El paso de Hildegart Rodríguez por Santander

La publicación de la novela La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes, y su gran difusión mediática han servido para poner de manifiesto la relevante personalidad de dos personajes de nuestra historia que, bien a su pesar, alcanzaron una gran popularidad a finales del primer tercio del siglo pasado.

El escritor J.R. Saiz Viadero se ha ocupado de revisar en las páginas de eldiariocantabria.es (reproducidas en Lapajareramagazine) los pormenores de una intensa relación materno-filial que acabó en tragedia. Como complemento de dicho trabajo periodístico, recuperamos hoy los textos del trabajo inicialmente publicado en 1977 por dicho autor en las páginas del desaparecido semanario santanderino Hoja del lunes, a la sazón dirigido entonces por el periodista lebaniego Juan G. Bedoya.

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La jovencísima intelectual socialista. Un ensayo del mito de Pigmalión truncado por su propia madre

HILDEGART RODRÍGUEZ PASÓ POR SANTANDER

En la mañana del 9 de junio de 1933 fallecía en Madrid, a consecuencia de un disparo, Hildegart Rodríguez, hija voluntaria y deseada de Aurora del mismo apellido. Aunque el caso tuvo una gran resonancia en la prensa y comentarios de la época, nunca se logró desvelar en su totalidad el misterio que pudo haber empujado a la muerte a una joven de diecinueve años en el mejor momento de una existencia pública ya ampliamente divulgada.

Pero la guerra civil borró de nuestra memoria colectiva este caso, como muchos otros fueron borrados por la tragedia que se desencadenó a partir de 1936. Sin embargo, una película ha venido a recuperar para la crónica cotidiana la historia de Hildegart Rodríguez, y de la mano del filme, que ha obtenido cierta popularidad a pesar de lo discutible de algunos de sus planteamientos y realización, se han reeditado no solamente la biografía que sirve de base al guión de Mi hija Hildegart, sino también dos de los trabajos que ya la joven Hildegart había publicado en 1931, cuando solamente contaba diecisiete años: El problema sexual tratado por una mujer española, con prólogo del Dr. Marañón, y La rebeldía sexual de la juventud.

Es precisamente en ese mismo año cuando Hildegart Rodríguez, acompañada de su inseparable vigilante doña Aurora, acude a Santander en dos ocasiones, para pronunciar dos conferencias y participar en un mitin del Partido Socialista, a cuyas Juventudes pertenecía la chica desde antes de la proclamación de la República en España.

El paso de Hildegart por Santander, sus intervenciones públicas, los personajes que la acompañaron durante su estancia y el ambiente de una ciudad recién ganada para la legalidad republicana, trataremos de reflejar en este breve trabajo, a partir de la memoria de dos personas que estuvieron presentes en las intervenciones públicas de Hildegart: el escritor Leopoldo Rodríguez Alcalde y el abogado don Leandro Mateo Corral.

ALREDEDOR DE UN PRIMERO DE MAYO

El domingo, 3 de mayo de 1931, pasados los alborozos de la Primera Fiesta del Trabajo republicana, El Cantábrico publica el siguiente anuncio: «»Organizada por la Juventud Socialista de esta capital tendrá lugar hoy, domingo, a las once y media de la mañana, una interesante conferencia, a cargo de la elocuente oradora señorita Hildegart Rodríguez, estudiante y miembro de la Juventud Socialista de Madrid. La entrada será pública»

 

La joven llega a Santander con la inseparable compañía de su madre, que asiste al mitin y se encuentra presente en todas las relaciones de Hildegart: por entonces ya no comparten los mismos criterios madre e hija, en relación con la presencia del socialismo en la recién nacida República española. Mientras la madre, doña Aurora, se muestra escéptica y negativa ante una evolucion sin trauma, “Hildegart considera faltas de fundamento, fruto exclusivo de un exceso de pesimismo -escribe Eduardo de Guzmán-, las apreciaciones maternas. Sabe de sobra que buena parte del socialismo europeo, aun contando con minorías muy numerosas, y a veces con auténticas mayorías en diversos países, no ha sido capaz de realizar en ningún sitio un cambio radical en la propiedad de los medios de producción. Peor aún, que no ha sido capaz de cerrar el paso al fascismo en Italia ni parece muy capaz de impedir el triunfo del nacionalsocialismo en Alemania”.

