
Reconozco que llegué a la serie influida por el efecto Streisand, debido a la queja vía twiter del colectivo de iglesias evangelistas Aciera, que quedó reducido a un pataleo un tanto misógino e injusto. Era tan burda la protesta de los evangelistas que me levantaron la curiosidad ¡benditos ellos!
Los guionistas del Reino, son dos, Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro ¿contra quién cargaron los pastores? Evidente, contra Claudia, sacando además a relucir su inequívoca postura feminista a favor de la legalización del aborto en Argentina. Nada nuevo , estamos hartas de ver las mismas diatribas en la iglesia Católica, porque el tema de la serie es correlativo con cualquier religión o creencia. A la protesta twitera siguió una marea de solidaridad hacia la condenada guionista. Lo habitual.
La serie no es un documental, es ficción, como tal debe ser visionada por más que moleste o escarbe en verdades a medias. Es posible que el revuelto se origine porque algo pica en los centros de evangelización…o los señores pastores tienen la piel muy fina. La ficción es libre y como tal debe ser tratada. Como si alguien cuenta que hay un criminal que nació en León y los leoneses se mosquean.
Los pastores de este tipo se sienten elegidos por un Dios carnal que aborrece a la homosexualidad, la ideología de
Seguro que les suena de algo, queridas lectoras/es, si dudan, tomen un discurso de Bolsonaro, Salvini, Abascal o Monasterio -los que daba Trump eran demasiado esotéricos-. Se predica una moralidad estricta, una férrea unión familiar de cara a la galería mientras de puertas adentro, los paradigmas voceados sean pura podredumbre o carne de psiquiátrico.
El capítulo final les dejará sin aliento y con cierto escozor en las entrañas, les diría que se abstengan los conspiranoicos porque la vida se les tornará oscura porque lo escuchado en la serie nos suena cada día en las noticias o en las notas de prensa. Verlo así, a bocajarro, es sobrecogedor.
Hay un personaje sin fisura, con los sesgos de los malos de los de antes, Rubén Osoro (Joaquín Furriel) con discursos que nos
Nos sobrecoge por real, porque sabemos que de esa forma han llegado y llegarán al poder, verdaderos indeseables, mediocres, medio tarados e ineptos. Son siervos de un poder desconocido y oculto que mueve los hilos de un capitalismo feroz. El problema surge cuando el mando lo alcanza un monstruo. Cuando el alumno se aventaja, coge carrerilla y deambula por los pasillos purulentos del poder ¿Qué puede pasar?
La trama se desenvuelve con la sincronía de un guion bien hilado, aunque a mi parecer sobran ciertos esoterismos que nos hacen perder credibilidad de lo que hasta ese momento eran patrones lógicos y bien estructurados, también las personas que se enfrentan a esos malos son un tanto estereotipos que vemos a menudo. Como la guionista es feminista vemos su mano en el personaje de la fiscal, que por una vez y sin que sirva de precedente, es una mujer y su ayudante un hombre.
No se pierdan la serie. Es corta y llegará segunda parte…deja el final bien preparado para ello.
Y no se fíen de los lobos con piel de oveja. Ni de los que se sienten a cubierto del mal porque tienen a Dios por amigo mientras quieren soterrar las libertades. De esos, menos.
María Toca©
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