Presentación del libro: En la guarida de la bestia, de Luis Gonzalo Segura.

Antes de hablar del libro que debo presentar, quisiera decir algo sobre el hombre que tengo a mi lado, Luis Gonzalo Segura. Este mundo confuso donde la verdad y la mentira parecen mezcladas y confundidas se erigen unas cuantas personas cual faro indiviso sobre la sociedad. Son las/os denunciantes de la corrupción. Sin estas personas que abandonaron la tranquila vida para la que se habían preparado y  dieron un paso al frente enfrentándose a tanto la sociedad sería inmovilista y más injusta. Pienso que no son héroes en origen, solo son personas decentes a las que la tiranía de la mentira, de la suciedad y la corrupción  les repele y les revuelve el estómago. Dan un paso al frente, solo uno…y se encuentran con toda la maquinaria del estado, con la inercia cobarde de una sociedad que asiste impávida sin querer percatarse del grito de estas personas. Luego, como en el caso de Luis Gonzalo Segura, siguen por el camino emprendido convirtiéndose en azote de un sistema pérfido. Entonces se convierten en parte importante de esta sociedad, me atrevería a asegurar, que insustituibles. 

El Teniente Segura, es uno de ellos. No es el único. Ha pagado un precio muy duro por sus denuncias. Hace un tiempo le entrevisté para La Pajarera Magazine, https://www.lapajareramagazine.com/corrupcion-en-el-ejercito-espanol-entrevista-a-luis-gonzalez-segura  le escuché hablar aquí mismo y doy fe de la honestidad que trasmite todo él. Podrá equivocarse, cometer errores, como todas…pero sus palabras son tan certeras que se nos clavan en el alma. Tanto como el precio que ha paga por ello. Quiero decirle, en mi nombre, en el de todas ustedes y en el de tantas personas como me lo han trasmitido: gracias. Gracias Luis por no callar, por contarnos los entresijos de esas cloacas. Por dar ese paso que diste hace tiempo, por tu vida en precario desde entonces. Gracias Luis por tu valor, que no es el que infunde el uniforme que en tiempos luciste, sino el que sale del alma libre y de un corazón limpio. Gracias Luis, porque las personas como tú hacen que el mundo avance y sea vivible, aunque no se comprenda, aunque te juzgaron y te juzgan. Las personas  honestas sabemos la verdad y hoy queremos agradecerte a ti y a otros como tú lo que hacéis.

 

El libro que presentamos no solo es un documento descarnado sobre el maltrato a la mujer integrante del ejército español. Creo que este libro es la exacta descripción de un síntoma terrible de un mal mayor. De un cáncer enquistado en nuestra sociedad que tiene mal arreglo: el patriarcado.

A raíz de encomendarme esta presentación he indagado con persona cercanas y afines que tienen relación con mujeres que cumplen su trabajo en las fuerzas armadas o en la policía y guardia civil. He escuchado cosas duras que bien podrían añadirse al libro…Con la voz queda, una amiga cuya hermana es policía nacional me confesaba que todos los compañeros eran machistas. El ambiente en Comisaría era absolutamente machista. Es tratada muchas veces, demasiadas, de forma vejatoriamente machista. Y no es solo en las fuerzas armadas o en las de orden público. No, por desgracia en las empresas, o en cualquier sitio donde la presencia laboral de la mujer existe la respuesta es la misma: hay machismo, hay vejaciones e intentos constantes de humillación.

 

Por eso constato que el libro de Luis es un síntoma de un problema muy profundo. Este libro es un perfecto análisis contabilizando de forma exhaustiva la patología social llamada patriarcado.

La mujer ha sido aceptada en el territorio masculino a regañadientes, porque no quedaba otra que cumplir la ley y no segregar. Porque queda chulo tener a una señora con faldita en la guarnición. Con la boca pequeña y dando a ver a la mínima que no son de los “nuestros”. Me viene a la cabeza la terriblemente real fotografía de la General de Brigada, Patricia Ortega, ninguneada por sus compañeros que hacían comandita dejándola aislada como diciendo ¿quién es esta tipa para andar entre nosotros? Da igual que luzca fajín de general. Es una mujer. Una intrusa.

