SOBRE LA TRANSVERSALIDAD

Estoy con PODEMOS y apoyo decididamente el proyecto SUMAR. Comienzo así esta reflexión porque hay alguien que quiere, a toda costa, establecer una «interesada disyuntiva«. ¿A quién le puede interesar cavar una zanja, cuanto más profunda mejor, entre ambos proyectos? Sólo a AQUEL que sabe que ambos tienen el mismo objetivo y que, sobre todo, unidos lo pueden conseguir.
Durante mucho tiempo -todavía me lo sigo preguntando- me he interrogado sobre el origen de la maldición cainita de la izquierda española. Los beneficiarios de la misma siempre los he tenido claros, tanto como las víctimas. Porque las diferencias, casi nunca o, al menos, de forma sustancial, han estado en los objetivos: construir una sociedad más igualitaria, más justa, más plural… Desde este punto de vista, al enemigo siempre le ha interesado poner la lupa en las diferencias. El problema es que, en muchas ocasiones, el enemigo, sin querer queriendo, se aloja dentro de la propia izquierda, en su miopía, en su egolatría, en su testosterona…. Como si el otro, no fuera ya lo bastante potente.
Llevemos el problema a la situación actual. El contexto es claro: todo indica que una propuesta unitaria de la izquierda a la izquierda del PSOE posibilitaría una reedición mejorada del actual gobierno de coalición, digo mejorada, porque la influencia en el potencial gobierno progresista de «la izquierda a la izquierda» podría ser mayor. Doy por sabida la otra gran virtualidad de este hecho: se establecería un cortafuegos potente social y políticamente hablando, con respecto a la derecha y la ultraderecha y su más que previsible coalición.
Adelanto de antemano que, si se pone el foco en esto, el resto de cuestiones debieran ser secundarias.
En la situación actual, el problema radica en el enfrentamiento entre PODEMOS y SUMAR, el enfrentamiento no está en los objetivos, ni siquiera en buena parte de los contenidos. ¿Entonces?
Para empezar sería bueno aclarar que son y que suponen ambos proyectos enfrentados. Hagámoslo cronológicamente. PODEMOS nace sobre la ola de un movimiento ciudadano, el 15M, un movimiento absolutamente transversal que, en su nacimiento y desborde huye de siglas y símbolos, de conceptos petrificados, poniendo tierra de por medio, no sólo programática, con los partidos «tradicionales«, aquellos que habían llevado a la política española a un «bipartidismo decrépito». Su transversalidad radicaba en esto: era más fácil poner a la gente de acuerdo en las carencias y en la indignación que en las siglas. Los primeros unen, las segundas separan.
Con esa herencia transversal llegó PODEMOS a las instituciones, fundiéndose con las «mareas ciudadanas«, estableciendo los «circulos«, entes abiertos a todo el mundo que quisiera participar desde su barrio, su pueblo o su ciudad en la vida política, partiendo de lo local y llegando a lo nacional o transnacional. Esa marea transversal llevó a la conquista de los Ayuntamientos y a la ocupación del Congreso con un número de diputados jamás visto en «la izquierda de la izquierda».
Pero esa transversalidad, esa herencia se fue difuminando (no voy ahora a analizar las causas, me limitaré a la exposición de los hechos). Seguramente por una evolución natural, Vistalegre I y Vistalegre II, acabó por convertir a PODEMOS en un partido bastante parecido a aquellos de los que se había intentado huir, no me refiero a sus objetivos y contenidos ideológicos, sino a los puramente organizativos y estructurales. Con todo, lo conseguido por PODEMOS en esta última etapa de la democracia española no es baladí y tiene un peso muy grande en la evolución de la misma y en su profundización. Por citar algunas cuestiones que me parecen claves:
1. Cambio en la financiación, huyendo de la dependencia de los lobbies de la Banca
2. Inclusión de las primarias (aunque éstas hayan acabado sufriendo un lógico y ¿natural? proceso de degradación.
3. Ruptura del bipartidismo.
4. Gobierno de coalición progresista.
5. ……………
Ésta última me parece de una importancia radical, puesto que ha acabado con el relato interesado de la incapacidad para gobernar de «la izquierda a la izquierda» y porque, además, se he ejercido una influencia real sobre el partido socialista que, por primera vez, se ha visto obligado a implementar políticas más equilibradoras y justas. Todo un logro, viniendo de donde veníamos.