Hildegart habla en la Sala Narbón sobre «La mujer en la política«, pero, realmente, su conferencia es toda una definición de la situación socio-política que atraviesa el país en ese momento.

En el acto es presentada por el socialista Antonio Berna, que después será director del Grupo Escolar “Ramón Pelayo”, quien hace hincapié en la personalidad de la conferenciante «joven de dieciséis años, estudiante en el último año de Derecho y autora de varias obras sociales y de divulgación científica. Simultáneamente estudia anatomía y ciencias”.

Un resumen de la conferencia lo publica El Cantábrico dos días más tarde y su lectura nos proporciona una idea no solamente de la lucidez y claridad en el análisis de la joven intelectual, sino del parangón entre una situación producida en 1931 y el tránsito democrático que actualmente vive nuestro país. He aquí una síntesis de los apartados más importantes de su conferencia: “Empezó haciendo resaltar la capacidad ciudadana del pueblo español, demostrada en la transición del régimen monárquico al actual, único ejemplo en la historia de los pueblos cultos.

Invocó de la generosidad ilimitada del pueblo, continuará estrechamente unido hasta la consolidación de la naciente República, máxime cuando tantos escollos tiene que salvar de aquí a la reunión de las Cortes Constituyentes, donde el pueblo, ratificando los generosos ideales demócratas, dé una estructuración a España que satisfaga los anhelos de una nación tan generosa que ni siquiera para sus verdugos ha sentido deseos de venganza.

Hace un resumen de la actuación de las tres dictaduras, deduciendo que los actuales gobernantes y los futuros hallarán enormes dificultades en el ejercicio de su misión por las inmoralidades políticas realizadas por quienes indebidamente, contra todo derecho, usurparon un mando que jamás les otorgó el pueblo.

Denuncia los pactos secretos con Francia, que representan una humillación para los españoles, por darse en ellos trato de inferioridad a España. En el examen que hace del problema económico español, comenta en el tono que se merece la actitud de aquellos que sacarían sus capitales de España, de la ficción de ciertas declaraciones de carácter financiero, de las presiones que se realizaban para sostener como convenía la cotización de la libra y, exponiéndolo en toda su crudeza, del empréstito Morgan, conviniendo en que este problema merecerá el examen sereno, la discusión elevada y el acuerdo conveniente de las Cortes.

Examina también con competencia admirable el problema religioso, señalando lo que cuesta al país el sostenimiento del clero, así como la injusticia que existe entre los sueldos fabulosos de las dignidades eclesiásticas y los curas rurales. Cita casos concretos, que producen verdadero asombro entre el auditorio que la escucha con delectación, y describe la España ideal y ejemplar que pudiera crearse destinando el dinero que el clero se lleva, a empresas de otro orden. Afirma que es también en las Cortes donde se examinará este problema, y mantiene el criterio de la separación de la Iglesia del Estado, lo que será incluso más digno para el clero.

Advierte que dentro de un mes se va a hacer la convocatoria de Cortes, y pide a los trabajadores que se den cuenta de lo que aquéllas van a significar en todos los aspectos, pues más que consolidar la República, que ya lo ha sido por el pueblo, se va a redactar la Constitución, y dice que si la mayoría la constituye una representación del republicano burgués, no darán a los socialistas, y, por lo tanto, a los trabajadores, lo que éstos se merecen, por lo cual es preciso que los socialistas tengan mayoría para hacer la República democrática.

Combate lo que sería una República conservadora, que no resolvería nada, y si aquella triunfase -añade-, tendríamos que volver a empezar, para evitar la persecución de los trabajadores… “La obra de transformación de los trabajadorestermina– ha de ser obra de los trabajadores mismos”.

Muchos aplausos recoge Hildegart al final de su conferencia, y en el trayecto que va desde la Sala Narbón hasta “El Arenal”, donde a continuación se celebra un banquete, ha de escuchar gran cantidad de felicitaciones de un gentío que no tendrá acceso en su totalidad al comedor de “El Arenal”.

