DIARIO DE UNA NIÑA GACETÍ
Al salir dejé la niñez en el cajón
y sobre la mesa de la cocina
puse el caballito de juguete
en su bolsa de plástico.
En Dejando atrás la niñez de Musab Abu Toha
Poeta y escritor palestino Gacetí
Esperando la muerte,
como un pajarillo inocente quemado vivo
por racimos de bombas Israelís,
aleteando al viento entre un charco de sangre y píos angustiados para reclamar ayuda y compasión .
Cubierta por el polvo en el que los bombardeos habían convertido su casa;
enseguida comprendió que la muerte
por inanición era el destino que los dioses del mundo,
le habían reservado.
Y mientras la compasiva muerte, más humana que las aceradas uñas que siembran el odio y siegan la luz de los ojos inocentes,
iba durmiendo con amoroso mimo el dolorido saco de heridas , en el que el bombardeo israelí
había convertido su cuerpecito,
fue contandonos en silencio la extinción
de su familia.
Primero murió el abuelo .
No pudo resistir la destrucción de sus olivos por el asedio a sed y hachazos al que los terroristas colonos sionistas les sometieron.
Pocos días después, entre el dolor que le produjo la muerte del abuelo y la falta de alimentos a los que estábamos sometidos por nuestros invasores, murió de inanición la abuela.
La siguiente en desaparecer de la familia,
fue mi tía,
que acusada de terrorista por no querer abandonar su casa para ser ocupada rápidamente por colonos sionistas ,
le sacaron a la fuerza de ella,
y tras patearla le dieron entre risotadas un tiro en el pecho , dejando se fuese desangrando lentamente,
sin que ninguno de la familia pudiésemos hacer nada para reclamar una ambulancia,
frente a los amenazadores fusiles de los colonos que nos apuntaban.
La cuarta fue mi madre que embarazada, sin agua y sin alimentos murió en el parto, con el hermanito que llevaba dentro de su vientre.
Luego les tocó el turno de la muerte por frio y hambre a mis dos hermanos pequeños,
Josep y Jusein, de 4 y 6 años,
que pidiendo, como pajarillos hambrientos
y sedientos, agua y pan,
no pudimos darles, porque el plan del sitio
al que los israelitas nos tenían sometidos,
no permitía llegada alguna de alimentos , agua, carbón o electricidad a la franja de Gaza
para que muriésemos de inanición .
Finalmente le tocó el turno a mi padre que fue tiroteado por intentar llevarme a un hospital para que fuese curada de las heridas que me produjo el bombardeo de mi casa.
Ahora sola a mis nueve años,
entre cadáveres amontonados a mi alrededor,
y bombardeos que no paran ,
sin nada que llevarme a la boca ni un sorbo de agua que calme mi sed,
se que yo Anna Awad,
seré la última de mi familia que desaparecerá en este ghetto-horno crematorio
al aire libre de Gaza.
Por lo que pido a la muerte que para no sufrir más, me apunte en su lista cuanto antes.
Enrique Ibáñez Villegas
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