Cortina Rasgada

… cuando las voces broncas del país que desprecio ofenden tus oídos, el asombro te invade: ¿qué más quieren de ti?:¿no has saldado la deuda?:el exilio te ha convertido en un ser distinto, que no tiene nada que ver con el que conocieron: su ley no es ya tu ley: su fuero no es ya tu fuero: nadie te espera en Ítaca …

En Juan sin tierra de Juan Goytisolo
A mi madre .

I

Yo, también viví envuelto
en una tenue gasa
en la que los hilos del corazón
estaban coligados
a los recuerdos de pelotas de trapo o papel,
a canicas de barro o cristal,
a competiciones de aros, chapas,
moto pies de madera
y lecheras montadas a la jineta,
sobre cansinos burros
bajando por empinadas cuestas,
con ollas acomodadas
en avejentados cuévanos,
aromatizados por la punzante conjunción
de la humedad inseparable
de un persistente “chirimiri”
refregado con churras y boñiga.
También pensaba
que la añoranza era algo útil,
esa agridulce añoranza
de los cuentos infantiles
narrados en penumbra junto al fuego
por mi abuela,
misterioso acento de una voz extinta,
que un sábado muy feo,
en aquellos tiempos en que suicidarse
estaba prohibido por decreto,
decidió lanzarse al vacío
saltando desde el balcón de su antepecho
para coger un tren
que viajaba hacia la nada,
por negarse a ver
como su deterioro y decadencia,
progresaba imparable en el oscuro cuarto,
de la zafia y sombría estación,
de una España provinciana de posguerra.
Muerte, que para poder ser asilada
en campo santo
se anunció como Dios manda,
“habiendo recibido los SS.SS y la Bendición Apostólica”,
y que dejo a mi curiosidad vacía de respuestas,
lo cual me hizo acoplar sábado y desgracia
con visiones de nostalgia
de baños bullangueros infantiles
los veranos por la tarde,
en una pequeña playa llamada “Los peligros”
y tras del baño el inenarrable “ñisco
al bocata de chorizo o mortadela,
para seguidamente ir toda la familia,
en tropel,
ataviados con viseras de paja
y pertrechados con coloristas
calderos y “ redeños”,
a coger cámbaros,
esquilas, lapas y caracolillos,
a un cercano promontorio.
Innúmeras imágenes
recuperadas de entre las imprecisas brumas
de esa enemiga mortal del sesteo
que es la memoria,
intercaladas con percepciones de recuerdos
de historietas
de terribles “sacamantecas”
persiguiendo a criaturas por las calles,
para extraer de su pancita
la grasa acumulada,
que convertida en aceite de fritanga,
decían los adultos,
se vendería al estraperlo por las calles.
Y el dulce nirvana de la siesta,
navegando entre la memoria y la imaginación,
para crear un mundo de ensueño y fantasía
que me ayudase a soportar
sin queja alguna
mi pobre vida cotidiana,
con el regusto del vinito blanco
de solera
o del “vermucito” tomado al mediodía
y soñando con el obligatorio tintorro
que tomaría por la tarde
para ser aceptado en la manada.

