Super-Vivencia

 

 

Como otorgar hondura, cuando las cifras hablan. Como sentir asfixia, cuando estas a cobijo. Que la vida es un sueño depende, también puede ser pesadilla. Más de los que creéis penden de un hilo. Hay quien ha dejado de ser humano para convertirse en máquina salvadora. Mecánicamente y como si se tratara de una letanía se equipa para hacerlo una y otra vez, con gafas, batas, guantes. Se frota y re frota cuál acto sacro con soluciones alcohólicas, dejándose el pellejo día y noche. Están también los que salen cada día hacía sus trabajos con la cabeza gacha, sin encontrar sentido alguno a su labor. Atemorizados por llevar el bicho a sus hogares. Estando en constante revuelta con el patrón. Estos y los otros no son del todo conocedores del orgullo que sienten aquellos que los esperan en casa. Los aplausos, los bravo, las cacerolas, poesías y canciones son para todos y cada uno de vosotros. El resto hiperconectado reza su propio agnosticismo. Sólo cuando te ves lavarte compulsivamente las manos, desinfectando mandos a distancia a diario, interruptores, las manillas de puertas y ventanas, grifos, encimeras, suelos. Tomas perspectiva del alcance trágico y global. Días extraños, convulsos, de frénetica (cre) acción, de medidas, decretos, normas, subidas, bajadas y de mirar mucho hacia el interior. Buscar entre nuestros propios escombros es aquí ahora. Da gracias si sobrevives, no olvides abrazar personas, árboles, sentimientos, hechos. «Da gracias todo el rato» Pero antes de que suceda, que sucederá. No dejéis que os invada todo este ruido virtual sin daros un respiro. Este terror que no nos permite expresar el miedo, por respeto, por no expandir oscuras sombras sobre lo que nos han hecho creer que es nuestro. Existe un mantra cristiano, más que nunca hoy dinamita nuestras cabezas: «Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris» Respiro en los ojos ausentes un deseo colectivo de que todos estemos bien, a sabiendas de que nada de eso es cierto. Es tiempo de reconocer la fragilidad que habita en nosotros. Es tiempo de no temer el derrumbe ajeno. Es tiempo de cuidarnos entre todos dejando al margen territorio, género, ego. De lucha, de acompañamiento, de paz, y sí de amor del bueno. De librar un virus endémico, social, capital, de aprender a transitar en esta guerra distopica y abstracta. Es tiempo de, Super VIVENCIA.

 

Tatiana Perdiguero Oria

Imagen: cedida por su autor Juanjo Viota

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