Allí acuden los concejales Pérez y Ontavilla y el alcalde de la ciudad, don Macario Rivero, veterano socialista, quien a los postres pronunció un discurso -dirá El Cantábrico– “ensalzando los méritos de la joven socialista Hildegart Rodríguez, símbolo de la mujer moderna, que, exenta de los prejuicios atávicos que han apartado a la mujer española del disfrute de los derechos ciudadanos, se apresta con la generosidad femenina a reformar los inhumanos regímenes que aherrojan los deseos más elevados, los más justos, los deseos del pueblo trabajador”.

Dos años tardará aún en llegar la implantación del voto femenino, duramente combatido por la izquierda y sus representantes femeninos en el Parlamento. “Ni Hildegart ni su madre se fían demasiado -escribe Eduardo de Guzmánde la casi unanimidad con que el sufragio femenino ha sido aprobado en las Cortes Constituyentes. La mayoría de los votos favorables a su inclusión en el texto constitucional lo han sido por motivos y razones que nada tienen que ver con un íntimo y profundo reconocimiento de la igualdad de derechos y obligaciones que debe existir entre los dos sexos”.

CONFERENCIAS Y MÁS CONFERENCIAS

Sobre esta época, muy ajetreada, de la vida de Hildegart, escribe su biógrafo Eduardo de Guzmán: “Dada la rápida · popularidad alcanzada por Hildegart merced a sus artículos y conferencias, la muchacha es solicitada de todas partes. No se niega a ningún requerimiento e interviene en numerosos actos políticos durante los meses de mayo y junio de 1931. Habla tanto a los campesinos castellanos como a los mineros y pescadores del Norte, a los obreros industriales de Valencia y Madrid como a los labriegos andaluces. En todas partes sus palabras son una afirmación de la necesidad de una urgente y profunda transformación de la sociedad española, junto a la seguridad de que republicanos y socialistas serán capaces de llevarla con rapidez a feliz término”.

En el mes de junio el editor Javier Morata publica el primer libro de la joven autora: El problema sexual tratado por una mujer española, donde se recogen gran parte de las conferencias, artículos e intervenciones públicas que Hildegart Rodríguez ha tenido en los últimos tiempos, llevando un cariñoso prólogo de don Gregorio Marañón. A la madre le satisfacen estas amistades de su hija y cuida que en el aspecto intelectual se rodee de los personajes más conocidos de la época, por encima de la consideración un poco de “monstruo de feria” a que la extremada juventud de la chica le había de abocar irremediablemente.

NUEVA VISITA A SANTANDER

El 14 de noviembre de 1931 se anuncia una conferencia del médico santanderino don Enrique Madrazo, a pronunciar en el Ateneo Popular bajo el título de “El ferrocarril Santander-Mediterráneo”, así como la llegada de “la joven abogada Hildegart Rodríguez” para hablar mañana, domingo, en un mitin socialista a celebrar en el frontón, a las once de la mañana. Con motivo de la conferencia del doctor Madrazo, a quien les unía gran amistad, Hildegart quiere estar presente en lo que contiene más características de homenaje al anciano investigador y humanista que otra cosa.

Efectivamente, unos días antes ha estallado una bomba en el domicilio de la Vega de Pas del doctor Madrazo, y después de algunas pesquisas son detenidos los autores del atentado que no tendría ninguna consecuencia grave para la persona. Los detenidos son don José Gómez Cobo y don Santiago Mantecón y, con este motivo, se da a conocer un nota del Comité de la Juventud Socialista que dice: “Ante el criminal atentado que se ha pretendido cometer con el insigne hombre de ciencia, y digno sostenedor de las ideas democráticas, don Enrique D. Madrazo, recaba de todos los partidos republicanos y socialistas de Santander y su provincia eleven ante el Gobierno su más enérgica protesta y exijan una estricta depuración de responsabilidades.

