Muertes oportunas.

Cojamos de un brazo a la noticia. Examinémosla durante unos minutos separándola del paisaje,  y luego agreguémosla de golpe a la ristra anterior para comprobar como flota entre estiércol, y cuánto tarda en hundirse. Las evidencias son abrumadoras, las conexiones parecen cristalinas, y unas y otras apestan.

Deducimos pues que detrás de un disparo hay un gatillo y presionando, unos dedos que no corresponden a un pecho atravesado. «No corresponden» tiene sus matices. Puede que sí que haya una coincidencia, pero en cualquier caso motivada, impelida y empujada por grupúsculos, intereses y planificación demasiado intrincada y compleja como para que permita blindar a alguno de sus peones. Seguimos deduciendo, y de esta manera podemos confirmar que este disparo forma parte de una sugerencia brusca de silencio colectivo a través del amedrentamiento. Los resortes que mueven todo ello funcionan en tan altas esferas que da tortícolis mirar, y estamos seguros que el resto de sucesos similares que salpican el calendario, forman parte del plan maestro. Una mafia inextricable lo rodea y enreda todo, y la apariencia civilizada que envuelve nuestra sociedad es lo que entendemos por Matrix. Estas guerras internas y ajustes de cuentas tienen el efecto secundario de asustar al personal que se aferra compulsivamente al Iphone o a la serie de turno, o al fútbol, pues la información es poder, y todo el mundo esta aborregado y lo sabe, y en eso se basa esta trama chapucera que arregla de una forma tan evidente sus asuntos. En la impunidad. Y es así porque ya sabemos que lo sabemos todo.

Y es muy posible que todo sea así como sabemos y decimos, pero…

 

Texto: Jean Boucicaut

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