“La guerra civil española es la única guerra en que los ricos han salido más ricos”
Francisco Franco Bahamonde
De las muchas mentiras que la parafernalia publicitaria y panegírica nos inculcó la dictadura, la de la sobriedad del general Franco, fue una de las importantes. Ese general africanista forjado en la dura milicia donde el compañerismo y la mesura eran la pauta, nos decía la propaganda con tal insistencia, que se terminó asumiendo como cierto. Y cierto es que era austero en cuanto a la bebida porque aborrecía el alcohol, también sabemos que jamás abusó de la lujuria lo cual no indica ni mucho menos que no le gustara el boato y el dinero.
Lo del boato lo tenemos claro ya que el Caudillo apetecía mucho entrar bajo palio en las iglesias y el agasajo de la plebe mientras él disfrutaba de pulpitos, paradas militares y demás eventos disfrazado con entorchados varios. Sin hablar de las bodas familiares que se celebraron con una ostentación solo superada por el ínclito Aznar en la boda de su primogénita. Los aderezos y dorados, además de las decoraciones rococós, también el arte -usurpado arte- le encantaban. Pregunten, si dudan, por las figuras de la Catedral de Santiago que se hizo llevar al pazo de Meirás. No, no era sobrio el pequeño general. Aunque lo que apreciaba de verdad era el dinero y las propiedades. Para ello vamos a las fuentes de investigación que han realizado Mariano Sánchez Soler (Los Franco SA, ediciones Roca Bolsillo) Antonio Maestre (Franquismo SA, ediciones Akal) y últimamente Ángel Viñas dedica tiempo y trabajo a la misma investigación.
Franco en 1936 ganaba como general del ejército, tres mil pesetas y su patrimonio era nulo. Nos preguntamos qué pasó, qué hizo el buen militar, además de dar un golpe de estado, provocar una guerra y asesinar cientos de miles de españoles/as para que en 1939, nada más finalizar la contienda, tuviera un patrimonio de treinta y nueve millones de pesetas de la época, claro que el sueldo se le subió a sí mismo, porque durante la guerra pasó a cobrar 30.000 pts.
En marzo de 1938, a don Pedro Barrié de la Maza, gallego coruñés favorable al golpe de estado, se le ocurrió una feliz idea. Hacer que los gallegos -recuerden la fecha 1938, en plena guerra y hambruna- regalasen al Caudillo el pazo de Meirás que había pertenecido a la doña Emilia Pardo Bazán y en esos momentos lo disfrutaba su familia. El señor Barrié de la Maza, solicitó a los integrantes de la administración coruñesa que apoquinaran una parte de su sueldo para el dispendio. Como para negarse, pensaron los funcionarios coruñeses. No debió de ser suficiente porque las milicias falangistas realizaron recorridos por los domicilios de los pueblos galaicos en demanda de pasta, con lo que don Pedro Barrié de la Maza se cubrió de gloria regalando al Caudillo en plena guerra civil el pazo de sus amores, del cual tomó posesión un sonriente y encantado jefe de estado y su mujer no digamos, ya que la señora de Franco amaba más aún que su marido el boato y las propiedades. En consecuencias las concesiones a Barrié de la Maza fueron generosas, nada menos que un título nobiliario, conde de Fenosa, y la concesión para su empres de la distribución de electricidad para Galicia. Con la adquisición (regalo) del Pazo comenzaba la carrera en pos de una fortuna incalculable que se diversificaría por las grandes empresas gallegas y nacionales. Luego, el ferrolano conde de Fenosa, sería un gran afortunado, nada menos que en 1958 ganó el gordo de la lotería. Don Pedro Barrié de la Maza, en un alarde de «intuición» había adquirido seis de las siete series vendidas en Ferrol…con lo que sus cuentas, un tanto deficitarias entonces, se llenaron con la «ayuda» de esa milagrosa lotería. Cosas que pasaban en la dictadura a los españoles de bien. amigos…https://www.elespanol.com/quincemil/articulos/cultura/cuando-todo-el-gordo-de-navidad-le-toco-a-un-solo-gallego-pedro-barrie-de-la-maza
Poco después de acabarse la guerra civil, el conde de las Almenas deja al Generalísimo en herencia el palacete Canto del Pico, cercano a Madrid, en Torrelodones, porque no iba a ser menos el Caudillo de las Españas que su amigo y socio Adolf Hitler. Si este tenía el Nido del Águila, él, aportaba su Canto del Pico. En Oviedo hay otro palacete propiedad de la familia Franco similar al anterior. Años después, a la muerte del dictador, teniendo que pagar tasas y mantenimiento, esta ultima propiedad fue vendida por 360 millones de pesetas.
