

Si esta comisión decide que soy culpable en el más mínimo de los crímenes que me imputa Stalin, me comprometo de antemano a entregarme voluntariamente a las manos de los ejecutores de la GPU”

Declaración de Liev Davídovich ante la Comisión Dewey.

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=67YlPZUXmTI

https://www.youtube.com/watch?v=SIM9o-2jiLs

 

Tal vez el primer error del bolchevismo, debió de pensar Liev Davídovich, fue la radicar eliminación de las tendencias políticas que se le oponían: cuando esa pasó del exterior de la sociedad al interior del Partido, el fin de la utopía había comenzado. Si se hubiera permitido a libertad de expresión en la sociedad y dentro del Partido, el terror no hubiera podido implantarse. Por eso Stalin había emprendido la depuración política e intelectual, de manera que todo quedara bajo el control de un Estado devorado por el Partido, de un Partido devorado por el Secretario General: exactamente como Liev Davidovich le predijo a Lenin que pasaría”.

El hombre que amaba a los perros.

Leonardo Padura

 

El 20 de Agosto de 1940 las rotativas del mundo dejaron de hablar de la Guerra Mundial para dar una noticia esperada desde tiempo atrás. Se había perpetrado, por fin, el asesinato de Liev Davídovich, famoso por el apodo que tomó al firmar un manifiesto de uno de sus guardianes, mientras estaba preso en Siberia,  Trosky. Ese nombre tomado al azar le marcó hasta el final de sus días.

Liev Davídovich, de raza judía, nació en Yanova, Ucrania en 1877. Hijo de comerciantes burgueses , estudió Derecho en Odessa  tomando conciencia del injusto mundo en que había nacido y tomando partido activo desde muy pronto.

La Rusia zarista era un erial democrático. Ni una sola de las libertades burguesas se conocían en el enorme territorio de la Madre Rusia. La tierra estaba en manos de aristócratas inútiles que explotaban hasta la muerte a los aparceros, cuya lucha por sobrevivir era desesperada. Nada perdían emprendiendo una revolución porque nada tenían y su vida valía muy poco. Con censura formal en todo, hasta la palabra democracia estaba prohibida, la más mínima queja suponía la muerte violenta a manos de los esbirros de un zar que vivía totalmente de espaldas a una realidad que les saltó a  la cara de forma brutal mientras danzaban los bailes de la época.

 

Trostki participa en 1905 en el conato de Revolución fallida. Ha organizado, incluso un primer soviet que fracasa pero le enseña bien dónde están los errores.  Es confinado en Siberia escapando al año, atraviesa toda Rusia de forma clandestina, sale al exterior y llega a Londres en donde poco después  es llamado por Lenin. Trostky es socialdemócrata, perteneciendo a la facción menchevique del Partido. Lenin encabeza la facción bolchevique. Da igual, ambos se admiran y compenetran desde la disensión. Trostky intentará en los primero años conciliar ambas posturas dentro del Partido. Viaja de forma frenética por toda Europa, hasta que en 1917 regresa a Rusia cuando la Revolución se pone en marcha. Durante ese tiempo abandona sus convicciones socialdemócratas al comprobar cómo la facción menchevique del partido es tomada por las fuerzas de la reacción  recibiendo el apoyo de potencias extranjeras. A partir de ese momento, su talento, su energía hercúlea se pone al servicio del Partido Bolchevique y de Lenin. Es elegido Presidente del Primer Soviet de Petrogrado. Es uno de los responsables de la toma del Palacio de Invierno, donde hay (o había…con los nuevos tiempos, quizá no se conserve) un reloj parado en una hora determinada.

 

Lo paró Liev Davídovich bajo mandato de Lenin, como señal de la hora donde daba comienzo la nueva época para la Humanidad. El socialismo y el gobierno de los trabajadores habían tomado el poder en Rusia. La revolución acababa de dar un paso de gigante al que seguirían muchos más. El fin del capitalismo, el gobierno de los desheredados y los pobres de la tierra había comenzado. El sueño daba sus primeros pasos. La bella utopía de un mundo justo y equitativo acababa de empezar y Liev Davídovich, Trostky, estaba allí encabezando los sueños.

