El acoso

Esta mañana he tenido que hacer unas gestiones en mi barrio. Camino por el lado izquierdo de la acera. Llevo el móvil en la mano, los auriculares en las orejas y mi lista de música a todo volumen. Voy pensando en mis cosas. Atenta lo justo al resto de viandantes para no llevarme a alguno por delante. Ahí viene un tipo. De frente. Mirándome como si pudiese quitarme el envoltorio con sus pupilas. Me radiografía de arriba a abajo. Hace un gesto de entre quererme comer y sé que te va a gustar. Paso de largo. Hago uno de mis recados. Tomo el mismo camino pero a la inversa. Le veo en la otra acera. Veo como se percata de mi presencia. Veo como cruza corriendo la carretera. Veo como se acerca hasta invadir mi espacio personal. Veo como se relame y pone sus ojos del revés. Veo como su cabeza se inclina hasta casi rozarme el hombre. Y escucho: te lo comía todo, muñeca. Se me cae el asco al suelo.


Ésto es acoso, ni grande, ni pequeño: acoso. Creerte que  porque vivimos en un país «libre» que le puedas decir lo que te salga de la polla inflamada y querenciosa a una mujer que no conoces de nada, es acoso. Hacerla sentir sucia y un cacho de carne es acoso. Porque además debería de sentirme halagada, se supone. Como también se supone que si el tío hubiese sido guapo y rico me habría encantado. Y a cualquier mujer que sea consciente de lo que es ser mujer, a cualquier mujer que no esté anclada en parámetros alejados de la realidad , a cualquier mujer que no sea esclava de, a saber que autoestima, a cualquier mujer que sea objetivo de este tipo de asquerosidades, ésto le parecerá indignante de quien venga. Por más que si pusiéramos la escena a la inversa a muchos os haría  gracia, os daría pie a un montón de chistes, y diríais que afortunado muchacho. Éso también es machista. Sólo que por lo poco frecuente porque nosotras no solemos arrogarnos ese derecho sobre vosotros, os parece simpático.

A mí que un tío me desnude con los ojos, ponga cara de te follaría aquí mismo y se incline a decirme según que cosas, no me hace sentir precisamente bien, ni más guapa, ni más exitosa, ni más mujer, ni sexy. Me violenta, me agrede, me insulta, me asquea, me atemoriza, me invade, y un montón de cosas más que sólo entenderéis si queréis entenderlo. Cosas como éstas nos pasan todos los días a casi todas. Algunas protestamos más, otras menos, sufrirlo, todas. Y ya está bien, ¿no?.

 

Texto: Eva Barreiro

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