
Queridos camaradas feministas:
Esta carta no está escrita con la intencionalidad de herir vuestro laxo y sensible orgullo de hombres de izquierda, ni tan siquiera me propongo ver vuestro ego de hoz y martillo vilipendiado con certezas absoluta salvo las apreciables y que todas conocemos; la intención de la misiva es acercarte a lo que todas pensamos y no decimos. Siento tocarte donde Marx te duele, pero Karl se está revolviendo en su tumba al observar la vaga compresión lectora que hacéis de su filosofía. Resulta que cuando hablamos de explotación laboral todo parece estar muy claro, detestáis el miserable modelo burgués porque oprime al proletariado y las clases trabajadoras necesitan rebelarse ante la desigualdad social.
Léeme atentamente:
Las mujeres somos una clase oprimida. La libertad solo es posible con la liberación IGUAL de las mujeres después de derrocar la explotación ( sexual, laboral y reproductiva) . La abolición, igual para todas, de la prostitución, es un sistema institucionalizado como medio de producción y de propiedad privada de nuestros cuerpos expropiados por los capitalistas. La prostitución que defiendes no puede considerarse como trabajo, ya que la mujer es utilizada como mercancía y no es el resultado de fuerza productivas, sino de la explotación. Pequeño burgués de izquierda, la prostitución es un fenómeno que está estrechamente ligado a las rentas, y se desarrolla y prospera en la época dominada por el capital y la propiedad privada. Sabrás, querido camarada, que la igualdad solo es posible con la liberación colectiva y no con la «libre elección» individualista. La prostitución es sobre todo un fenómeno social; está estrechamente conectado a la necesitada posición de la mujer y su dependencia económica con respecto al hombre, por eso las raíces de la prostitución están en la economía.
«La humanidad contemporánea, como dice acertadamente la escritora alemana Meisel-Hess, es muy pobre en “potencial de amor”. Cada uno de los sexos busca al otro con la única esperanza de lograr la mayor satisfacción posible de placeres espirituales y físicos para sí, utilizando como medio al otro. El amante o el novio no piensan para nada en los sentimientos, en la labor psicológica que se efectúa en el alma de la persona amada».
Y como os da pereza vivir como hombres de izquierda pues decís que sois libres y progresistas. Lo de la camaradería y la solidaridad ya por otro momento.



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