La democracia montañesa no puede permanecer indecisa ante estos atentados de la reacción, que, armando brazos inconscientes, pretende anular lo que es honra de la España que se debate, por imponer ya ,justicia para todos los ciudadanos.

Hombres de ideas liberales: Aunemos nuestra voz para protestar contra los retrógrados que quieren impedir el triunfo de la Justicia”.

En un ambiente emotivo, suscitado por el aparatoso atentado que el octogenario doctor Madrazo había sufrido, se celebra el acto del Ateneo Popular, presentado por la escritora socialista Matilde de la Torre, quien da lectura a las cuartillas escritas por don Enrique en relación con un tema que entonces preocupaba enormemente por su trascendencia socio-económica para nuestra región y que, transcurrido cerca de medio siglo, aún no ha encontrado solución ni respuesta: el ferrocarril Santander-Mediterráneo. Al final del acto, presente en el mismo Hildegart, interviene como colofón en aquel pretendido e inusitado homenaje: “El señor Madrazo –dice- representa la heroica y noble vejez que instruyó a los jóvenes en el postulado de su reivindicación, y a los jóvenes compete hoy venerarle y enaltecerle, colocándole en el lugar muy alto de nuestro pensamiento. Ahora es el mundo de la juventud, y no seríamos prudentes si olvidáramos los trabajos que estos grandes hombres han realizado a lo largo de su vida para desbrozarnos un camino que estaba lleno de dificultades”.

La amistad entre el doctor Madrazo y las Rodríguez, madre e hija, se basaba fundamentalmente en el interés por la investigación que las tres personas mantenían, así como sus ideas librepensadoras. En el libro El problema sexual tratado por una mujer española, publicado el verano antes de su segunda visita a Santander, Hildegart Rodríguez realiza una evaluación de la personalidad sexual de diversos personajes de la literatura universal, y entre las obras escogidas recoge las de dos escritores montañeses: una es Las furias cautivas del político socialista Luis Araquistáin, nacido en Bárcena de Pie de Concha, y ·que describe la vida sexual de los presos españoles. La otra, atendida de forma más exhaustiva, es la que escribiera en forma de drama escénico el propio doctor Madrazo, y que publicara con el título de Nelis.

LA PERSONALIDAD DEL DOCTOR MADRAZO

Muchas eran las razones intelectuales por las cuales hubieran de unirse dos personas de edades tan opuestas como don Enrique Madrazo y la joven Hildegart: su amor por la Naturaleza, por las cuestiones del sexo, por la biología, por la juventud, por la nueva vida, por la transformación de lo viejo… Tantas cosas, además de sus aficiones eugenésicas. Doña Aurora también participaba de estas aficiones y mantenía buena amistad con el anciano médico. Es en el transcurso del año siguiente al viaje de las Rodríguez a Santander cuando don Enrique Madrazo da a la imprenta su trabajo Pedagogia y Eugenesia, el cual, lógicamente, habría de encantar a Hildegart, aunque ya no encontraba su mente tan clara en lo que a muchos aspectos biológicos se refiere.

En el libro citado, el Dr Madrazo hace uso de algunos conceptos pedagógicos que le sitúan como avanzado en su tiempo: “El niño pide el campo como su natural laboratorio educativo y pretende aprender del aire, del agua y de la tierra, como aprenden las plantas que viven y crecen como él… ¡Y cuán dichoso es el hombre en semejante intimidad!”, así como algunas afirmaciones que dicen mucho en favor del anciano naturalista y su perspectiva adelantada de lo que la educación integral habrá de ser: «del plantel de la escuela deben salir médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, etc…. Pero agricultores capacitados deben serlo todos”.

Sin embargo, al médico montañés le parecen demasiado envaradas las teorías que sobre la eugenesia mantiene la madre de Hildegart, doña Aurora, y no oculta su decepción cuando en el mes de junio de 1933 la joven tiene su fin a manos de su madre, victima precisamente de esa concepción sobre la existencia que doña Aurora mantiene a ultranza.

