¿Qué les importan los niños?

Recuerdo perfectamente un día caluroso de finales de Junio, estando en Madrid con un grupo de amigos lgtbi viendo el desfile del Orgullo. Comenzaba a bajar la parafernalia de carrozas multicolores con el batiburrillo de músicas que atronaban Gran Vía y el despliegue de color, calor y cuerpos mazados que rompían el atardecer. Apoyada en un árbol, creo recordar las gracias que di a un cielo en el que no creo por haber nacido en esta época. Y sobre todo agradecí que mis hijos hubieran nacido en esta época. Un tiempo en que ser gay, lesbiana, trans o bisexual no fuera condena a maltrato y a oclusión social. Un tiempo en que las mujeres podíamos bailar, reír, caminar de noche, trabajar,  sin menoscabo (menos en casos puntuales, demasiado frecuentes todavía) de nuestra integridad. Tomé cuenta del privilegio social de vivir en libertad, de poder elegir estar donde estaba o sumergirme en una iglesia a rezar y aborrecer el desfile que ante mí se desarrollaba. Una época que me ofrecía elegir ser lo que yo quisiera, con los condicionantes sociales precisos, desgraciadamente, pero con atisbos de autonomía . Y a mis hijos elegir lo que desearan ser.

Sentí emoción por poder transmitirles  el respeto al diferente, a la sociedad multicultural que apuntaba  -principios de los Noventa– donde nadie se escandalizara por ver gente medio desnuda en  la calle, desfilando gozosa al compás de la música haciendo orgullo de la diferencia. Dichosa de poder ofrecer esa sociedad a mis hijos. Eran los Noventa, como digo…

 

No nos engañemos, cuando leemos o escuchamos que a esos cavernícolas les importa la salud moral de los niños, es mentira, de ser así se apostarían con trabucos  a la puerta de las casas de juego que andan merodeando los colegios y los barrios populares. Si de verdad les importara la pureza de la infancia pondrían demandas a los curas pederastas, se personarían como lo hacen los Abogados Cristianos, no contra el desfile del coño insumiso (todos los coños debieran ser insumisos) o contra Skolae sino contra los Legionarios de Cristo Rey, contra esos colegios oscurantistas donde nos sobrevolaban manos impías sobando cuerpos púberes. SI les importara de verdad que la pubertad de los jóvenes fuera impoluta, apuntarían en vez de contra la enseñanza con la munición que lo hacen hacia  los puticlubs y bares de alterne donde se explota a la mujer y se vende carne de hembra al peso.

Allí estarían sus voces de caverna encelada. Pero no.

Ellos andan detrás de otras cosas, porque los curas pederastas son  -como decía un yanqui del general Noriegaes un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”- pues así. Los curas pederastas son “su hijo de puta” los puteros que comercian cuerpo de mujer, son “sus emprendedores hijos de puta”, los que  abren casas de juego en sitios estratégicos son sus “empresarios modélicos hijos de puta…” Porque una cosa es la libre empresa y otra la moral, que en eso andan los chicos del pin muy laxos. Y si lo dudan miren el currículo de Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio. Pocos abundan en tanto delito, ellos: los puros.

Nos encantaría que se desvelaran con la contundencia que acostumbran y dijeran de verdad que es lo que pretenden con el pin. Volver a la caverna del ocultismo donde se perseguía con saña al diferente. Donde el grito de ¡maricón! suponía la persecución, el acoso, la humillación constante. Donde el adjetivo “puta” o “fácil” se colgaba de la chica de turno que vivía con alegría la pubertad, quedando sellada para siempre con el sello de la infamia. Quieren volver a meternos en casa, envueltas en nubes de costura, cocinando,  mientras ellos, los machotes, campan con sus putas y sus meublés que decoran con la discreción de la alta burguesía.

Ellos, tan valientes, disfrazan su retroceso al privilegio de ser machos en toda su extensión, con la perorata de defensa de la inocencia. Insultan a profesores, alumnos, estamentos de la enseñanza pública, con acusaciones de pornografía, con videos escatológicos que a nadie engañan, más que a los perversos enrevesados de mente enferma. Nos gustaría que nos dijeran de verdad que quieren volver a tirar al pilón al afeminado, emplumar a  diferente y señalar con el dedo acusador a la mujer libre.