El país se quiebra en una sangrante guerra civil además de la Mundial donde Rusia se encuentra enfangada. Lo primero que hace el gobierno revolucionario es abandonar esa guerra que solo produce hambre y muerte al pueblo ruso, que mal armado, sin apenas calzado y con un capote como único pertrecho  se enfrenta al frío secular de la tierra rusa y a las balas enemigas. Rusia abandona la I Guerra Mundial;  a cambio comienza una terrible guerra fratricida. Trostki, para entonces es Comisario de Asuntos Exteriores de la Rusia Bolchevique. Negoció  con los alemanes la paz de Brest-Litousk  abandonando la guerra mundial para dedicarse a la Revolución.

Poco tiempo después es elegido Comisario de Guerra y de la nada, sin conocimientos militares conforma el Ejército Rojo con el que derrota a los blancos (mencheviques) La fuerza hercúlea, el soplo divino del hombre que de la nada conforma un ejército orgulloso, disciplinado y vencedor, le hacen merecer el respeto y la admiración de los revolucionarios mundiales.  Lenin y Trostky son las cabezas que rigen la nueva Rusia. Poco tiempo después es designado sucesor de Ivan Ilich cuando la enfermedad hace mella en él.

A la vez un oscuro burócrata de las montañas de Georgia se abre paso en el aparato del Partido. Conoce la burocracia y los amaños de fontanería que teje sin piedad conformando alianzas hasta subir cerca de la cúspide revolucionaria. Josif Stalin, aparece en escena cuando Ivan Ilich muere.

Valiéndose de la tela de araña burocrática del Partido es elegido sucesor de Lenin, al morir éste. Dos conceptos revolucionarios colisionan. La revolución permanente y exportable al resto del mundo que encarna Trostky  -para él, no existirá verdadero socialismo hasta que el resto de la humanidad sea liberada de las garras del capitalismo- Y el de Josif Stalin, que considera la revolución acabada con  la confirmación de que el socialismo de un solo país  –Rusia– ha triunfado.

Trostky es brillante, orador que enciende a las masas, ha desarrollado teorías políticas, es creador del Ejército Ruso. Stalin, es un oscuro montañés que se expresa mal y poco, mediocre pero maniobrero. Y psicópata, cosa que aún no saben. Dos formas de enfrentar al mundo, a la sociedad y al poder se miran a los ojos. El odio de Stalin se materializa ante las críticas despiadas de Trostky a su forma de entender el socialismo. En 1925 Trostky es expulsado del Partido, en 1927 es deportado a Siberia, como antes hiciera el zar. La Revolución comienza a devorar y a devorarse. Comienza un largo y penoso exilio para Liev Davídovich donde no hallará jamás descanso ni sosiego. Primero lo confinan en Alma Ata, en la República de Kirguistán,  para expulsarlo de Rusia poco después. Kemal Atatür le da asilo en Turquía, en la isla de Prinkipo, más tarde la mermada familia de Davídovich, marcha a Francia donde no es bien recibido, trasladándose a Noruega donde un cobarde gobierno socialdemócrata se pliega ante Stalin y lo expulsa. El exiliado no tiene ni descanso ni medios. Subsiste con lo que le pagan por sus escritos, ha perdido a dos hijos, y su única hija se suicida en Francia aquejada de tuberculosis y destrozada por la situación familiar. Su esposo ha sido asesinado y su madre, la primera esposa de Trostky  también .

El exiliado pone rumbo al Atlántico, donde el generoso presidente Cárdenas, escucha la súplicas del pintor Rivera y de Frida Khalo y le concede asilo en México. Sin demasiada esperanza abandona el viejo continente y en México es recibido con honores, pasando dos años a residir en la Casa Azul que comparte con el pintor y con Frida.

