La Terrena Comedia

El mundo pierde su cabeza

entre las pétreas artes del poder. Y del dinero.

No hay dioses que reclamen rezos.

Ni flores.

Ni el perdón para delitos y pecados

inventados por dignatarios y monjes

ociosos, que ahogaron la justicia

después de hacerla oscilar como un junco

entre tempestades… de prevaricación.

Porque el mundo ya no tiene alma.

Ni inteligencia.

Ni normas.

Ni tampoco paraísos.

Se deshizo con bombas de temor…

Nadie ordena.

Nadie ora.

Nadie aguarda.

Nadie. No queda nadie.

Acabaron con todo y con todos.

Hoy, los poderes fácticos, descabezados,

patalean en purgatorios infinitos

con los bolsillos llenos.

Sin embargo queda un personaje completo

mirándolos  sonriente y templado…

No es un demonio.

Ni tampoco es el odio o la justicia.

Es alguien infinitamente peor ─ellos mismos le crearon.

Es el miedo.

©Ángeles Sánchez Gandarillas

Ilustración de Dalí para La Divina Comedia, Los seguidores de Simón.

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