
Siempre nos han recalcado la ejemplaridad cuando nos quieren demostrar, a las republicanas, la opción monárquica. Una familia exenta de partidismos, por encima de cualquier avatar político que no se deja influir por nada ni por nadie, es –según los monárquicos- la garantía de independencia y solvencia del Estado del que reciben todo: inmunidad, cobertura de todas sus amplias necesidades, seguridad y protección. A cambio, las monarquías nos ofrecen seguridad y ejemplaridad. Ya.
Les hago la introducción para que sepan que me sé la lección, que la mayoría de las republicanas conocemos la supuestas ventajas de la monarquía. Al calor de los aconteceres que desde las aventuras del Duque Empalmado (Urdangarín) y del : “Lo siento mucho no volverá a ocurrir” ese argumento se ha roto en pedazos, en el supuesto que tuviera alguna vez solvencia.
Le ejemplaridad de la monarquía española está en entredicho tres días a la semana y el resto se traman desafueros. Pocos días nos libramos de un sobresalto de esta familia de tahúres que parecen sacados de un guión del mejor Berlanga o de Miguel Gila. Los últimos avatares de la vacunación de las infantas, del Emérito y del señor que pasaba por ahí, el espía del CNI, nos dejan más ojipláticos si cabe.
Alguna voz se ha dejado oír (pocas, muy pocas, hasta Aznar habla de conductas indecorosas…que ya tiene bemoles, el bueno de don José Mari para hablar de indecorosidad) con el argumento de que la vacunación se ha realizado en un país extranjero por lo que no es punible ni ilegal. No, ilegal no es. Arrebatar el pan a un pobre puede que tampoco pero es feo, muy feo. Aprovechar el viaje de las infantas de España, a una dictadura medieval que sirve de refugio al exiliado del fisco don Juan Carlos, para vacunarse cuando el número de dosis es escasa, insuficiente en todo el mundo para la gente que tienen peligro real de contagio, no será algo punible pero es feo de narices. Como lo está siendo cualquiera de los que pisan la fila y se cuelan en este sálvese quien pueda ¿Ejemplaridad?
Los regalos, las dádivas, las ingentes comisiones que le han dado y le dan al viejo real, son a cambio de cosas que ignoramos. Sobrecostes de obras públicas, que pagamos todas, concesiones de obras y gestiones a empresarios poco escrupulosos pero afines al viejo monarca. Todo se regala por mucho. Y ese mucho nos cuesta al pueblo español demasiado.
Ustedes me dirán que el actual monarca no es así. Ya. Que es el único honrado de una familia de ladrones. Ya. Mi pregunta es ¿cómo saberlo? Porque cuando saltó el tema de Urdangarín a la palestra ponían la mano en el fuego por el anterior monarca. Eran cosas de un mal yerno, nos dijeron…Los mismos que ahora quieren limpiar la hornacina donde descansa la honorabilidad del egregio monarca. El de las broncas del uno de Octubre a catalanes. El del gesto adusto y mirada severa. El rey de todas las españolas que nos dice que todas somos iguales ante la ley. El que manda a la infantita a estudiar a internado de élite fuera de nuestras fronteras para que no se roce con la plebe. Esa misma plebe que desahucian, que padece recortes sanitarios, de educación pública y que vive en precariedad.
No, el monarca actual, el genuino Preparao, don Felipe VI, nos miente cuando insiste en su solvencia y honorabilidad porque debajo de su techo se han cocido desmanes sublimes, que van más allá de lo soportable. Y si no sabía nada…casi es peor, porque demuestra una estulticia que le incapacita para encabezar un estado moderno.
Ni ejemplar, ni honorable. La monarquía española, si alguna vez tuvo sentido lo ha perdido hace mucho tiempo. Y no se trata de monarquía o república, se trata de decencia, de pura y genuina vergüenza. No nos sirve. Nos desacredita como país occidental. La opción no es el recambio que se realizó en 2014, en absoluto. La opción es ajustar la Constitución a fin de articular un referéndum donde el pueblo español diga que forma de estado quiere. No hay otra.
María Toca Cañedo©
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