 

 

Durante ese tiempo, el georgiano no se queda quieto. El odio tiene largo el brazo, además de asesinar a secretarios, amigos, y adeptos de Trostki, en Rusia y en otros países, mueve a las bases de los Partidos Comunistas del mundo. Especialmente en México donde reside el exiliado. Día tras día, Cárdenas es asaeteado por telegramas de comunistas pidiendo que expulsen al desertor, al traidor, al aliado del fascismo y del capitalismo, al enemigo del proletariado, traidor de la clase obrera. Liev Davidovich, Trostkiy

Todas esas acusaciones han construido contra él, pero no solo las dirige hacia el exiliado. Durante los años treinta Stalin construye cuatro juicios sumarísimos que van eliminando de forma deleznable a la plana mayor de la Revolución. Todo el que tuvo algo que ver con Lenin, el que confraternizó con el creador del estado soviético es sospechoso y debe morir. Construye acusaciones terribles e irrisorias, realiza juicios humillantes donde no solo se les condena a muerte sino que se les obliga a redactar una cartas vergonzosas donde confiesan crímenes irreales y fantasiosos, confirmando su traición , solicitan el perdón y el amor del padrecito Stalin. Uno de los detenidos, tiene que presentarse al juicio con la dentadura postiza de un muerto. Durante el interrogatorio ha perdido todos sus dientes. Treblinka se convierte en la antesala del infierno, su sola presencia hierática irradia terror al pueblo soviético.  Stalin, no solo  mata a sus opositores sino que  los arrastra por el fango de la humillación más deleznable. La revolución ha sido  enterrada por el Gran Sepulturero Stalin.

Son asesinados: Zimoviev, Kamenev, Smirnov, Mrachkousky, en un primer juicio, la que siguen, Pyatakov, Rodek, Sokolnikov, Mura-lov, Serebzyakov, en el segundo juicio, dejando para el tercero y cuarto respectivamente,  al mariscal Tuyachevsky y casi todos los generales del Ejercito Rojo y por último, caen los grandes, Rikov, Bujarin, Krestinkg, Ralovsky y Yagoda.

 

 

Da igual que hayan lamido las botas del esbirro, que hayan traicionado a compañeros y amigos con la esperanza (vana) de salvarse. Caen todos. Diezma y descabeza al Ejército Rojo, a la plana mayor de los viejos revolucionarios que labraron con Lenin y Trostki la gran esperanza y la utopía de los pobres.

El terror asola y ensombrece la gélidas tierras rusas. Nadie está seguro. No hay posibilidad de cobertura. La larga mano del comunismo staliniano repta por las cloacas de todo el mundo.

Mientras en España hay una guerra fratricida. Un joven, nacido burgués en Barcelona, hijo de un empresario textil, Pau Mercader y de una joven burguesa, nacida en Cuba, criada durante un tiempo en las tierras cántabras, de porte elegante y distinguido, Caridad del Río, a la que su matrimonio decepciona,

 

 

 

 

 

 

quizá debido a las humillaciones y sevicias producidas por el marido, la enloquecen, hasta que es confinada en un psiquiátrico. Nunca perdona Caridad la humillación y el confinamiento, su corazón se llena de odio. Buscando cómo canalizarlo sale al encuentro de las nuevas corrientes ideológicas que surgen en la Barcelona burguesa de principios de siglo. Comienza a frecuentar ambientes anarquistas, incluso fomenta atentados contra las propiedades de Mercader. Pasa luego a la militancia comunista que abraza con todo el odio que anida en su corazón. Caridad se hace agente de GPU durante la guerra de España. Ha dejado a su marido y vive junto a sus  hijos en Paris, uno de ellos, amamantado por una ama de Cantabria, es el arma más letal que tiene Caridad en sus manos. El joven Ramón, distinguido, guapo, alto, elegante y con maneras exquisitas, muestra el mismo afán que su madre. Pasa a militar en el PCUS , intenta entrar en el ejercito pero es rechazado debido a su militancia y a una estancia en la cárcel.  Comenzada la guerra, lucha con valor y consigue lo que la paz le ha negado, el grado de capitán del ejército republicano.