Con toda lógica había de chocar quien, como el doctor Madrazo, se mantiene totalmente abierto a la vida, y doña Aurora Rodríguez Carballeira, que contempla la vida como un dogma cerrado donde cada uno ha de cumplir su papel como si se tratara de un drama teatral aprendido con antelación, sin salirse de él, so pena de muerte. Pena de muerte ésta que lleva a sacrificar a su única hija, destruyendo la primera parte del mito de Pigmalión que estaba ensayando.

Leopoldo Rodríguez Alcalde cree recordar que ya durante el juicio seguido contra doña Aurora en el mes de mayó de 1934, el Dr. Madrazo hace llegar a la Audiencia un informe médico personal en el cual se duda de las facultades mentales de la acusada, informe éste que «desagradó profundamente a doña Aurora”. Confirmado o no tal extremo, lo cierto es que, según escribe Eduardo de Guzmán, la procesada “sólo protesta con visible indignación cuando alguien pone en duda el perfecto equilibrio de sus facultades mentales e intenta presentar el crimen como consecuencia de una locura paranoica”. Condenada por parricidio a una pena de veintiséis años de prisión, ocho meses y un día, parece ser que en los días confusos dé la sublevación militar de 1936 es puesta en libertad, aunque testimonios posteriores recogidos por la revista Interviú coinciden en haberla conocido en un manicomio hacia 1950.

Por lo que respecta al Dr. Madrazo, cuando se produce la sublevación continúa al lado de la República, hasta que a la entrada de los nacionales en Santander es detenido, su biblioteca de la Vega de Pas y la del Sanatorio que lleva su nombre son destruidas, e ingresado en la prisión habilitada en la Tabacalera de los Arenales, con otros miles de personas. Entre esa ingente multitud de presos que esperan durante años su condena o libertad definitiva, se encuentran Manuel de la Escalera, Jesús Cancio, Luis Corona, Juan Fernández Ayala que más tarde, en el monte, será, conocido por “Juanin

El último testimonio sobre el Dr. Madrazo se  le debemos a la pluma agradecida de su compañero de penurias,

Luis Corona: “Habíamos ido a ver en la enfermería al doctor Madrazo, gloria montañesa. Se hallaba recostado, nonagenario, en su camita, amable con todos. Ascética y solicita llega una monjita y le pregunta cómo va de salud y de pecadillos, pues se acercaba la Semana Santa. Don Enrique, sonriente, la responde:

-Estoy, hermanita, completamente limpio.

-Del cuerpo sí ¿y del alma, don Enrique?

Don Enrique vuelve a sonreír, sin decir más. Se retira, haciendo riñas con la mano, la monja. Don Enrique, que desde su honesta ancianidad, veía las cosas del mundo en conjunto, salvando la impecable intención de la religiosa, está rodeado de compañeros y habla:

-¿Habéis oído, compañeros, qué contradicción? ¡Siempre le hablan uno del alma los que no la tienen!

HILDEGART Y LOS JÓVENES SANTANDERINOS

La presencia en Santander de Hildegart produjo en los jóvenes santanderinos próximos a los dos ateneos el natural impacto. Tanto por los conocimientos de la joven como por el hecho de que se tratara de una chica, la rodearon al terminar sus intervenciones.

Leandro Mateo, estudiante como ella de último año de derecho, recuerda de aquellos momentos que su madre se hallaba pendiente en todo momento no solamente de quien la rodeaba o se dirigía a ella, sino de las respuestas que daba a las preguntas que se le hacían. “Desde luego –dice- que ni la chica ni su madre eran tan agraciadas como nos las han presentado en la película”. También Leopoldo Rodríguez Alcalde insiste en aspectos similares que, lógicamente, debieron de chocar a los asistentes a la conferencia: la presencia obsesiva de doña Aurora, vigilante de todos los movimientos de su hija. “Sin ser agraciada -recuerda Rodríguez Alcalde– se trataba de una niñona, con cierto atractivo, muy desarrollada para su edad (alguien mantenía que era mayor de lo que confesaba en aquel tiempo), y desde luego su madre era un verdadero sargento. Los conocimientos de Hildegart y su memoria eran algo fuera de lo común para la edad y la experiencia que tenía”.