Porque ni una voz, oigan, ni una se escucha contra las salas de juego (libertad de empresa lo llaman, los liberticidas) ni contra la prostitución, ahora que el feminismo entabla batalla feroz contra esa lacra. Disparan contra nosotras…no contra puteros y proxenetas. Ni una voz…contra ese clero enfermo de castidad retorcida que subyuga a niños/as dejando la impronta del horror durante toda la vida. Ni una voz.

No, ellos apuntan contra la enseñanza. La pública, claro, porque la otra es de ellos. La otra, la de curitas y monjitas (un día me dispararé contando lo vivido en un internado donde pasé dos años de mi vida viendo el comercio de enamoramientos de monjitas por nosotras, niñas de poco más de trece años. Un día…verán) Ni una voz, ni una denuncia contra quienes manosean y subyugan a los niños. No, la culpa la tienen las que decimos que la diversidad sexual es norma. La culpa la tienen las profesoras que enseñan que hombres y mujeres son iguales, con los mismos derechos y no se puede pegar, ni matar mujeres porque es delito de violencia machista. No, ellos quieren que no se diga. Que desaparezcan los delitos de odio al emigrante, al negro, al pobre…porque son los delitos que cometen ellos y les molesta ser juzgados .

Patente de corso para tirar al pilón al maricón. Patente de corso para dar una buena hostia a la mujer para afinarla y que no se ponga brava. Y si llego borracho la violo y punto. No pasa nada.

No quieren que los chicos/as sepan que eso es delito terrible y punible, porque lo consideran normal. Y desean que sus hijos y los hijos de sus hijos prorroguen la contumacia en la supremacía por los siglos de los siglos.

La polémica no está en de quién son los hijos…No, porque es absurda. Hoy en los colegios no se hace nada sin consentimiento de las AMPAS que supervisan ( o debieran) con lupa las actividades lectivas o extraescolares. Jamás se imparten enseñanzas con las que los padres no estén de acuerdo al milímetro. Al revés. Cuantas prevenciones existen para explicar la realidad histórica del siglo XX español, se encuentran aún  en las aulas, tanto como para obviar año tras año la historia de la II República y de la Guerra Civil. Seguimos  encontrando inconvenientes las Asociaciones de Memoria, o de lgtbi, o de feminismo para acercarnos a colegios e institutos para no “molestar” la ideología paterna.

Ellos los quieren blancos, quieren a sus hijos impolutos. Mejor que se formen con la pornografía de internet, que aprendan a ganar dinero en una máquina tragaperras o sexualidad en un prostíbulo. Donde va a parar.

Como ellos, los de la caverna.

María Toca

https://www.eldiario.es/sociedad/Entrevista_0_985852130.html

Sobre Maria Toca 1533 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

3 comentarios

  1. Todo esto es una preocupación por que lxs niñxs reciban una educación que respete los valores cristianos. La religión es algo esencial en las vidas de mucha gente en el mundo, y va a seguir siéndolo.
    Desarrollo una religión nueva, más moderna y basada en la igualdad y la no discriminación en infinito5.home.blog

    • Es que nosotras, feminiateo somos más de abolir las religiones, sabe…O al menos vivirlas cada una como le venga en gana a su propia espiritualidad. De lo que hablamos en el artículo es de comportamientos ético/sociales, de respeto y de libertad. Todo ello, tiene muy poco que ver con las religiones. Pero le deseamos suerte con la suya, a ver si nos redime de locos y tontos. Saludos y gracias por su lectura.

    • Es que nosotras somo más bien de abolir las religiones que suelen ser causa y origen de monstruosidades o de vivirlas en el ámbito privado y espiritual de cada cual. Un saludo y suerte con su nueva religión, querida Feminiateo, a ver si nos redime de locos y tontos. Salud y gracias por su lectura.

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