La Chana

 

 

La Chana tiene algo de piedra sagrada. Cuando baila le tiemblan las mejillas y le tiemblan los labios. Reaparece en Madrid, en Xenón-Disco, tras tres años de ausencia. Por tres únicas noches. Es una bailadora extraña: siempre al borde de echarlo a perder todo para, al final, ganarlo con más luz. Despega ahora sus brazos del vestido grisáceo, retrocede taconenando, levanta levemente el vestido, contagia su temblor a los flecos rebeldes de un pañuelo rosado y ajusticia el furor de los remates con delicada limpidez. Ya ha creado el hechizo. Con asombrosa economía de medios y sin cantar victoria. ¡Sobria ebriedad del genio! Dispuesta, pese a todo, a perderse o perdernos en un fragmento de acechante error. Pero no hay tal error. Hay un tacto de piedra sagrada.Se desliza La Chana por el escenario al ritmo de un galope íntimo. Y frecuenta los ángulos, los límites, los precipicios. De opacidad y peso extrae transparencia y señas frágiles. Pasa de ser la sombra de la muerte -blanco traje de cola, pañuelo negro-, toda solemne y trágica, a ser bautismo y vendaval sonoros. Mientras tanto se ha dado en muecas mil justísimas-, le dio la espalda al público con gracia, brazos en cruz, caricias a pardales y escorpiones, y ese asomarse funeral a un pozo imaginario o más real que el mismo fuego. Tiene los ojos tristes y llorosos. Y mira de perfil. O con la boca. Una boca que empieza ya a borrarse, para ser arco iris, cuando La Chana se convierte ahora, entre bravos y aplausos, en rejigata álfica soplada por un viento sigiloso de pureza y pasión.

José Miguel Ullán, El País.

 

Sin lugar a dudas, el más extraordinario de los solo fue «La Pasión Que Crea» interpretado por La Chana, que creo la ilusión de parecer más una hechicera que una bailaora. Rajando el aire con sus brazos, podría haber sido una mujer poseída por espíritus. Sus pies moviéndose rápidos parecían temblar y temblequear. Pero nunca había pérdida de control en este arrebato(…)

Jack Anderson para el New York Times 

 

 

 

Había que encontrar sustituta a la Capitana para cuando se fuera a la eternidad, debieron de pensar en el cielo donde programan a las mujeres con arte. Ósea, a las gitanas grandes a las que les arde el alma hasta incendiar el cuerpo. Una madrugada de Nochebuena, es decir el veinticuatro de diciembre de 1946, nacía en el Hospital Clinico de Barcelona, Antonio Santiago Amador,  que sería La Chana, años después. La familia era pobre pero con el arte reconcentrado en su sangre. Su padre Joaquín Santiago, “el Julio”,  gitano de ley que quería a su niña honrada y cabal. La madre María Amador, presta y solicita a la crianza de sus seis hijos, de los que Antonia hacía el numero tres.

En aquel tiempo los niños/as se criaban en la calle, y Antonia pasaba su infancia en la calle Juventud de Hospitalet de Llobregat, barrio humilde de gente desposeída pero con la música corriendo por cualquiera de los caminos de sus calles. Con ocho años, la niña Antonia, comienza a fijarse en el baile de las fiestas del barrio, escucha la radio con atención y calzada con unas  chanclas le da por mover los pies, por sentir la música en los adentros más profundos para sacar los bríos que hacen de ese baile un arte que emociona y emborracha de felicidad. La niña Antonia, incluso, roba zapatos a alguna vecina para sentir el repiqueteo de su arte contra el asfalto y mejorarlo. Comienza a formarse ella sola, no hay nadie que la enseñe, que de forma a los ríos de emoción que Antonia drenaba bailando. Lo hace a escondidas de todos, detrás de un muro del cementerio, baila y baila sin parar cogiendo fuerza, rapidez…porque a Antonia todo le parece poco para hacer volar los pies y formar música y arte con ellos.

La familia es grande y Antonia tiene que trabajar. No hay tiempo ni costumbre de ir a la escuela. A ninguna escuela. Con diez años comienza a trabajar en una fabrica de algodón, hilos de jabón, separando cristales y también, los fines de semana, ayudando a su abuela a vender flores en el mercado de Igualada…Y sigue bailando en secreto.

