Minificción: Suri

La mano surgió articulada del atril y le pegó un bofetón. El candidato no protestó. Suri le había pillado mintiendo. Él se disculpó y siguió su perorata. Sin posibilidad de lanzar bulos ni “bolas”, atenazado por el miedo a volver a cobrar, terminó su turno en seguida. El siguiente en tomar la palabra en el debate tenía el rostro ya colorado. Minutos antes, el brazo articulado le había soltado dos galletas. La primera, por interrumpir. La segunda, por insultar. Suri, una moderadora de piel tan tersa que ni se le habían abierto los poros, también activaba el ensañamiento mecánico de los atriles en cuanto escuchaba tonterías. Casi ninguno de los candidatos se libró. Había uno mudo, con los carrillos hinchados, silenciado a tortazos. Eso sí, las audiencias de la tv disparadas. ¿Cómo habían llegado a eso?
Todo empezó por la nula hondura dialéctica de los debates. Previsibles e impresentables. Dejaron de interesar. En lugar de enmendarse, los candidatos de la oposición dieron show: mentiras, amenazas, poses estrafalarias, ofensas, agresiones, provocaciones. Y los moderadores no ponían orden. Lo prioritario era el espectáculo. La población sin embargo se hartó y les dio la espalda. «¿Debates? No, gracias. Antes ver otra vez Ben-Hur».
¿Cómo recuperar a los espectadores? Alguien sugirió a los líderes acudir a Suri, la nueva estrella de la pantalla; fría, cortante, con RAM infinita y procesador neutral e infalible en nanosegundos. ¡Una androide de moderadora! «Sí. Eso sumará al show», se convencieron.
—¿Aceptarán mis reglas? —preguntó ella con voz metálica.

 Jesús R. Delgado

“Los Web. ¿Inconformistas o solo locos?”
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Sobre Jesús R. Delgado 12 artículos
Director de Cine y Cortometraje. Escritor. Profesor de Cinematografía. Periodista (EFE, País, Norte de Castilla, El Semanal)

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