 

Caridad le capta para el espionaje ruso. Antes de que la guerra acabe ya está Ramón Mercader con los soviéticos. Los sucesos acaecidos en la Barcelona del 36, en el edificio de Telefónica donde son defenestrados miembros del POUM y anarquistas no le abre los ojos, aunque conoce y admira a Andreu Nin. La muerte terrible de este y la desaparición de su cuerpo, que jamás se encuentra, dan la pauta de lo que es resistirse a los soviéticos. La muerte de Nin, es una negra mancha en las filas republicanas ya que jamás se esclareció su desaparición aunque hoy sabemos, debido a las memorias y confesiones de  algunos presentes, que fue terrible. Nin no se doblegó, no firmó su autocondena como tantos y jamás consiguieron de él rebajar su prestigio. Un testigo de excepción de esos sucesos recibiría el impacto de lo que una sociedad revolucionaria enferma puede ocasionar. Orwell y  toda su obra nacieron del impacto que le supuso vivir los meses de las purgas en Barcelona.

 

Ramón Mercader masca el odio que le supone la derrota del ejército republicano y los sueños que ha vivido desde niño. Caridad, y los amigos soviéticos hacen su trabajo aleccionando a un perfecto soldado sin alma. O con un alma confeccionada al antojo del miedo y el odio.

Es formado en Maljakava, como asesino robotizado, apto para recibir órdenes del amo Stalin. Labran en su cabeza las historias concebidas por el Timonel de la Revolución, le cuentan que Trostki es enemigo de sus sueños, que pacta con el fascismo,  siendo causa y  camino de la derrota española dejándole entrever que su misión histórica y salvadora está en seguir ciegamente las pautas dictadas por Moscú pasando a la historia como mano ejecutora y salvadora de la Revolución de Octubre.

Un elegante y adinerado hombre llamado Jacson, también conocido por Mornard conoce a una joven trostkista en París. Su hermana ha sido secretaria  del exiliado y tiene acceso a su intimidad. Silvia Ageloff, pica el anzuelo del amor que le tiende Ramón,  Jacson, o Mornard porque abandonó para siempre su personalidad española para adoptar la nueva. Interpreta el papel que aprendió en la GPU. Es un belga, apolítico, fotógrafo adinerado que elude la guerra y cualquier conflicto social. Su meta es vivir y amar. A Silvia, naturalmente. A partir de ese encuentro fomentado por la GPU soviética, el destino está echado y la fatalidad va a trabajar a favor del desastre.

Cuando Silvia marcha de París, un apenado Jacson la escribe cartas encendidas,  pidiéndole, al poco tiempo, matrimonio,  viaja a Nueva York para estar cerca de ella. Poco después, la pareja se traslada por una temporada a México. Caridad y Eichinton (organizador del complot, posiblemente amante de Caridad) están allí organizando el desenlace.

Jacson/Mornard, se gana la confianza de los policías que custodian al exiliado.  Ya no vive en la casa de Rivera, porque dos egos tan grandes no caben en la misma mansión. Trostky ha tenido una aventura crepuscular con Frida, y quizá Natalia Sedova, compañera de Liev Davídovich algo tuviera que ver en esa marcha. Rivera y Trostky discuten porque este último no le considera capaz de liderar ninguna facción política,  salen de la Casa Azul con destino a Coyoacán. Allí toman una casa sin lujos, que es protegida por las fuerzas policiales y por fieles americanos que le custodian. El hombre que ha encabezado una revolución, ganado guerras y conformado un ejército, escribe sin demora, cuida conejos y gallinas y cultiva con mimo cactus en su pequeña casa mexicana.