 

Si hay un estamento que resume y extracta el patriarcado este es el ejército y las fuerzas de orden público. Su propia idiosincrasia es machista y exalta las llamadas “virtudes masculinas castrenses”. Valor, arrojo, gallardía, ardor guerrero, disciplina, fuerza, amor al servicio, patriotismo. Todo ello se ha asimilado culturalmente a una masculinidad, a mi criterio, enferma. Luego veremos que ni tanto valor, ni arrojo ni gallardía y la disciplina cuando conviene, pero eso es lo de menos. En el ejército y en las FOP las premisas son altisonantes exaltadoras del ideario masculinizante. Recuerdo la frase que hondea en los cuarteles de la Guardia Civil: el honor es la principal divisa del Guardia Civil. Así en masculino singular… ¡Cuánto podríamos hablar de ese honor y de las veces que ha flaqueado! Sin ir más lejos cuando saltaban por las ventanas del Parlamento el 24 de Febrero de 1981, de triste recuerdo.

 

La cuña en el zapato que supuso introducir a las mujeres en el ejército no se ha perdonado, quizá por eso Luis Gonzalo Segura ha tenido que escribir este libro. No se ha perdonado y se recuerda a cada momento con vejaciones variadas, impulsos patológicos que llevan a los mandos o a los compañeros a creerse en el derecho de usar el cuerpo femenino, los servicios femeninos como vertedero de sus pulsiones. Porque el patriarcado soporta mal la cuña y se venga haciéndose notar. Vejando sin pausa, recordando quien es el que manda y cómo.

Este libro es necesario porque pone el dedo en la llaga de un problema que es mucho más profundo. Se llama patriarcado;  sus tentáculos avanzan descaradamente hacia la superficie tomando las formas groseras que este libro denuncia, pero no nos engañemos, porque es relativamente fácil conseguir dar un barniz. Con hacer cumplir las leyes, con imponer la disciplina que dicen ejercer, ¿sería suficiente para eliminar estos casos? Fíjense si es  triste que ni son capaces de cumplir con lo que dicen prometer. No son capaces de ser como dicen ser. Por lo tanto, no se engañen,  no sería suficiente hacer cumplir las leyes porque hasta que no erradiquemos  la misma raíz del patriarcado y todas las formas que toma para desarrollarse no se acabarán las vejaciones de los hombres hacia mujeres.

Me atrevería a decir más. Hasta no conseguir una sociedad feminista, igualitaria donde fuera inconcebible el considerar que alguien tiene poder sobre otra persona, no se erradicará la monstruosidad que este libro denuncia.

Voy  a  trascribir un trozo del relato que Seymour Herst hace en su libro recientemente publicado: Reporteros sobre los malos tratos producidos por Richard Nixon a su esposa Pat. La figura de este periodista es gigantesca, les dejo dos ejemplos de su talla: Fue el que sacó a la luz pública la matanza de My Lai y denunció con titulares los abusos y malos tratos del ejercito estadounidense en Abu Graib en Irak. Además de ser compañero de Wooward y Berstein.

https://www.larazon.es/cultura/nixon-el-maltratador-BK23837143

Me llamó alguien relacionado con un hospital cercano en California y me dijo que la esposa de Nixon, Pat, había sido atendida en urgencias pocos días después de la salida del presidente de Washington. Según contó a los médicos, su marido la había golpeado. Puedo decir que la persona que me hablaba manejaba una información muy precisa sobre el alcance de las lesiones y sobre la indignación del facultativo de guardia que la trató. Yo no tenía ni idea de qué hacer con aquella información, si es que debía hacer algo, pero me mantuve fiel a la vieja máxima del City News Bureau: «Si tu madre te dice que te quiere, contrástalo». Yo, a mediados de 1974, ya había llegado a conocer bastante bien a John Ehrlichman, así que le llamé y le expliqué, facilitándole más datos de los que incluyo aquí, lo que le había ocurrido a Pat Nixon en San Clemente. Ehrlichman me asombró respondiéndome que tenía conocimiento de dos incidentes previos en los que Nixon había agredido a su mujer. La primera vez fue diez días después de perder las elecciones a gobernador de California en 1962, momento en que declaró amargamente ante la prensa que aquella era su última contienda electoral y que «Nixon ya no se dejaría apalear más». Una segunda agresión tuvo lugar durante los años de Nixon en la Casa Blanca. Yo no publiqué la noticia en su momento y no recuerdo haber hablado de ella con los redactores de la delegación de Washington. Sí pensé en convertir lo que sabía en una nota al pie de un libro posterior sobre Kissinger, pero finalmente decidí no hacerlo. Abordé el hecho una vez más durante una charla que tuvo lugar en 1998 con colegas periodistas en la Fundación Nieman