En conclusión, volviendo al «enfrentamiento«, nos encontramos con que uno de los proyectos enfrentados, ha acabado siendo un partido muy cercano al concepto tradicional, pero, al mismo tiempo, el gran dinamizador, el gran protagonista de los cambios para bien (el común) de la democracia española.
SUMAR, en lo que conocemos, no es un partido, ni pretende serlo. Por los pasos dados hasta ahora, su gran objetivo es volver a retomar la raíz, dando otra vez el protagonismo a la ciudadanía española, sin localización ideológica previa, es decir, volviendo a la transversalidad. Se trata de cambiar el paradigma «partido+ciudadanía» por el de «ciudadanía +partido. Es decir, si, en el marco tradicional, son los partidos los que protagonizan e impulsan la política, arrastrando con ellos a la ciudadanía, en la nueva propuesta será la ciudadanía, convertida en un gran lobby, la que marque el paso a los partidos políticos. El proceso de «escucha» y la constitución de grupos ciudadanos para la elaboración de la España del presente y del futuro, parecen ir por ese camino. SUMAR pretende recuperar parte de la transversalidad perdida por PODEMOS, que, acuciado por las cloacas del sistema y por errores internos, lógicos y naturales en todo proyecto humano, se ha ido arrinconando, elección tras elección, y perdiendo buena parte de la herencia. Esto no es una opinión, sino un hecho más que constatable.
Llegado a este punto, lo que debiera ser un relevo natural, lógico y beneficioso para el objetivo último -profundización en la democracia a partir del avance en una España más justa, más igualitaria y plural- se ha convertido en un enfrentamiento por la posesión del testigo.
Y es aquí donde, desde mi humilde punto de vista, se produce la patología cainita, porque, en ese proceso natural de miopía, ambos piensan que son los que deben protagonizar la siguiente etapa, unos porque todo lo vivido y lo conseguido les otorga el título y el timón, otros, porque entienden que se necesita recuperar una imagen perdida y, por tanto la transversalidad necesaria para ocupar la centralidad política y social.
En medio de estas dos visiones, la gente común, que no acaba de entender que, si el objetivo es lo prioritario, pueda llegar a ponerse en peligro. Y uno, que se siente común entre los comunes, piensa que las siglas no son más que siglas, es decir, instrumentos de usar y tirar, cuando no sirvan al objetivo, el eterno, el que la humanidad siempre tendrá en el horizonte: un mundo mejor, más justo y habitable. PODEMOS ha cubierto una etapa esencial de la democracia española y debe seguir en ello, pero aceptando otro papel distinto al que ha tenido hasta ahora. Si todo va bien, con el tiempo, SUMAR tendrá que ceder el testigo para que otro proyecto recoja su herencia y la profundice.
Las siglas, las pasiones descontroladas e intestinales las dejo para el fútbol, con esa ración de enajenación ya tengo más que suficiente.
Juan Jurado.
Sobre JuanJ Jurado 75 artículos
Profesor de Lengua y Literatura española. Publicaciones en La prensa en el Aula. Octaedro. Cuaderno para la comprensión de textos. Octaedro. Ponente del Diseño curricular base para la enseñanza de la Lengua y la literatura española en la ESO, en Andalucía. He sido portavoz y concejal por el grupo municipal de IU en Úbeda. Actualmente no milito en ninguna organización política, pero si la calle me llama, voy.

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