La prostitución , vista por un hombre

Casi todos hemos visto, o sabemos de la existencia de una película, “Pretty woman”, en la que se establece una relación entre una prostituta y un millonario. Lo que quizá no todos sepan es que la versión que han visto, no era la original. En la original, la mujer muere al final. Por supuesto , fue rechazada, y lo que vimos fue una visión edulcorada, y mucho, de la prostitución.

Cómo en casi todo, se nos transmiten clichés y medias verdades sobre un mundo amargo y terriblemente duro. Tiene una complejidad ya  que hay muchas clases de prostitutas, desde la acompañante de lujo, que gana mucho, a las que deambulan por calles y descampados en desamparo y sujetas a violencias variadas.

Para entender la prostitución, hay que estudiar qué funciones cumple y en qué sociedad se desarrolla. Pienso, como hombre que  una mujer se hace prostituta porque necesita el dinero, porque esta sociedad no le permite encontrar otras formas más saludables de ganarse la vida, o menos oprobiosas, porque como ya hemos dicho, dentro de las páginas de #LaPajarera, no es profesión que elegiríamos para nuestras hijas.

La segunda parte del problema es el cliente. Parece claro que lo que busca es fundamentalmente sentimiento de dominación , sentir que es “hombre”, a veces por complejos de inferioridad, o por una visión del mundo en la que fantasea con ser un predador. Hay mucho de cultural en ese afán de dominio sobre la mujer, una cultura a erradicar, según mi humilde opinión.

Esta parece ser, dicen los que saben del tema, la principal razón del putero, ocasional o esporádico. A veces , el motivo es una especie de ritual “entre hombres” que suele incluir alcohol, celebración, y… casa de putas. Es una forma colectiva de reconocer la hombría y de que la comunidad masculina te reconozca, como uno de los suyos.

Habrá otras tipologías de clientes, todas con sórdidas intenciones , aunque se revistan de un barniz edulcorado.

No voy a describir aquí el día a día de la prostitución. Es difícil de solucionar, es un engranaje más de un mundo de poder, y donde se cosifica a la mujer en los medios y publicidad, y donde se ven continuamente imágenes de la mujer como objeto sexual.

 

Hay que promover valores de solidaridad, de respeto, de empatía. Hay que destruir ese arquetipo de hombre superior haciendo desaparecer esos roles «masculinos» donde parece que el sexo es instrumento de poder.

Mientras no construyamos una sociedad, en la que las personas colaboran, no se explotan, vamos a seguir teniendo este problema.

Mientras tanto, luchar, de verdad, contra la trata. Asegurar unas condiciones de salud y trabajo dignas, promover la cultura y la autogestión de las profesionales.

Y sí, hay prostitución masculina. Pero que merece capítulo

aparte.

Texto: José Luis Lobete Pastor

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