El As de potas

Esta portada no es una portada. Es el as de potas. Nunca el plural de náuseas fue más adecuado, dan muchas al mirar este ejemplar de periódico afín al machirulismo.
Me dan ganas de analizar en clase este próximo curso textos como las no disculpas de Idiotales o esta oda a la mujer fatal que conduce al abismo a su Pigmalión. Nos lo está poniendo a huevo la realidad y creo que puede ser útil, mucho, fijarse en ella y sus desvaríos para formar una actitud reflexiva en los estudiantes.
Me dan ganas de pedirles que analicen verbo e imagen, que expresen su opinión, sus impresiones. Si les parece bien, si les incomoda. Llegar a saber qué es lo que chirría, porque tiene que partir de la palabra o de la foto.
Van las mías.
Un medio deportivo demuestra con su elección de una foto y un titular su postura. Igual que todos los jugadores masculinos la han evidenciado con su silencio, clamoroso, aquí hay mucho en juego, y es en sentido literal. El mundo del fútbol es un reducto machista, a qué engañarse, un reino de testosterona venida arriba, a salvo de cualquier estímulo progresista. La igualdad ni está ni se la espera. No se necesita en ese ecosistema de hombres que mandan, juegan, escriben. Supongo que ponerse del lado de la campeona, terminado en «a», como «machista,» significa desafiar a un amplio sector de seres regidos por sus muy aparentes gónadas. Sería indisponerse con todos aquellos que aúllan en los partidos o se magrean los genitales, sería ir en contra de ese presidente fetén que solo dio un pico a una amiga, gilipollas, que sois unos gilipollas.
Por eso As, que empieza como «asco«, decide publicar a todo color la foto de una Jenni Hermoso besando encantada de la vida un trofeo. Le está dando un pico a la copa, como el que el pobrecico Rubiales le dio a ella, con la misma espontaneidad, el mismo ímpetu del momento. La copa se deja besar y nadie dice nada al respecto, panda de exagerados, as.
«Jenni deja caer a Rubiales».
Qué cinco palabras.
«Jenni», tu prima «Jenni«, esa chica con la que te puedes tomar confianza porque es una mujer, sin más. ¿Malpensada? No, no. Mira, sigue leyendo. Al ultrajado presidente se le denomina por el apellido, que es como se llama de siempre a los machotes. Nada de Luis, Luisito o Luis Manuel. La Jenni, además, ha dejado caer al directivo que se alegró tanto de verla que le sujetó la cabeza con las dos manos, por si ella se apartaba o para que no lo hiciera. Ella es la pérfida Lilith, la Salomé que le corta la cabeza al desdichado Luisín. Es la Eva que le acerca la manzana pasando por delante de él, sin más. Y se niega a grabar un vídeo de disculpas al alimón, aunque se lo pida por sus hijas. Se niega, la malvada, y se queja, emitiendo un comunicado que le agria el cumpleaños potencialmente más feliz a Luisitico. Esta naturaleza perversa roza el paroxismo.
Dejar caer. Dos palabras y todo lo que sugieren. Que podías haber ayudado a salvar a alguien y lo hundes en la miseria, por propia voluntad. Que miras desde arriba cómo se estozola ese caballero tan amable que besaba a diestra y siniestra e incluso cargaba a hombros a las jugadoras que parecían algo cansadas para llegar por sus propio pie al vestuario. Dejar caer también es insinuar, con muy mala virgen, con toda la saña del mundo, para que el planeta de los simios siga resultando un universo cerrado, infranqueable, por todo aquello que huela a igualdad y respeto. Ahí viven ellos, los responsables deportivos que ningunean lo ocurrido y se inventan las palabras que nunca dijo Jenni Hermoso, aquellos periodistas que pervierten la información con portadas tan as-querosas como esta, y esa parte de la afición a la que sigue pareciéndole una tontada el besito del presi.
Ojo a la letra más grande y al impoluto blanco del titular que se refiere a la víctima de esta conspiración: el tamaño sí importa.
Rubiales irá en albornoz a la asamblea, porque para él es como personarse en un spa. Solo siete mujeres, de 140 miembros, forman parte de ella. Un cinco por ciento. No nos sorprende, sí nos repugna. Menuda paridad, la paridad. Lo de mañana es un paripé, una brizna molesta que se comentará en «Ruegos y preguntas». Rubiales dirá que va a disculparse otra vez, pero mejor. Se buscará a un asesor que le indique qué debe decir para no resultar tan años sesenta ante las cámaras. Y ya.
Claro que debe hablarse de esto, por más que lo importante haya sido un triunfo valiosísimo de las jugadoras. No puede celebrarse con los ojos cerrados esa victoria, cuando se oculta, poco, porque ni disimulan, ese submundo de actitudes nada respetuosas con ellas. Es una manifestación pública de una realidad que sigue existiendo, muy por desgracia, y que no debe normalizarse ni dejarse pasar, suspirando y moviendo la cabeza al repetir, una vez más aquello de «El fútbol es así».
Patricia Esteban Erlés.

4 comentarios

  1. Esa indecente portada necesitaba un análisis así de certero. Es de verdadera náusea. Aprovechemos para señalar la vergonzante realidad del fútbol español, de sus medios de comunicación y de una sociedad que mayoritariamente lo justifica. Gracias por tu artículo.

  2. Parece una información precipitando lo que Luisito iba hacer hoy, comportarse como lo que son unos impresentables machistas, fieles a favores y al vil metal.
    Un artículo muy interesante. Saludos

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