Al día siguiente de su intervención en el Ateneo Popular participa en un mitin colectivo, en el cual intervienen también los dirigentes socialistas Feliciano Leiza y Bruno Alonso, a quienes sigue en el uso de la palabra: un resumen de su intervención nos 1a proporciona El Cantábrico del martes siguiente:

Comienza coincidiendo con Bruno Alonso en que pasaron los tiempos heroicos del socialismo, pero añadiendo que vienen otros muy difíciles. Afirma que la República, que para los republicanos es un fin, para los socialistas es una estación en el trayecto de las reivindicaciones societarias.

Refiriéndose a la invasión de gentes en las filas del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores, pide a los jóvenes que mantengan en sus filas la pureza y la buena fe, para que no resulte engañada la clase trabajadora. Examina la actuación del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores, defendiéndola, y sale al paso de una campaña de difamación, especialmente de la que se está realizando desde las columnas de Pueblo, de Valencia, explicando los móviles que la inspiran”.

En este mismo domingo se anuncia, a través de la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Santander, que mañana lunes “ocupará la tribuna… la joven publicista y culta abogada señorita Hildegart Rodríguez, quien disertará sobre el tema “¿Se espiritualiza el Socialismo?”.

¿SE EQUIVOCÓ MARX?

Y, efectivamente, el lunes a las ocho de la tarde, con el Ateneo repleto de asistencia, Hildegart vuelve a proponer una nueva tesis de su concepción del hombre y de las doctrinas filosóficas materialistas, a partir de las ideas del batallador socialista belga Henri De Mann, con una nueva orientación del socialismo y que “es una reforma de la táctica y una amplitud de la teoría, al mismo tiempo”.

Después de ser presentada al auditorio, según costumbre de la Docta Casa, por el letrado y directivo ateneísta señor Castrillo, Hildegart da comienzo a una larga exposición, en la cual dice, entre otras cosas, lo siguiente:

Marx, para los socialistas, es el hombre más genial, que tuvo del porvenir la más clara visión, la perspectiva más rotunda. Pero Marx no era infalible, y a base de este principio, nos atrevemos a sustituir algunos de estos principios por otros, en consonancia con las percepciones de las realidades. Para Marx todos los actos de la vida obedecen a una polarización económica; es decir, que las luchas que sostiene el proletariado no obedecen más que a una ley de economía. Para Henri, la juventud desea una nueva concepción de la vida y hasta una nueva religión”.

Algunos conceptos de esta charla se ven desarrollados en el libro que, bajo el título de “¿Se equivocó Marx?”. publicará el año siguiente, coincidiendo con su salida de las Juventudes Socialistas, en un momento en que –según testimonio de Eduardo de Guzmán– “son muchos los socialistas, especialmente los jóvenes, que se sienten decepcionados y dolidos por la actuación del partido durante su colaboración gubernamental con los republicanos. En algunos pueblos menguan o desaparecen las agrupaciones locales, mientras los sindicatos de la UGT pierden una parte de los afiliados, que ganan los de la CNT. En el más fuerte y combativo de los sindicatos madrileños -el de la construcción- los elementos confederales son-casi tan numerosos ya como los socialistas. Las Juventudes registran el alejamiento de muchos muchachos que van a integrar las filas del Partido Comunista.

Atrás queda ya la militancia socialista de Hildegart. Como atrás quedan sus compañeros del comienzo: Santiago Carrillo, Juan Simeón Vidarte, Sócrates Gómez, Graco Marsá, PinilloS, Navarro Ballesteros, Serrano Poncela, Sendín, Carlos Rubiera, Hernández Zancajo, Rosario del Olmo, Josefina Carabías, Irene Falcón…

Y, de repente, una mañana, sin que aun podamos recoger otra explicación que la procedente de las extrañas

teorías de la madre…

Un informe preparado por J.R. SAIZ VIADERO

Sobre J. Ramón Saiz Viadero 34 artículos
Escritor, historiador, periodista, conferenciante. Especialista en historia de Cantabria y del cine español. Ha sido asesor cultural del Ayuntamiento de Santander, y concejal en las primeras elecciones municipales.

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