Explosión de silencio

Esta mañana rocé la locura.

Me supo a hieles y a venenos,

a volcanes desangrados

palpitando fuegos.

Sentí angustia entre latidos

en una galera de silencios

con aguas que me ahogaban

en océanos inmensos,

profundos, tenebrosos…

Me hundía entre dos miedos:

dejarte y morir sin ti,

quedarme contigo y ser tu duelo…

Noté que me extinguía,

creí tus manos en el cuello

y era saliva que abrasaba

alma y vida por entero.

Estallaban mis sienes

entre seísmos y truenos,

tu voz que amordazaba la mía

triturando el amor con más silencio.

Lloré a escondidas porque si no, después

sería daga en tu discurso enfermo

que arrojarías en desquite

en cualquier otro momento

con esa rabia

que tienes tan adentro.

Sentí morir,

y que todo era incierto

cuando dijiste: “Estás enloquecida,

odias al mundo y a mí, con tu despecho…”

Quise gritar, no pude,

quise partir lejos;

quise beber la vida que me resta

en un solo trago de veneno;

quise dejarte y olvidar

que tuve algo que ver contigo, que fuiste de mi adentro…

Amarga es la locura cuando ignoras

quien es el perturbado y hoy…, estoy enloqueciendo.

©Ángeles Sánchez Gandarillas

Imagen, Alberto Cuius lucuano

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