Reactiva

Entro en la panadería de mi barrio a reponer el bien más preciado para mis desayunos cuando observo que detrás de mí entra apresurada otra mujer.

Parece llevar cierta agitación y a pesar de ser festivo va cargada con bolsas.

Se coloca delante de otras personas que ya esperan para comprar y parece no ser capaz de hacer una cola, adelantando el cuerpo y pasando por el costado de quien mira con deleite y sosiego el escaparate.

Cuando la panadera, diligente, pregunta quién es la siguiente para atender ella levanta el brazo y contesta un yo, con la voz muy alta.

Otra mujer y yo cruzamos miradas silenciosas y gestos de desconcierto cuando la dueña del negocio le comenta:
-No, no va usted. Tiene tres personas por delante.

-Vale, vale, tranquila, eh? dice la otra. No pretendía colarme ¡estaría bueno!

-Yo estoy muy tranquila, nada nerviosa, responde la dueña del negocio; simplemente es que hay personas a las que atender antes. Y sigue despachando.

-Pues mira ¿sabes lo que te digo? que no quiero tu pan, cargado de malas vibraciones y energías chungas.
Que luego me las como yo.
¡Ya no quiero nada! Y menos, malas formas.
¡Que te den!

Y sale displicente, enfadada, empujando cuerpos y murmurando.

Me quedo pensando que hay personas que están en guerra consigo. Me quedo pensando en las épocas en que todos somos esas personas.
Momentos del camino en que cuentas en las reuniones cómo todos tus ex te han hecho daño, tus compañeros de trabajo te hostigaron, tus padres no te dieron amor, algunas amigas hablaron mal de ti, tu vecina te tuvo envidia y el periodista del telediario te miró mal, mientras comías, al ir a dar una noticia.

Hay momentos de guerra interna muy profunda.
Muy adentro y muy en guerra.

Y ni la masa madre recién horneada nos puede enternecer.

María Sabroso.

Sobre María Sabroso 106 artículos
Sexologa, psicoterapeuta Terapeuta en Esapacio Karezza. Escritora

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