LEÓN FELIPE EN BALMASEDA

Artículo cedido por J. R. Saiz Viadero 
“Este es un gris y adusto pueblo vizcaíno
donde eternamente cae el agua a manta.
Un pueblo que firmes sus muros levanta
sobre el opulento río cristalino.
Las horas que mueren aquí de continuo
el cielo las llora y el río las canta,
y el reloj las cuenta con su lengua santa
que vibra en la torre de San Severino.
Y el agua que llueve y el agua que corre,
a compás del tiempo que mide la torre,
renueva perenne, viejo Balmaseda,
bajo tus neblinas y entre tus peñascos,
la prístina efigie del hombre que aún queda
de la austera estirpe de los rudos vascos”.
916.13
Este es, hoy por hoy, el único testimonio poético conocido consecuencia del paso por Vizcaya de León Felipe, a la sazón farmacéutico Felipe Camino Galicia. Las investigaciones de Manuel Llano Gorostiza recuperaron para la memoria colectiva un trabajo que, en otro caso, se hubiera perdido para siempre sumido en la enorme y oscura laguna que cubre la etapa española del poeta caminante.
Cuando Felipe Camino llega a la villa de Balmaseda (entonces se escribía con V) ha superado ya en su biografía los 32 años y durante los últimos meses ha sufrido un calvario personal que dejará marcada toda su posterior existencia, hasta el punto de convertirle en un personaje completamente distinto del que hasta ese momento ha sido.
«No es difícil imaginar a un maduro León Felipe salido del cuadro de Chicano que, tras el suspiro final de una vieja locomotora, desciende de un antiguo vagón cubierto con sombrero y abrigo negro, y observa, a través de sus anteojos, las riberas encantadas del Cadagua, las montañas doradas por la luz del atardecer y ennegrecidas por el arbolado, las huertas del humilde y esforzado baserritarra y los mimados viñedos».
Balmaseda supone -después de haber sufrido más de un año de cárcel y un ajetreado itinerario, recorriendo los más modestos escenarios de España-, una especie de remanso, la posibilidad de encauzar su vida y, a la vez, paréntesis en el cual se enfrentan las tendencias aún latentes en su interior.
Por un documento privado, suscrito el 31 (sic) de junio de 1916, le encontramos en Balmaseda en esa fecha. En su contenido, entre otras cosas, se acuerda, ante los testigos de la localidad Víctor Agustino y Eduardo Álvarez, lo siguiente: «Don Joaquín Palacios manifiesta ser dueño único de la Farmacia y Laboratorio Químico establecido en esta Villa, calle de Don Pío Bermejillo número once planta baja, cuyo establecimiento con todos sus enseres, medicamentos, muebles y efectos que contiene en sus distintos locales, lo cede en venta a Don Felipe Camino mediante el precio de diez mil pesetas, pagaderas cinco mil el día doce de septiembre y el resto en los plazos y bajo las condiciones que verbalmente convendrán con independencia de este contrato (…) para responder de los cuales presenta como fiador a su hermano político Don Jesús Cadenas, quien, presente al acto, ofrece tal fianza de la que responderá con sus bienes presentes y futuros».
Al día siguiente entra Felipe Camino en posesión de una farmacia cuyo contenido quedó pormenorizado en un inventario levantado al efecto, y en ese mismo instante se dirige el nuevo propietario al Ayuntamiento, mediante instancia suscrita de puño y letra solicitando se realice la inspección reglamentaria, acto formal demorado hasta el 27 de octubre por razones de carácter administrativo.
Un anuncio publicado en el número 3 del periódico mensual «Patria», dirigido por su cuñado, Jesús Cadenas y Cadenas, nos proporciona la certeza que por otros caminos no habíamos podido obtener: el licenciado F. Camino G. de la Rosa -como siempre gustó hacerse llamar- se presentaba en la localidad bizkaina como «sucesor de Joaquín de Palacio», ofreciendo un «servicio permanente» de «farmacia y laboratorio de esterilización» en el bajo del número 11 (actual número 12) de la calle de Don Pío Bermejillo.
¿Por qué elige precisamente esta villa para su reinserción social y profesional? Al salir de la cárcel santanderina, el tronado boticario ha de encontrarse, no solamente con la amarga experiencia de haber vivido, como dirá más adelante, cual preso común, sino también con las consecuencias de sus actos y el rechazo de la mayor parte de sus antiguas amistades, además de la ausencia; de un núcleo familiar que, hasta poco; antes de su desafortunada actuación -«el oscuro trance», según una elíptica expresión acuñada por su biógrafo-, vivía a su cargo.