Fue al finalizar la guerra cuando el pequeño (de tamaño, no de condición) dictador se engolosinó con los dineros y ahí ya desató la avaricia bien acompañado y secundado por su esposa doña Carmen Polo de Franco, apodada La Collares, por el afán de llevarlos siempre rodeando su cuello. A dicha señora le apasionaban las joyas y los objetos de arte, no por su belleza que desconocía, sino por su valor. Cada visita que el Caudillo realizaba por el país, doña Carmen y alguna amiga que se prestaba a la rebatiña, visitaban joyerías de tronío escogiendo piezas de alto valor, que los joyeros enviaban al Pardo al día siguiente sin falta. Sobra decir que el detalle del pago, doña Carmen, lo obviaba y los joyeros ni se atrevían a solicitarlo. En Madrid se pasaban la voz unos a otros para esconder las piezas más valiosas, cuando la señora decidía salir de “compras” Todo era poco para el «salvador» de la patria.
En el Pardo se recibían, dos veces a la semana, visitas de gente diversa, que aportaban regalos de alto valor para el triunfador de la guerra en solaz agradecimiento por librar a España de las hordas rojas. Cuadros expoliados, joyas, plata, y cualquier artículo de valor servía para el agasajo que presagiaba los favores subsiguientes a la visita o los acuerdos, concesiones y demás prebendas que se querían obtener del Pardo. Visionen la genial película “La escopeta nacional” que ilustra bien el trasiego de favores y regalías en cacerías y visitas a la turba que rodeaba al dictador.
La probada avaricia de Franco queda demostrada cuando el presidente de Brasil, Tulio Vargas, conocedor de la penuria de los años de hambre en nuestro país, envió toneladas de café que fueron a parar a las manos del dictador, vendiéndolas éste, a particulares por lo que sus ganancias limpias y con nula inversión, fueron de ochenta y cinco millones de pesetas ¡de los años cuarenta! Las donaciones de particulares para los huérfanos de guerra, que le hacían llegar al dictador jamás llegaban a sus destinatarios, sino que se las quedaban en el Pardo, para los gastos urgentes, imaginamos. Recordemos que la hambruna se cronificó en la sociedad española durante los años de postguerra mientras la familia Franco y cercanos llenaban sus bolsas. La rapiña del dictador llegaba a ser tan notoria que su primo y secretario Franco Salgado-Araujo, lo reseña en el libro de memorias publicado poco después de su muerte, aunque se lo imputa a la familia…impelido, pensamos, que por el afecto filial o por la devoción militar.
Cuando la niña Carmencita se casa con el joven médico Cristóbal Martínez Bordiú se añade a la familia un cuervo carroñero de enormes fauces y querencia por la adquisición de dineros. El tipo, mal médico y buen catador de damas de la corte, reunía diversos cargos y abría consultas en cualquier centro que quisiera tener al yerno de Franco entre su plantilla. Era titular en la Paz, en el Ramón y Cajal, y varios hospitales públicos, sin rechazar la medicina privada, como Sanitas, Incosol (Marbella) etc. Su afán le hacía recibir unos emolumentos mensuales de dos millones de pesetas ¡de los años sesenta! El afán recaudador del yernísimo no tenía freno, cambiando su titularidad por favores y prebendas, porque imaginen lo que suponía tener en plantilla o en el consejo de administración al yerno del dictador. Llegó a realizar un trasplante de corazón al estilo del doctor Barnard, que fue un enorme fiasco, como será que hoy ni aparece en los historiales de trasplantes españoles. Fue uno de los muchos atropellos publicitarios que la dictadura consentía con tal de levantar una popularidad que ya andaba de capa caída. https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2018/09/23/fallido-experimento-yernisimo/0003_201809G23P27991.htm.
Carmencita, entre parto y parto (siente en total) tuvo tiempo para colocarse en diversos consejos de administración y tejer, junto a su marido, unas redes clientelares profundas y beneficiosas. Para entonces, la familia había formado sociedades paralelas y fiduciarias que tejieron por todo el país una red de influencias que suponían jugosos y ocultos negocios. Ambos cónyuges pertenecían al consejo de administración de empresas como Meliá, Marsans, Construcciones y Contratas (recibiendo el padre de las Koplowitz, prebendas y ventajas debido a ello) Corte Inglés, empresas de construcción, turísticas, restauración… y tantas que se desconocen o están ocultadas por la discreción que hacían gala los consejos de administración de dichas empresas.
Franco adquiere por precio irrisorio, lo que se convirtió al poco tiempo en el gran pelotazo familiar, la finca de Arroyomolinos, terreno rústico al ser adquirida que pronto se convierte en urbanizable y hoy conforma el complejo urbanístico Xanadú, que hasta contiene con pista de hielo.
La casa Cornide de A Coruña, forma parte de la esencia patrimonial, así como varias fincas, reconocidas o no, por todo el país, edificios de apartamentos en zonas turísticas como en Puerto Banús, Marbella y la finca de Valdefuentes que junto a la de Arroyomolinos, conforman lo más granado del patrimonio.