En una de las muchas fiestas que la familia Santiago organiza, el tío Chano, guitarrista profesional, toma el instrumento y comienza a tocar. La niña Antonia, salta desde su secreto y sale a bailar, dejando a todos atonitos. El Chano la pregunta que dónde ha aprendido: “yo sola” le responde con el consiguiente pasmo familiar. El Chano intuye el arte que esa niña menuda y rubia lleva en sus adentros y le propone al padre que la deje actuar con él. El señor Joaquín Santiago se niega en redondo: “una artista no puede ser una mujer honrada” le dice al Chano. Éste le promete que la cuidará encerrándola en el cuarto en cuanto acaben la actuación, nadie verá ni osará quebrar la honra de la niña Antonia. La insistencia convence al padre…porque la madre, como mujer que era, ni opinaba ni nadie le preguntó.

 

A partir de ese día nació la primera Chana, tomando el nombre del tío, un nombre que en caló significa “entender”. La niña toda arte, toda baile, todo compás. Porque el secreto de la Chana está en ese misterio insondable (para las que no somos gitanas) que es esa cosa tan  solemne como el compás. La Chana domina el arte sin ensayos, sin escuela, sin estudios. Cuando la preguntan, responde “no sé, yo siento emoción, pasión, cosas por dentro y ese sentimiento ordena a mi cuerpo y sale el baile, brota sin querer porque manda el alma y el cuerpo solo obedece” Ya ven…

Comienza a ser conocida en Barcelona, en 1961 bailó en una sala de fiestas de la Costa Brava, donde un Dalí entusiasmado la va a ver muchas veces. El pintor, lleva dos guepardos que con el zapateado de La Chana se asustan y gruñen. La Chana tiene miedo de eso bichos que porta el pintor pero sigue impertérrita bailando ¡guepardos a ella!

Es tanta la velocidad de sus pies que a asusta a los guitarristas por imposibilidad de seguirla, no cualquiera puede ir su ritmo. Hay un guitarrista que en mala hora se fijó en ella, Miguel León, con el que se casa por el rito gitano y con solo dieciocho años La Chana tiene una hija. Siguen los éxitos. Un día de 1967, Peter Sellers va a verla y la contrata para la película  The Bobo de Robert Parrish,  que está rodando. Le ofrece un contrato importante para llevarla a Hollywood, pero el marido le niega permiso. Ya se sabe, la mujer obedece siempre, eran los tiempos en que ninguna mujer viajaba sin permiso de padre o marido. Era ilegal, estaba prohibido…y no solo entre el pueblo gitano. La Chana lamenta no haber aprovechado esa oportunidad pero tiene que obedecer.

Se presenta para acompañar a Caracol pero éste la desprecia “una gitana de Barcelona y rubia…jamás” pero La Chana se arranca a bailar y el gran Caracol cae rendido y marchan a Madrid. En el año setenta estrenó el espectáculo Flamenco 73 en el Teatro Arniches de Madrid. En el setenta y tres  es el Florida Park donde actúan, siendo llamada en 1977 desde TVE para hacer un numero en el programa Esta noche Fiesta de José María Iñigo. El éxito llega de golpe, con el clamor de su arte que gracias a un programa visto por millones de españoles conocen a la fuerza de la naturaleza que es La Chana. La gente escribe para que se repita la actuación y comienza su periplo internacional. EEUU, Australia, gran parte de Europa, y Santiago de Chile donde consigue un éxito grandioso.

 

La Chana baila y embruja a la gente que la contempla pero dentro lleva mucho dolor, un tormento que mitiga con su baile porque de no ser así hubiera reventado. Miguel León, el guitarrista que es su marido la maltrata sin ninguna piedad. Palizas, golpes terribles y humillaciones producidas por celos malvados y una atroz envidia del éxito de su mujer.