Su hermana mayor, Consuelo, casada con el oficial de Juzgado de Balmaseda, Jesús Cadenas, vive en Bizkaia desde 1906 en compañía de su marido y de sus hijos Juan, Eduardo, Consuelo, Elena, Tomasa y Cristina, los tres últimos, nacidos en Balmaseda, y residiendo en compañía de sus sirvientas Engracia Urquijo Zorrilla y Felisa Vicente Arroyo en la calle Tendería.
En años anteriores se han acogido a este domicilio sus hermanas Cristina y María, empadronadas en 1910, y parece lógico que sea el mismo matrimonio responsable de encauzar nuevamente las posibilidades del hermano en dificultades. Así, que éste retoma su actividad inicial, regentando una farmacia pero, dadas sus veleidades escénicas, rápidamente participará en las funciones de aficionados que en el pueblo se organizan. Al menos, así nos lo han comunicado quienes en la villa aún lo recuerdan, insistiendo en que, a partir de la estancia de León Felipe, el teatro permaneció como una actividad cultural y recreativa más.
En el archivo municipal de Balmaseda hemos podido localizar algunos expedientes, en los cuales figuran reiteradas solicitudes de Jesús Cadenas, presidente interino del Consejo Local de Exploradores y presidente de la Comisión de Teatro, dirigidas a la Corporación en demanda de un local para poder representar obras escénicas. Incluso se anuncia una función teatral, sin especificar título ni características, para el 29 de septiembre de 1916.
Varias fuentes biográficas nos encauzaron hacia otro suceso en la vida del poeta, ocurrido durante su breve permanencia en Balmaseda (todo indica que su presencia en el pueblo se ciñó a los años 1916 a 1918, ambos incompletos) y que refleja perfectamente la faceta romántica y enamoradiza del todavía boticario en ejercicio. Según Luis Rius, biógrafo oficial de León Felipe, a tales alturas -posiblemente verano de 1918-, la gente del pueblo ya estaba al corriente del pasado de su boticario. Así que, cuando comienza la relación con la jovencísima Irene Lambarri, residente en Perú pero veraneante en la villa, la familia de ésta no vio con buenos ojos unos amoríos que, tarde o temprano, habrían de saldarse con la partida de la muchacha a su domicilio peruano, como efectivamente sucedió. Hubo por medio unas bofetadas, a cargo del tío o del abuelo de Irene, que, al parecer, tuvieron lugar hacia octubre de 1918, precisamente el día anterior a la partida de la joven.
Lo cierto es que, entre los expedientes relacionados con la vida municipal aparece una comunicación escrita de puño y letra por Felipe Camino y dirigida al alcalde constitucional de la villa, en la cual dice: «Pongo en conocimiento de usted que, habiendo enajenado la farmacia de mi propiedad, situada en la calle de Don Pío Bermejillo de esta villa, renuncio al cargo de farmacéutico titular que venía desempeñando. Lo que comunico para su conocimiento y efectos consiguientes. Dios guarde a usted muchos años. Valmaseda, a seis de noviembre de mil novecientos diez y ocho».
En sesión de dos días más tarde, se acordó admitir la mencionada renuncia. Comenzaba nuevamente para el boticario aspirante a poeta un itinerario en busca de su nueva y definitiva personalidad.
Llano Gorostiza finaliza: «mientras liquidaba la farmacia -botamen y específicos pasaron a la de don José Alonso de Celada- León Felipe debió vivir una temporada en Bilbao. Joaquín de Zuazagoitia lo ha recordado en la revista «Clarín Taurino» como asiduo al comercio de objetos de arte y lujo «Fredys», que su hermana regentaba en la calle Comercio. También como contertulio en las oficinas de la editorial «Amigos del País», fundada por Pedro Mourlane Michelena y Rafael Sánchez Mazas, en la calle de Ripa. Zuazagoitia, Mourlane, Sánchez Mazas y el pintor burgalés Javier Cortés, fueron los amigos bilbaínos del ex farmacéutico de Valmaseda que ya tenía casi a punto el manuscrito de «Versos y oraciones del caminante». Creo que fue en las oficinas editoriales de Ripa, en un Bilbao con los barcos casi avecindados entre calles», donde León Felipe dictó el soneto a Valmaseda a Pío Baroja, quien por entonces, preparaba para un libro la editorial Amigos del País, un trabajito sobre «La pintura».
 Texto: José Ramón Saiz Viadero.
Incluido en el libro: Escrito para Bilbao de Ediciones Tantin