II
Sensaciones difusas de la sonrisa generosa
de algunos buenos amigos,
cuyos vestigios se engarzan imprecisos,
como los cristales rotos,
con imágenes de representaciones dispares
de obras de teatro,
proyecciones de cine y exposiciones de pintura,
devoradas con ímpetu inocente ,
para intentar comprender y comprenderme,
que me aventuraron en el dulce placer
de la lectura
entre las grises y agrietadas paredes
de un cadavérico ateneo santanderino
con olor penetrante a complicidad y naftalina,
cuyas actividades vigiladas dos pisos más abajo
por el siniestro delegado del
Ministerio de Información y Turismo
José Luís Herrero Tejedor,
sobreviven pegadas a asientos
de momentos compartidos
con un pequeño grupo de vencidos
en la incivil guerra española,
añoran tés de la pronta muerte
de Paquito, “La culona”,
para poder brindar con cava
bien fresquito,
mientras Ángeles Alonso,
directora del grupo Ateneo de Teatro,
junto a José Ramón Saiz Viadero
como coordinador de la sección de cinematografía y teatro,
del mismo centro,
soñaban desasnarnos con alegría contagiosa
introduciéndonos a una justicia poética
que nos transportase a un tiempo nuevo
alejado de los sometimientos culturales
del franquismo.
Ella montando obras perseguidas
de Lorca y Bertolt Brecht,
que podían costarte
unas buenas e indeseadas
vacaciones a la sombra,
en una nada teatral cárcel franquista
y él con sus enriquecedoras presentaciones cinematográficas,
cálido refugio libre de estereotipos y telarañas,
al amparo de cuyo verbo fácil y directo,
no sin riesgos,
descubrimos el auténtico significado de las palabras verdad y libertad
en un viaje iniciático
lleno de silencios y experiencias,
y cuyos difuminados trazos
guardan todavía una dulce huella
en el zarandeado lienzo de mi memoria,
al igual que el anexado regusto
de algunos devaneos furtivos
por las playas,
para transgredir el sexto mandamiento,
depositando sobre la arena
la recién ordeñada
leche erecta,
para huir de la sombra
del horrible vampiro protector
de la mentira en la que fui educado
a golpe de capón sagrado,
en la antigua tradición Hispana
de Dios y un Trino,
del ayuno obligatorio en Viernes Santo,
del genio y figura hasta la sepultura,
de la letra con sangre entra
y del conocido estribillo patrio
que tener un hijo poeta con ideas izquierdista
eran pistas claras para definirle
como hijo de puto rojo, masón y maricón.


III
En un colegio salesiano,
copón sagrado, protector y jaula,
del imperante proyecto nacional católico,
para la estandarización
de las almas infantiles
en la sumisa aceptación
del dolor eterno en esta vida,
entre desconsolados trinos de
¡Aaa…es!,
¡Eee…es!,
¡Iiii…is!,
¡Ooo…es! y ¡Uuu…es!,
gritos perdidos de rebelión
contra los fanáticos cruzados
que envueltos en el místico bramido
de “!antes morir que pecar!”,
intentaron encauzar hacía una primavera
de la angustia
los días azules de una inocente criatura,
que como florcita desnuda
era sometida en aulas,
pasillos y alados confesionarios,
a la regla de tocamientos indecentes
por parte de algunos de sus ángeles custodios,
bajo el incienso y la devoción
a ídolos esperpénticos sanguinolentos
pintarrajeados en arcilla
y encajonados en floridas hornacinas
recubiertas de algodón deshilachado.
Con una pimpante María Des Auxiliadora
que desde un cielo iluminado
con tubos fluorescentes
miraba hacia otro lado,
mientras entre manoseos se nos incitaba
a cultivar la sinrazón de la pureza,
vicio contra natura y olor a incienso
exento de gozo y de pecado.
Almas infantiles
que al igual que las adultas,
eran siempre prestamente castigadas,
por el santo tribunal de la doctrina de la fe,
para salvarlas de decir en público
la culpa silenciada
que debía guardarse a salvo
en la oscuridad de la alacena.
Siendo nos ofrecido para apagar
el impetuoso griterío del semen,
que pedía ser evacuado a buchadas,
el elegiaco canto al alumno predilecto
de Don Bosco,
ejemplar icono de la secta,
el “gilipollas” Dominguito,
para más luz apellidado el Savio,
todo bondad, todo alegría,
recibiendo la tortura jadeante,
para morir de vicio a los quince,
por amor a un barbudo y santo esposo
maquillado:
Domingo Savio tú nombre es luz,
tú lema es canto de la virtud”.
Ácida introducción al sado-masoquismo salesiano
que marcó el destino
de toda una pléyade de criaturas,
que sin una queja y cara al sol
sufrimos los torpes apegos
de las abotonadas de la cabeza a los pies
depravadas Bernardas Lorquianas,
que se erigieron en egregias salvadoras
de las almas infantiles
por vía del adoctrinamiento
al servicio del franquismo,
y en firmes protectoras
de la paz sulfúrica
de un pueblo agredido.