A la muerte del dictador que no deja mucho dinero en efectivo a viuda y a su hija y yerno, puesto que el matrimonio Martínez Bordiú/Franco, gestiona en gananciales, pero el patrimonio es infinito, tanto en propiedades como en activos que se encuentran en Suiza y ocultadas en tramas financieras de ingeniería económica que de forma opaca participa la familia Franco. Famosa fue la excursión que realizó la condesa de Franco, poco después de muerta su padre, con un maletín lleno de monedas y medallas de oro recolectadas en aquellas visitas al Pardo de los súbditos agradecidos. Volaba hacia Suiza, la pobre no se había enterado de que en Barajas habían instalado detectores de metales… por lo que a su paso, sonaron teniendo que abrir la maleta ante los perplejos guardias civiles que comprobaron el interior. “Que quería fundir las cositas de oro para hacer un reloj de cuco”, dijo la señora sin sonrojarse porque llevaba mucho maquillaje. Los viajes a Suiza, siempre habían sido frecuentes en la familia, solo que esta vez la pillaron in fraganti.
El año de la muerte del dictador, se contabilizaban por lo menos, cincuenta y dos empresas de la familia y se baraja que la fortuna oscilaba entre los mil y los veinte mil millones de pesetas. ¿Le fue rentable dar el golpe de estado a don Francisco? Pensamos que sí. Y eso que nos contaban que era austero.
La agonía de aquel rastrojo humano duró semanas. Se dice, con bastante certeza, que las fotos del cuerpo entubado y yacente del viejo dictador, fueron vendidas por el mismo marqués de Villaverde que trajinó como pudo durante esos días para poner a buen recaudo la fortuna y propiedades de la familia por si las cosas se ponían feas.
Cosa que no ocurrió, como saben. La Transición amparó a los Franco con cariño, respetando sus propiedades robadas al pueblo, dejando en paz a la familia para seguir con sus tejemanejes habituales. Lo demuestra claramente el sueldo que la señora de Meirás, viuda de Franco, que cobró hasta su muerte, nada menos que novecientas mil pesetas de los años setenta/ochenta, cuatro veces más que Felipe González siendo presidente de gobierno.
Se tuvo que abandonar el Pardo pero no se quedaron en la calle ya que habían adquirido de forma fraudulenta ¡como no! (esa compra merecería capítulo aparte) el edificio de Hermanos Bécquer, que conforma un esquinazo en pleno Barrio de Salamanca cuyo precio es incalculable. Allí se aposentaron y desde ese lugar tejieron el entramado empresarial que , a la muerte de Carmen Franco, heredaron sus siete hijos, dejando la nieta mayor, Carmen Martínez Bordiú, el duro trabajo de exclusivas, bodas vendidas, participación en programas de telebasura y del pequeño, y Jaime, que tampoco parecía un dechado de virtudes, tornó a redil de los millonarios. La herencia ha permitido salir de la precariedad a los siete nietos, ya que la madre gobernaba el patrimonio con mano de hierro solo dejando participar de su fortuna a los menos díscolos. A su muerte se repartieron el patrimonio participando todos como socios del entramado empresarias heredado.
Hay del orden de trescientas plazas de parking en Madrid propiedad de los Franco. Una empresa de publicidad, una de catering que sirve, por ejemplo, a Moncloa y al ministerio de Defensa, innumerables apartamentos, más de treinta pisos en el barrio de Salamanca, locales comerciales, además de lo que se ignora porque si algo ha sido impermeable a la investigación son los negocios de esta funesta familia que trasegó sin vergüenza con las influencias del inquilino del Pardo.
Lo que nos deja perplejas es como ha sido posible que durante cuarenta años de democracia ningún gobierno haya intervenido la fortuna acumulada por la familia de un genocida de tan nefasto recuerdo. Solo el Pazo de Meirás, previa lucha enconada del pueblo de Oleiros, ha sido recuperado para sus legítimos dueños/as, la población coruñesa. Evidentemente, tal como dijimos más arriba, se pactó en la Transición no tocar a la familia Franco, y luego, es más que evidente que los lazos que unen a la dictadura con los sucesivos gobiernos de la democracia son amplios y profundos.
Los integrantes y mandos altos y medios del PP son hijos y nietos de furibundos franquistas que labraron sus fortunas al calor de la dictadura. Como ejemplo, está Rodrigo Rato, cuyo padre hizo grandes y corruptos negocios al amparo de la dictadura, tanto que acabó en prisión. El presidente de CyL, cuyo padre fue falangista y adepto a Franco desde los inicios por lo que es posible que esa condición haya sido suficiente argumento para anular la Ley de Memoria Democrática. Si hiciéramos un recorrido por los apellidos de la derecha política y empresarial española actual no encontraríamos a nadie que no hubiera tenido lazos profundos en la dictadura. En este artículo publicado hace tiempo por La Pajarera Magazine, damos cuenta y relación de los personajes franquistas reciclados de la noche a la mañana en demócratas de toda la vida https://www.lapajareramagazine.com/los-ricos-cachorros-del-franquismo-poder-y-dinero
Ese es el gran motivo del temor infame que siente esta derecha cuando hablamos de Memoria Histórica, es el temor a remover los recuerdos y la historia porque afecta a sus patrimonios. No temen a los desaparecidos, asesinados por la dictadura, lo que temen es que saldría a la luz la infame procedencia de sus fortunas, labradas con trabajo esclavo y al calor del genocida amigo de nazis, Francisco Franco.
María Toca Cañedo©
https://www.businessinsider.es/vivia-gastaba-fortuna-dictador-francisco-franco-516551
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