
Llevaba una noche a casa a mi querida Marta Peredo después de asistir ambas a una charla sobre Memoria Histórica, le pregunté a la vez que me preguntaba qué hubiera sido de nosotras, las mujeres, de haber ganado la guerra la República después de los avances conseguidos en el breve tiempo que duró. Marta con su angelical sonrisa me miró, respondiendo: “No te preguntes eso María, si no quieres amargarte” porque fue tan grande el retroceso, tan grave el descalabro al que nos sometió la dictadura que mucho me temo seguimos convalecientes de la esquilmación cultural sufrida. Los aires de libertad, el valor que se dio a la cultura durante la época republicana, sobre todo en lo concerniente al empoderamiento femenino, es algo que ni sus más recalcitrantes enemigos niegan. El Lyceo Femenino, las agrupaciones feministas que comenzaban a despuntar, publicaciones como Mujeres Libres, que crecían al amparo de la recién estrenada libertad, hicieron crecer a un grupo de mujeres en todos los ámbitos culturales. Se las ha ninguneado borrando sus huellas cuando su talento era similar al de la Generación del 27.
Muchas de nosotras volvemos los ojos a ellas porque les debemos tanto que el agradecimiento es y será infinito.
En Cantabria, a modo de ejemplo, citaré a tres mujeres que son referente y prueba de lo que digo. Consuelo Berges, Matilde de la Torre y Matilde Zapata. Las tres definen la trayectoria vital y social de la mujer en Cantabria, convirtiéndose en triste prototipo de un despilfarro de genio tan triste como apabullante.
Consuelo Bergés ha crecido libre, libertaria, independiente y no soporta la dictadura de Primo de Rivera, por lo que emigra a Perú donde hay familia de su padre. Escribe en la prensa de cada ciudad que visita en su periplo americano. Torna a España con el advenimiento de la República, ilusionada por el empeño de libertad que supone. Colabora con la prensa de CNT/FAI, sigue ahondando en su ideario anarquista, se hace masona y escribe sin parar. Con una inteligencia y capacidad crítica fuera de lo común que pone a disposición del feminismo y de la consecución del voto femenino colaborando con su amiga Clara Campoamor. Aunque la ofrecen cargos, no acepta siendo consecuente con su ideario anarquista. Consuelo voló siempre libre, independiente y libertaria.
Al perder la guerra huye a Paris donde sobrevive haciendo traducciones con su precario francés aprendido como todo lo suyo, de forma autodidacta. Descubre a los clásicos, Flaubert, también traduce a Proust, hasta encontrarse con Standal y producirse un flechazo absoluto con su obra. A partir de entonces, Berges se convierte en standhaliana confesa y sus traducciones son insuperables.
La Gestapo la apresa tornándola a España,ya saben, los amigos nazis colaboran con el fascio hispano. Es confinada en un campo de concentración. Su delito, ser mujer, masona, rebelde, escribir y ser libre…Durante cuatro años está presa hasta que la influencia de unos familiares afines a Franco consiguen su libertad. El precio es no utilizar su pluma jamás para crear. Convertirse en una oscura traductora de los franceses y mantenerse en silencio. Lo hace, guarda su talento y lo vuelca en obra ajena. Trabaja cual penada hasta que muere en 1988. Poco antes, impelida por la pobreza en la que vive, solicita del Ministerio de Cultura una beca de 500.000 pts. para sobrevivir. Huelga decir que no se la conceden. Muere en la indigencia, sola, dejando una gran obra de traducción pero pensamos que de no haber sufrido la tragedia que la tocó vivir, su obra hubiera sido pareja a su enorme talento. Como colofón existe una rocambolesca historia con sus cenizas que quizá algún día cuente. Triste final para una mujer de enorme talla. Ni respetaron su vida…tampoco su muerte.
Matilde de la Torre, es la más conocida de las tres, quizá porque al ser una respetada folklorista, investigadora y descubridora de joyas de la tradición de Cantabria (la debemos el descubrimiento de la danza de Ibio) se le han reconocido méritos que de otra manera se hubieran olvidado.
Con la derrota llegó el exilio y el expolio de su casa, de sus libros, muebles y pertenencias familiares, que aún andan desperdigadas en manos ajenas. Matilde marchó al exilio junto con su hermano impedido. Eulalio Ferrer, en su diario del triste viaje de éxodo nos cuenta la abnegación de Matilde hacia su hermano. Poco después muere, o es matada por la pena, la angustia y la desesperanza de un exilio que auguraba largo. Perdimos a otra importante mujer. Perdimos su talento demasiado pronto.
Dejo para la última parte de esta crónica a mi querida (a base de leerla, seguir sus pasos, forma parte de mi familia)
Analizando la prosa de Matilde siempre he pensado que de no tener que pelear en luchas urgentes hubiera sido una gran literata. No le faltaba aptitud y dominio del lenguaje. Leyendo sus artículos se nos eriza la piel de pura emoción; su limpieza en el lenguaje nos hace apreciar un talento literario perdido.
La perdimos pero jamás la olvidamos.
Son tres mujeres que definen lo que pudimos ser. Tres personajes que nos impulsan a seguir sus huellas y tratar de superar los problemas cotidianos y a crecer. Somos porque fueron, porque abonaron un camino que hoy transitamos. El de la libertad. El de la cultura.
Hoy, que parece quieren acallar la Memoria colectiva de tantas mujeres y hombres que lucharon por la libertad desde la inteligencia y un amor profundo a la cultura, queremos levantar la voz de forma indefinida porque cuanto más intentan acallar la verdad, más brilla. #Somosporquefueron
María Toca©.
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