De milagros y resistencias

 

Una va saltando de milagro en milagro, apenas sin notarlo ¿Qué por qué les digo esto? Miren, cada cierto tiempo me asalta la tentación de echar el cierre. Sí, plegar. Tancat. Cerrar y dar fin a la aventura de estas páginas que me quitan tanto tiempo, me doblan la espalda, me agrian el carácter un tanto (a veces, demasiado) y me vuelan horas que debiera dedicar a las tres novelas que tengo empezadas/atascadas/aparcadas, a la mitad. No por falta de eso que llaman inspiración  o no tanto, porque no creo en ello y soy de las que suplen  a las musas con trabajo y disciplina, cosa que, como les digo, ando escasa. Porque me lo roba esta casa y todo lo que le concierne. Como las redes en las que debo participar con constancia si quiero que se lea y mantener su posicionamiento, los numerosos grupos en los que comparto y atiendo. Sobre manera me castigan las ganas este Twiter de los últimos tiempos que se ha convertido en un frente de batalla que ni Verdún. Por lo embarrado -obscenamente embarrado- que está.

Me digo a mí misma por lo menos dos o tres veces al mes: “Deja ya de meterte en ciénagas que no te pertenecen, María. Si da igual. Lo que dices o lo que publicas que dicen otros/as, da igual. No cambia nada. Pasas horas documentándote para un reportaje, o entrevistando a gente, o tecleando sin pausa tardes enteras para dar una opinión que ni cuenta ni nadie  ha pedido. ¿Quién te crees que eres, guapa? Como si tuviera cientos de miles de lectores en los que influir, que el día que llegamos a 10.000 lecturas saltas de alegría. Deja ya de atarte a las galeras que supone el magazine, dedícate a buscar un novio caduco y simpático como tú, o a ventilar la faltriquera con las amigas y no te tortures más”

Se lo juro a ustedes. Dos o tres días al mes, asalta el Pepito Grillo soplándome cojudeces de este tipo en el oído. Y le escucho. Vaya que sí. Incluso en ocasiones he redactado la autodimisión, que ya son ganas de hacer el tonto. Me autodespido de algo que nada ni nadie me encomendó. Que ni sirve ni produce más que desengaños y aspavientos un tanto melancólicos y perturbadores.

Porque, díganme ustedes, ¿para qué sirve romperse la cabeza ante un muro que jamás se caerá? Decía mi padre con esa sabiduría de pueblo de la que gozaba, que: «predicar en desierto sermón perdido». Pues más desierto que este país, o continente nuestro, no hay. Y más en los últimos tiempos en que parece que el viraje hacia la extrema estulticia, digo, derecha, es indescriptible y parece que inevitable.

Eso y más, ya les digo, se me ocurre dos o tres veces al mes  que me parece demasiado para cualquier Pepito Grillo que se precie.

Esta vez con más motivo. La decepción, el cabreo y el casi duelo ante el batacazo  electoral  de las municipales y autonómicas  han  sido de los que hacen época. Luego el desmadre de la fusión a fuego rápido de las izquierdas que han traído batallas campales que más parecen de esas luchas libres de mentira que ponen (o ponían) de madrugada en la tele exponiendo a sudorosos tipos vestidos con culotes de colorines y máscaras de risa . Un sindiós que va a producir un descalabro de considerables dimensiones y el supuesto triunfo electoral (otro más) de las derechas. De la ultraderecha montuna y de la ultraderecha pintada de gotelé franquista que es la de siempre. Vamos, lo de toda la vida. Los ultras y los ultras-ultras que se acaban imponiendo porque los discursos, los programas de gobierno y la escenas/obscenas nos llevan a pensar quien, o quienes, son los amos del relato.

Ante ese escenario los  gritos proferidos  a mi misma, les reconozco, se han incrementado. “Que lo dejes, María, que no sirve nada para nada. Dedícate a sestear, al aquagym para ponerte triscona y sal al mercado de nuevo que aún se puede pescar un regocijo porque las maduritas de buen ver andan cotizadas”. Me decía mi yo más cañero y deslenguado. “Deja de hacer opinión, de dar coñazos pajareros que nadie te pide  y dedícate a vivir que ya no queda mucha fiesta

 

Y de pronto, pasando la aspiradora que es cuando yo medito fríamente sobre mi vida y mis nostalgias, me suena la voz de la abuela Modesta cuando nos contaba, por Navidad  (se lo he referido varias veces) las cosas de la dictadura, de cómo abofetearon al abuelo los malnacidos de verde y tricornio, como le llevaron a la plaza de toros y casi le fusilan.https://www.lapajareramagazine.com/la-modesta-de-canedo

Se me alza la voz de la Modesta, mientras levanto el polvo que cubre su retrato, echando pestes de un tipo al que  en el colegio estudiábamos como lo más de lo más. Como se la torció el gesto el día del referéndum -sí, el referéndum convocado y organizado por Fraga, el abuelo de los ultras de ahora, que salía el resultado con el 99% de votos que  sí a todo lo propuesto por el anciano fascista que gobernaba- y yo adiviné que ella no iba a votar como su vecina y amiga, ni  como todo el mundo,  que iba a decir un NO rotundo a esa mierda de dictadura que duraba demasiado y que a mí me la vendían las monjitas como salvadora del comunismo.

