Madre Partoriscemi. Jean Boucicaut.

De un tiempo a esta parte me siento extrañamente desubicado en la que creí alguna vez casa de mis sueños, como si un presentimiento lento pero seguro fuera mostrándome lo peor de su estucado y el regusto anticuado de sus paisajes de trazo soso, empujándome poco a poco hacia la novedad de una puerta de salida de la que no tenía idea de su existencia, y de ahí a la sabia y también idiota incertidumbre de lo desconocido. La sensación se manifiesta de varios modos y en particular a través de un sonsonete de sonidos que provienen de lo que entiendo como “fuera”, y que ni puedo ni se ni quiero identificar, pero que poseen la cualidad de atraerme y repelerme al mismo tiempo. A los sonidos suceden periodos de desconexión en los que creo estar muy lejos de aquí, en una cámara incomprensiblemente mayor que esta, bañada de una luz lechosa desagradable y donde todo sucede como “desconectado” (no se me ocurre otra palabra, de hecho conozco tan pocas…). Mi habitación de siempre se ve sujeta más a menudo de lo que desearía a una serie de temblores intermitentes que habitualmente me fastidian el almuerzo (aunque realmente nunca dejo de comer a lo largo del día). Me pregunto si la seguridad se puede cambiar por algo mejor o si en la apuesta y el riesgo hay un sentido superior a los demás que justifique cualquier aventura. Y el caso es que cada vez me tienta más acercarme a esa puerta, incluso juguetear con el picaporte, bañado en un purpura suave y húmedo. Aunque aún no se respirar, conozco ya el lenguaje de los suspiros. Aunque aún no se hablar, las palabras se acumulan en mi mente.

“Madre páreme, que ya empiezo a vivir»

Texto: Jean Boicecaut.

Sobre Maria Toca 1548 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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