Desde  Colloacán, lanza sus diatribas al mundo. Con su intuición genial, prevé un futuro que por desgracia le termina dando la razón. Stalin ha dejado caer la República española porque no tiene mayor interés en enojar a Hitler. Trostky  considera a Stalin y Hitler enemigos en público pero amigos de mesa. El mundo será repartido entre los dos genocidas, vaticina el exiliado. Peor aún, intuye que la verdadera finalidad de esa paz es la invaSión de la URSS. El pacto Ribentrop/ Malatov acaba por darle la razón. Ambos amos del mundo firman un pacto de no agresión, repartiéndose el mundo. A Hitler le toca Polonia, a Stalin, Finlandia que es ocupada por los tristes flecos del Ejército Rojo.  Los ojos de los revolucionarios mundiales se tornan a Culiacán ¿y si el viejo tuviera razón? Quizá a Ramón Mercader, o Jacson, le temblara la mano ante el pacto. Quizá se preguntara también mientras clavaba el piolet ¿y si el viejo tuviera razón? Pero es tarde. Sabe que su futuro ya está escrito con sangre. Con la sangre que brotó de un piolet abriendo en canal una cabeza que aún tuvo fuerzas para señalarle con el dedo, pedir que no le matasen porque tenían que hacerle hablar y que sacaran a Sieva, su nieto adolescente, de la escena dantesca del crimen.

En Mayo de 1940, unos borrachos al mando del pintor Siqueiros hacen una balacera sin ton ni son en la casa de Culiacán. La pericia de Natalia Sedova, que tira de la cama a Trostky lanzándolo debajo de una mesa del dormitorio quizá le salvó la vida. La casa se fortifica pero Liev Davídovich sabe que la muerte está anunciada. La pregunta es cuándo, se sabe sentenciado. La larga mano del georgiano se extiende hasta Culiacán. Trostky sabe que la siguiente no será una payasada como lo de Siqueiros, que no habrá fallo posible.

Jacson, una tarde calurosa del verano mexicano, ataviado de forma elegante, con una gabardina en la mano,  lleva un artículo para que el viejo se lo corrija. Este no confía en él pero es tan agradable, y la pobre Silvia tan poco agraciada, piensa que merece este novio que le ha caído del cielo…Cede a la entrevista con desgana porque lo suyo es leer, escribir y cuidar de sus conejos. Cuando está leyendo el taimado artículo, la mano del soldado Mercader, empuña un piolet, que quizá dirigen Caridad del Río y Eichintton desde el coche que le aguarda en la esquina de la calle Viena de Coyoacán y descarga el golpe en la cabeza del viejo. Un largo alarido, el grito de la muerte que perseguirá a Mercader hasta el final de sus días, avisa a los guardianes y a Natalia Sedova, la fiel compañera, que corren hacia el despacho del viejo. No ha muerto, el león soviético está con la cabeza abierta pero sigue vivo.  Jacson indeciso, perturbado,  contempla al viejo y escucha el grito infernal que se grabará en su memoria hasta el fin de sus días.

Es detenido, torturado con saña. México se juega su prestigio, Cárdenas está indignado por el crimen. Jacson porta una carta donde asume el crimen, contando las patrañas que Pravda publica tres días después. Es un trotskista desengañado por el líder…que le mata porque se siente traicionado.  Jamás confesará nada. Jamás asumirá su nacimiento español, la personalidad de Ramón Mercader ha sido sepultada por el odio del camarada Stalin. Cumple veinte años de cárcel en silencio. Moscú lo apoya, con un caro abogado, libros, dinero. Él sabe que su vida tampoco vale mucho, depende de su silencio y de que Moscú crea que seguirá así… callado, sin desvelar quién le envió.

Caridad pelea por su chico. Pide a Moscú que le libere. Sus peticiones entorpecen un plan de huida proyectado a espaldas de ella. Recibe los suficientes avisos para que calle también. Los escucha y pasa a residir plácidamente en París, financiada por Moscú, con medallas y honores soviéticos. Visita la URSS en contadas ocasiones, Luis Mercader, el hijo menor, que vive allí,  cuenta que en una ocasión le confesó: “yo soy muy buena luchando por el paraíso soviético, pero no soporto vivir en él”

Mercader o Jacson, o Mornard, enseña en la cárcel a más de 500 presos a leer, es un preso educado, correcto, presto a ayudar. Moscú le envía a una mujer para que lo acompañe y agradecido se casa con ella. Cuando sale de la cárcel, es un apátrida que no encuentra sitio ni lugar donde descansar. En la URSS le ponen medallas, sin alharacas, en silencio. Le conceden un piso de cuatro habitaciones, dacha y coche. Todo un privilegio que su mentor, Eichteton, no disfruta. Ha sido confinado en Siberia, proscrito y vive casi en la indigencia. El poder soviético sigue devorando a sus hijos.

