Anatomía deforme

Desde hace ya algún tiempo, las personas que suelen leer en mi muro saben que procuro utilizar, cuando me refiero a la «derecha política» (PP, VOX y Cs) el adjetivo «españolista» en sustitución de «española«.
Este empecinamiento lingüístico, por mi parte, no es gratuito y creo que tiene su justificación. Algo que intentaré explicar a continuación.
En primer lugar, creo que será de una gran utilidad, describir de forma clara el concepto «nación«. Para ello, es necesario distinguir, por un lado, «nación cultural» y «nación política». La primera se origina a partir de la historia, su memoria y generaciones de cultura y vida colectiva. La nación cultural no se anula a pesar de poder ser dividida en varios Estados, y muchas naciones culturales pueden unirse para formar un país o nación política, regida por el Estado que la gobierna.
Si aplicamos este planteamiento a España, es claro que en España conviven varias naciones culturalmente hablando, tantas como lenguas (recordemos que toda lengua es vehículo de cultura): castellano, catalán, euskera y gallego, cada una de ellas con sus correspondientes formas dialectales. Aclaro aquí que sólo se puede considerar como Lengua aquella forma de expresión lingüística de una comunidad que está dotada de gramática propia y de una tradición literaria propia.
Esas naciones culturales, en la actualidad (no siempre) constituyen una nación de naturaleza política, amparada en una Constitución que las reconoce y regida por un Estado.
Hechas estas aclaraciones, por qué considero que es más riguroso hablar de «derecha españolista«. Aclaremos los dos conceptos: españolista y español. Según la RAE, el primer término se define como «afecto al españolismo«, siendo éste último definido también como «amor o apego a lo español«.
Lo normal sería que hablar de una derecha españolista, nos remitiera a una derecha que siente amor por lo español, es decir, por todo lo relacionado con España, como nación cultural y política.
Pero, a partir de aquí, entramos en una cadena de «deformaciones». La primera conceptual: partidos como Vox, el PP e incluso ciudadanos demuestran auténticos problemas para integrar en su pensamiento político la pluralidad nacional y cultural existente. Esa deformación cultural -monoculturalidad- correlaciona con una deformación política que enraíza con la «unidad» de la que hablaba la dictadura, teniendo, en la práctica, auténticos problemas para admitir un estado autonómico y, menos aún, federal. Recordemos que la derecha no votó la Constitución del 78, entre otras cuestiones, por no admitir el estado autonómico, precursor, según ellos, de la destrucción de la unidad de la nación (cultural y política).
Finalmente, esas deformaciones -cultural y política- conllevan la deformación lingüística, puesto que en la práctica «españolista» y «española» acaban convirtiéndose en una especie de «antónimos deformes«. De forma que «españolista» se definiría como partidario de una sola nación tanto cultural como política. Mientras que «español» se definiría como lo contrario, es decir, partidario de una nación de naciones, culturalmente hablando….
Perdonen la extensión y, probablemente, la falta de claridad.
Juan Jurado
Sobre JuanJ Jurado 75 artículos
Profesor de Lengua y Literatura española. Publicaciones en La prensa en el Aula. Octaedro. Cuaderno para la comprensión de textos. Octaedro. Ponente del Diseño curricular base para la enseñanza de la Lengua y la literatura española en la ESO, en Andalucía. He sido portavoz y concejal por el grupo municipal de IU en Úbeda. Actualmente no milito en ninguna organización política, pero si la calle me llama, voy.

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