IV
Pero aquellos tiempos de pisadas estériles
han pasado y la savia rebelde
ordenando el caos asoma,
ahora sin genio, sin figura, sin sangre,
de culo al sol y sola,
¡al fin apátrida!,
tentador festival de indubitados
devaneos furtivos
llorando a porfía entre mis piernas.
Los trinos inocentes
se han convertido en letra
la letra se convirtió en palabra,
las primeras palabras en notas,
las notas han germinado en acordes,
los acordes tañeron armonías,
las armonías cayendo en cascada
generaron música
y la música urdió poemas.
Bendito rosario desfragmentado
de pisoteadas cuentas,
cuyo esperma difuminado
en el lienzo de los recuerdos,
guarda la esencia de los sentimientos
que conforman los confusos sueños,
casi sin palabras,
que me permiten recrear el sesteo delincuencial
impuesto por el nacionalcatolicismo,
para cambiar el misterioso gozo
del culto al amor perfecto,
el desacralizado quebrantador de muñecas
que nos encanijaba y nunca decía no,
San Onán,
por el vacío y sacralizado
genio poético musicalizado
del Ave María,
que jamás decía sí,
y cuya sagrada tortura
rezo a rezo y cuenta a cuenta
nos ha convertido en un país rasgado
de historia estéril,
con un himen coronado
por hollados roquedales,
que conjurados por el espíritu
de los tiempos,
crearon la deshonestidad intelectual
de querernos hacer creer
que en la España franquista
la lucha de clases no había sido erradicada
por cojones”
sino gracias al amoroso empuje
del Virgo Fidelis
que tu bordaste en rojo ayer.


V
Yo también sufrí la indigencia, los abusos y el abandono
de los primeros indeseados tocamientos,
de los primeros amores,
de los primeros descubrimientos,
de las primeras fascinaciones infantiles,
antes de que las palabras
comenzasen a alzar el vuelo
saltando de matorral en matorral,
como una bandada de indefensos gorrioncillos,
aprendiendo a volar libres de ataduras,
hacia otras culturas,
hacia otros mares,
hacía otros saberes.
Puertos enriquecedores
plenos de lírica blancura poética,
experiencias y aventuras dispares ,
a través de las cuales
comencé a navegar con música en la sangre
y en solitaria libertad
dejando atrás la laberíntica edad de la inocencia,
para al desplomar la tarde
fondear en la anaranjada ensenada
de la edad de la razón,
desde donde
con el florecimiento de la primavera,
arrié velas de nuevo,
esta vez guiadado por el letrado timón
de Talía y Melpómene,
para seguir los míticos meandros
del reino de la sabiduría,
cuyo serpenteado fluir faculta descubrir
la árida tundra que subyace al otro lado
de la cortina que tutela la neblinosa tierra
de las Hades,
estuario por el que me iré disolviendo lentamente
como el humo en el aire,
escuchando tras de mí el silencio
y abandonando esa rica biblioteca íntima
de costumbres, deseos y cosas,
vigilante museo de experiencias,
moldeada a lo largo del tiempo,
a base de inocencia, razón, y sabiduría,
adentrandome en el inabarcable delta
de la tranquilidad y el eterno reposo
en el que me iré haciendo gris y pequeño
hasta convertirme en sueño,
para alcanzar las negras sombras heladas
de la balsámica tierra prometida,
fuente de la humillada estirpe humana,
donde mis cansados huesos
¡al fin libres!,
vivirán “per in saecula saeculorum”
sin mañana ni tiempo
en el futuro de esa nueva vida
que es la gran totalidad de la nada,
junto a ti madre.

Enrique Ibáñez Villegas

 

Sobre Enrique Ibañez Villegas 80 artículos
INGENIERO T. EN QUÍMICA INDUSTRIAL Universidad de Cantabria CERTIFICADO DE ESTUDIOS DE INTERPRETACIÓN durante 3 cursos en Institut del Teatre de Barcelona. Actor de teatro y cine Director teatral Poeta, escritor • EXPERIÉNCIA DOCENTE COMO PROFESOR DE TEATRO -CENTRO DE ESTUDIOS TEATRALES “ GENTE DE TEATRO DE BARCELONA” Profesor de Técnica de Actor y de Movimiento. 15 años -CENTRO CULTURAL “MASS MEDIA” Profesor de Técnica de Actor . 4 años -ACTOR’S STUDIO DE BARCELONA Profesor de Técnica del Movimiento. 2 años -ESCUELA DE CINE DE BARCELONA Profesor de Técnica del Movimiento. 1 año

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