Mercader sueña con regresar a Cataluña, sueña con tener un restaurante en una cala de la Costa Brava. No es posible. No puede salir de la URSS, cuando está enfermo de muerte le consienten vivir en Cuba, acogido con cariño por Fidel y Raúl Castro. Muere de un cáncer de huesos después de una larga agonía. Mucho antes, le confiesa a su hermano Luis: “cuanto nos han engañado”

Como dijo un viejo comunista trostkista: “una vida inútil, destrozada por y para  nada” Como tantos que enterraron la utopía y los sueños bajo la losa del miedo y del odio. Está enterrado en el cementerio moscovita de Kuntsevo, como un héroe,  bajo el nombre de Ramón Ivanovic López.

 

 

Tal como auguró su madre en un supuesto diálogo, dejó que Stalin pensara por él:

Ramón: –»Terminada la guerra quiero quedarme a vivir en España.»-

Caridad:-«Tú no eliges. Ninguno de nosotros elige. Sólo hacemos lo que decide el partido»-.

Ramón: –»Me niego»-.

Caridad:–»Métete esto en la cabeza de una puta vez. No piensas, solo obedeces. No actúas por tu cuenta, sólo ejecutas. No decides, solo cumples. Tú serás mi mano en el cuello de ese hijo de puta, mi voz será la del camarada Stalin, y Stalin piensa por todos nosotros»-.

 

María Toca©

 

 

Agradezco y confieso que este artículo no hubiera sido posible sin la lectura del libro citado en el encabezamiento del texto. El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura. Mi recomendación es que lo lean. Así como a Orwell. Sin ellos no es posible entender el marasmo y la realidad aplastante de lo que supuso la Revolución Rusa que ha sido, quizá, el suceso más importante y esperanzador del siglo XX, desgraciadamente sepultado bajo el odio  y la malversación que el ser humano hace de toda idea genial.

Ramon Mercader, aka Jacques Mornard and Frank Jackson, assassin of Leon Trotsky, appears in a pensive mood on the roof of a police station in Mexico City, Aug. 27, 1940. Mercader attacked Trotsky with a pickax on Aug. 21, fatally wounding him. (AP Photo)

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Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

3 comentarios

  1. Recuerdo una anécdota, yo frecuentaba una cafetería y en cierta ocasión el propietario me espetó lo siguiente :
    Tú eres de izquierdas verdad?
    Sí – le respondí –
    Y que piensas del estalinismo? Acaso no lo vas a condenar?
    Por supuesto que lo condenó, por ser un régimen brutal, atroz y que en nada o en casi nada tenia que ver con el socialismo.
    Ante esta respuesta se quedó pálido y ahí terminó la conversación.

    Conclusión : que hay que hacer mucha pedagogía, que la gente no comprende ni sabe lo que verdaderamente significó la Revolución Rusa, que ésta fue ampliamente acosada, acosada desde las potencias imperialistas y desde dentro por tipejos arribistas como Estalin, y que ha sido Calumniada sin criterio por la historiografia capitalista con una finalidad muy clara, que no nos rebelemos, que no nos levantemos contra la podredumbre del capitalismo, que abandonemos toda esperanza. Eso es lo que quieren.
    Gracias María por haber recordado a este compañero, a Trosky, al que tanto debemos.

  2. Lo del recibimiento caluroso de Fidel Castro a este criminal manipulado, es el colofón de esta historia de terror dibujada por el sátrapa ignorante Stalin.
    De hasta qué punto la burocracia es capaz de hacer y deshacer a su escalofriante antojo, por encima de realidades y de sueños, de lucha solidaria, de méritos castrenses, de capacidad cultural, humana…

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