Cuenta ella que en una de sus actuaciones más punteras  baila con dos costillas rotas producidas por una paliza , soporta un dolor terrible que minutos antes de salir al escenario la imposibilita casi respirar. Pero la magia de su arte la hace ser la de siempre, sobreponerse al dolor…no sentirlo y volver a producir el milagro. Pero los golpes dejan su huella en el cuerpo menudo y cansado de La Chana. Baila y baila sin parar, cuando graba para la película de Sellers fueron jornadas de ocho horas sin parar, momento en que creía morir…pero el baile le daba alas y fuerza. El misterio de un cuerpo obediente a un alma mandona y artista.

El malvado  León decide que ya está bien, que La Chana tiene que estar en casa, le pertenece y hace con ella lo que quiere y si desea cortarle las alas de artista sublime, se las corta. La retira…y La Chana deja el escenario para seguir recibiendo golpes y maltrato hasta no poder vivir. Un día, el gitano León, decidió que ya no le divertía pegar a su mujer porque ya la tiene tan domada que no le da placer quebrarla y abandona la casa no sin antes vaciar las cuentas, llevarse todo lo que había de valor ganado por la mujer con su esfuerzo y arte,  dejando a La Chana sin nada, retirada de los escenarios y una niña pequeña.

Cuenta La Chana, que estuvo dos años llorando hasta que un día se hartó pidió a su pequeña que sacara los trajes y como quien se ciñe una corona se calzó los zapatos de baile. Comenzó la segunda vida de la bailaora.

Era 1985, ha estado cinco años fuera del ámbito flamenco, tiene treinta y nueve años y un físico lesionado por las palizas y los excesos del baile, pero remonta y su cuerpo vuelve a doblegarse ante el alma y La Chana vuelve a triunfar. Realiza giras por España y Europa con el bailaor Luisillo, Cumbre Flamenca, se llama el espectáculo, que dirige Paco Sánchez en donde actúan, Antonio Canales, Cristóbal Reyes, Juana Amaya y El Veneno. Antonio Canales dice que fue su maestra y la reina del flamenco, muerta la Capitana, Carmen Amaya. Y sí, el resto de artistas están de acuerdo.

Llegan los años noventa y La Chana se dobla. Su cuerpo la sigue respondiendo pero el esfuerzo daña una rodilla que padece artritis y una espalda lesionada. Conoce a un payo, pescadero de Premia de Mar, que la invita a cenar y a La Chana el corazón  la vuelve a bombear con fuerza. Félix Comas es un buen hombre que adora a la que pronto será su mujer, la acompaña, la protege y la cuida además de admirar su arte como si fuera su primer fan.  Le quedan arrestos a la bailaora para volver a Nueva York y triunfar, pero a los cuarenta y cinco años comienza un lento retiro que rompe cada poco cuando la invitan a participar de algún festival o evento donde torna con su poderío. Al paso del tiempo, La Chana no puede bailar de pie. Da igual, sentada en una sencilla silla de enea, cual trono, zapatea y se mueve provocando el éxtasis emocional de quien la contempla.

Vive una vida apacible en compañía de Félix en un chalé en Dosrines, en Premia salvo cuando la llaman en 2016 de la Bienal de Flamenco de Sevilla invitada por Rocío Molina, que dice de ella que su arte es inmenso considerándola maestra y reina del baile. Poco después una directora de cine, Lucija Stojevic le propone grabar un documental sobre su vida que conforman una cinta maravillosa la cual recibe muchos premios internacionales. En la cinta, vemos a La Chana contar su vida, aceptando el declive físico de la edad con la maestría y el orgullo de una reina. Lo que siempre fue. Una reina maltratada, herida por la vida y una sociedad que la condenó a ser víctima por el solo hecho de nacer mujer.

La Chana sigue disfrutando de su casa,   su familia, su gente y de vez en cuando suelta perlitas de su arte, sentada en una silla y moviendo el aire al compás de mucho sentimiento.

Sí, a  La Chana le robaron el alma por un rato. Luego volvió a encontrarla y ya nunca más se perdió.

María Toca Cañedo©

https://www.filmin.es/pelicula/la-chana

https://www.rtve.es/play/videos/musica-en-el-archivo-de-rtve/flamenco-1974-1977-chana/4599480/

https://www.rtve.es/play/videos/programa/actuacio-chana-cerimonia-cloenda-del-docsbarcelona/4039726/

 

Sobre Maria Toca 1555 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

Sé el primero en comentar

Deja un comentario