Comentarios

Fernando Cadenas

 

Soy sobrino nieto de Leon Felipe. Enhorabuena. Entre tantas inexactitudes como se han escrito sobre la estancia del poeta en Balmaseda, su articulo está muy bien documentado y es fiel a la realidad del tiempo pasado por el poeta en la mencionada villa.
Gracias y un cordial saludo
Fernando Cadenas
Sobre J. Ramón Saiz Viadero 34 artículos
Escritor, historiador, periodista, conferenciante. Especialista en historia de Cantabria y del cine español. Ha sido asesor cultural del Ayuntamiento de Santander, y concejal en las primeras elecciones municipales.

5 comentarios

  1. Las peruanas Irene Lambarri y su hermana María vinieron a pasar unas vacaciones a Balmaseda (Valmaseda) en 1918, a casa del hermano de su padre, su tío Silvestre Lambarri (mi bisabuelo), hombre de carácter fuerte, según se ha contado siempre en mi familia. Cuando este supo que su sobrina Irene, de quien era responsable, se relacionaba con León Felipe, no lo vio con buenos ojos y le dio las bofetadas que se citan en el excelente artículo de Saiz Viadero.

    Un saludo.

    Ignacio Galicia Lambarri «Txipu»

  2. Enhorabuena por el estupendo artículo de Saiz Viadero.
    Aprovechamos la ocasión para comunicar que en Balmaseda se están organizando una serie de actos conmemorativos del centenario de la residencia de León Felipe en nuestra villa (1916-18) y consideramos que esta es una buena oportunidad para, entre otras muchas cosas, reproducir el «Soneto a Valmaseda» tal y como creemos que lo escribió el poeta.
    Vemos que en esta publicación aparece con dos errores que están muy extendidos:
    1. El primer verso, tiene 13 sílabas, en un soneto dodecasílabo (error impensable en el poeta) por lo que debería ser «Es un gris y adusto pueblo vizcaíno» y no «Este es…». Si se suprimiera el hiato de «vizcaíno», quitando la tilde, para que fueran 12 sílabas, además de ser incorrecto se rompería también la rima consonante y el sentido de los hemistiquios que está respetado en los otros 13 versos del soneto.
    2. El quinto verso termina en «de contino» (no «de continuo»), locución adverbial actualmente en desuso que significa, según el diccionario de la RAE, «continuamente».
    Hechas estas correcciones, la rima consonante que utilizó el poeta en los versos 1, 4, 5 y 8 de este soneto de primerísima época (la primera poesía conocida, al menos por nosotros, de León Felipe) sería «vizcaíno» «cristalino», «de contino» y «San Severino».
    Por otra parte intentaremos comunicar los siguientes eventos que se organicen en nuestra villa en homenaje y recuerdo a León Felipe.

    Un afectuoso saludo.

    Grupo Centenario de León Felipe en Balmaseda

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