Y la Modesta, de nuevo, obró el milagro. Me dije a mí misma -esta vez era la otra voz, la combativa, la  angelical-:“si ella te sembró la semilla de la disensión, de la rebeldía, de saber decir no cuando corresponde, si sus palabras encolerizadas te  nacieron a la libertad, te brotó el ideario que te mantiene viva y que se levanta contigo y tu dignidad cada día, y te produce cierto orgullo de clase y de pensamiento…pues lo mismo lo que tú escribes le llega a alguien, aunque sea a una sola persona y la despierta del letargo, y mira por donde,  lo mismo lee un poema, o un cuento, uno de los artículos publicados en La Pajarera Magazine, o una novela y se siente, por unos minutos, aunque sean muy pocos, más libre, más digna. Más disidente”.

“Una sola”, me dijo mi voz (o la de Modesta, que no saben cómo se ponía cuando tenía razón)  bonachona. “Por una sola, merece la pena”.

Y que quieren que les diga. Me puse a escribir porque yo soy lo que soy por ella, por la Modesta. También por Cambio16, por El País (el de antes) por Galdós, por Delibes, por  Machado, por Miguel Hernández, por Lorca, Unamuno, Zola, Flaubert, Sthandal, Balzac, por mi abuelo Juan, por Virginia Woolf, y por tantos/as... Y no es que yo me compare con ellos, sálveme dios de esa soberbia sibilina, pero quizá si una sola persona encuentra amparo y comprensión en estas páginas, se sienta menos sola, menos aislada y entienda que hacemos tribu ya sirve de algo el trasiego y la dolorida espalda.

La tribu de los disidentes, la que sería fusilada por los dos bandos, como decía el gran Chaves Nogales. La que piensa y no traga con el partidismo, con la mentira que ahora llaman fake pero es la misma mierda de siempre. Que somo tribu y que resistiremos cuatro o cuarenta años de ultraderecha, porque lo hicimos una vez, lo repetiremos y saldremos a la calle a batirnos contra la pesadumbre de los intereses, del capitalismo, del patriarcado y de cristo que lo fundó. Porque nos derrotan una y otra vez pero jamás fracasamos porque lo bueno que tiene la historia de la humanidad lo han conseguidos los grandes fracasados, los humillados.

Porque a fuerza de tanto fracaso hemos desarrollado un super poder. El de resistir y el de saber comenzar de nuevo y sembramos la idea para que la recoja cualquiera que pase por ahí.  Y el de la tímida esperanza de renacimiento. Que también.

María Toca Cañedo©

 

 

Sobre Maria Toca 1687 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

6 comentarios

  1. Buenas tardes,
    Por favor , no deje de hacer esas publicaciones . Aunque yo también creo que solo las leemos las personas de izquierda, yo siempre aprendo algo que más tarde procuro transmitir a otros.
    Saludos

  2. Buenas noches Maria,
    Acabo de leer tu artículo y no puedo estar mas de acuerdo con lo que escribes. Y demasiadas veces pienso como tu y me digo lo que decían Labordeta Fernando Fernán Gómez «A la mierda ya con todo».
    Te cansas, te decepcionas de ver como la gente que necesitan mas que nadie de una política de izquierda, se traicionan si mismos y son los que hacen precisamente gobernar a la peor y mas arcaica derecha del mundo. Yo siempre he dicho que en España no hay una mafia «oficial o peliculera» como la mafia rusa, la italiana, la yacuza, etc… pero es la peor del mundo porque está compuesta por la derecha, la iglesia y los otros poderes fácticos y riánse ustedes entonces del resto de mafia del mundo.Si escribieras en esos medios pertenecientes a la mafias, te leerían probablemente muchos miles de lectores, pero tus artículos no serían los mismos. Ni serios, ni rigurosos, ni imparciales, ni verídicos. Por lo tanto, creo que esos miles de lectores, no le merecerían la pena a la María Toca de hoy, de la que escribe en La Pajarera Magazine. Yo soy un lector habitual tuyo,aunque tu no lo sepas o no tengas medio de enterarte, y si,también sufrí el franquismo en mis propias carnes cuando solamente era un chico de 19 años y ahora con 69 que voy a cumplir, me siento mas rebelde que nunca. Ojalá y tuviera tu habilidad, para a través de textos, como tu haces, poder compartir esa rebeldía, y es por eso que si yo no se, o no puedo y muchos como yo que les pasa lo que a mi, no pueden tampoco, te necesitamos y creo que siempre te merecerá la pena que nos escriba,l que somos mas de los que tu crees, y que estamos ahí aunque tu no lo note. Y que gracias a personas como tu y los que estamos ahí, el mundo ha ido avanzando por mucho que les haya pesado y por muchas trabas que hayan puesto y hoy, es un poco mejor para millones de personas.

  3. Todos los días lo primero que leo son vuestras opiniones, y luego las comparto con amigos a través de wappsa y en muchas ocasiones me han dicho que son muy lúcidas, de lo mejor que se puede leer, de todo lo que circula por aquí (redes). Que sepas que no cae en saco roto.
    También te quiero decir , que yo no afirmó con tanta seguridad que vayan a ganar las derechas las generales, esa propaganda existe en todos sus medios claro.
    Pero hasta el último minuto hay partido y tú has visto alguna vez que no salgan a ganar. Yo no conozco a ningún atleta que salga pensando en perder.
    Somos luchadoras como nuestras abuelas y como nuestras madres y hasta el último momento no, nos rendimos.
    Un abrazo.

Deja un comentario