El tema que se trataba era el del solapamiento de vida privada y vida pública, y yo expliqué que habría publicado lo de las agresiones si hubieran sido un ejemplo de por qué su vida personal afectaba a sus políticas, pero no había prueba del vínculo. Añadí que no se trataba de un caso en el que Nixon hubiera ido en busca de su mujer con intención de golpearla y, al no encontrarla, hubiera decidido bombardear Camboya. Me sorprendió la indignación que generé en algunas de mis colegas, que me hicieron notar que las agresiones se consideran delito en muchas jurisdicciones y no entendían que no hubiera optado por denunciar un delito. «¿Y si hubiera cometido otro delito?», me preguntaron. « ¿Y si hubiera atracado un banco?» Lo único que pude responder fue que en aquella época, en mi ignorancia, no veía el incidente como un delito. Mi respuesta no resultó satisfactoria. Entonces no comprendía, como sí comprendían las mujeres que me cuestionaban, que lo que Nixon había cometido era un acto delictivo. Yo debería haber informado de lo que sabía en su momento o, si al hacerlo hubiera comprometido a mi fuente, haberme asegurado de que lo hiciera otra persona”.

 

Ese es el problema. Que estamos o están tan cegados por la cultura machista y patriarcal que el maltrato, la vejación continua, el abuso o la violación se considera un problema menor. “Privado” dice Herst, de las palizas que el presidente Nixon propinaba a su esposa. Queda para el ámbito privado el maltrato femenino; no se considera ni delito ni falta. Y ese mal endémico produce muchas muertes, exactamente  1021 desde 2003 en que se comenzó a contabilizar este delito.https://elpais.com/sociedad/2019/02/06/actualidad/1549439631_636546.html

Muertes privadas. Muertes que no son delito para muchos porque son de ámbito doméstico y no deben diferenciarse del resto de la violencia. No deben diferenciarse…con lo que eso supone de minusvaloración del origen del problema. Si es violencia social, ya hay medidas suficientes: la cárcel, las leyes comunes. Si es violencia doméstica se trata como lo que es: violencia  normalizada que es y debe ser juzgada en el ámbito privado.

Y no. El patriarcado no es violencia normal. Es una violencia selectiva y estructurada que ataca a las mujeres por el hecho simple de serlo. Nos matan por ser mujeres, por decir no, por abandonar la sumisión, por levantar la cabeza. Nos matan porque nos rebelamos ante el patriarcado, por eso hay que diferenciar de forma social esta violencia de cualquier otra. Porque es distinta y tiene raíces estructurales profundas, tanto que fíjense bien, ni un reportero como Herst consideraba que pegar hasta lisiar a Pat Nixon,  era delito ni denunciable…Se trataba de  la esfera privada del presidente. Era SU mujer, y por tanto el pegarla hasta mandarla grave al hospital no merecía un titular.

 

Así, amigas, es el patriarcado, imbricado en la sociedad, profundamente enraizado hasta hacerlo invisible, de forma que la propia víctima es la que se ata, en muchas ocasiones, la soga al cuello. Hasta el punto de considerar libre a la prostituta que vende su cuerpo, a la mujer que “elige” gestar por dinero para otros. El patriarcado nos pone una enorme venda en los ojos hasta cegarnos, por eso, cuando alguien como Luis Gonzalo Segura, levanta la alfombra mostrando las miserias de un estamento como el militar, está provocando una erupción importante. Ojalá miembros masculinos de otros colectivos tuvieran el valor de hacer lo que Luis ha hecho, poner un altavoz ante la injusticia y la vejación.

Este libro es un paso de gigante, en pos de la utopía de una sociedad igualitaria. Sabemos que la lucha es larga, fíjense que llevamos casi tres siglos de  pelea por los ideales feministas y aún Luis Gonzalo Segura ha tenido que escribir este libro. Sabemos que queda trecho. Pero estamos convencidas de que no hay retorno ni alternativa, porque nos asiste la verdad, porque cada paso que damos avanzamos y construimos una sociedad más justa. Por ello, reitero mi agradecimiento, como mujer y como feminista, a Luis Gonzalo Segura por este libro y por toda su lucha ejemplar.

Gracias compañero.

 

 María Toca

 

Luis Gonzalo Segura ha creado un teaming de ayuda a personas que denuncian, como hizo él, casos de corrupción quedando en la más absoluta miseria. Queridas lectoras/es pueden entrar y suscribirse, solo aportarán un euro al mes que servirá de mucha ayuda a personas que luchan en la vanguardia contra la corrupción. Gracias. Les dejo el enlace:

Teaming/Proyecto Magenta

Amigos del Teniente Segura.

Sobre Maria Toca 1533 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

Sé el primero en comentar

Deja un comentario