Se acerca el fin del mundo

Amado mío, de nuevo la muerte vuelve a pisarte los talones, a ahogarte el aliento, a sumirte en un infierno tan dolorosamente terrible que dudo que exista ciencia que me haga volver a creer en esa vida después de la muerte que hace casi, casi 30 años en idénticas circunstancias, me enseñaste a creer.
Tengo el alma en suspenso, los latidos andan como en procesión de Semana Santa, tan en silencio, tan a pasos lentos que a veces no sé si se han dormido en su guardia y me va a tocar velarme a mi misma en este funesto y furibundo viernes negro.
La imagen de los esqueletos negros de todo ese sotobosque que sin querer sirvió y sirve de antorcha para el más cruel de los destinos de cualquier bosque, viene a mi, retorna desde aquel lejano 04 de julio de 1994 y me quiere espoilear qué tal vez el 24 de marzo de 2023 venga a mi cerebro para quedarse.
Y no hacía falta, no hacía puta falta otra fecha más.
Un enorme manto de ceniza blanca cubrió hasta el último poro de mi amada tierra.
Los árboles agonizando frente a nuestros inundados ojos parecían estar preguntándonos una y otra vez porqué, porqué, porqué, sin poder ofrecerle más respuesta que nuestras lágrimas y los puños encogidos apretando hasta doler de impotencia y rabia.
Las libélulas abandonaron el cauce del río, el agua dejó de murmurar.
Luto sin derecho a elección.
Los más ancianos del lugar, negaron la verdad aciaga de esta mierda de animal humano y entre arruga y arruga decidieron asumir que no se podía arreglar lo que nació defectuoso y que mientras siga pisando esta tierra, los mismos ciclos de infiernos tras infiernos se irán sucediendo hasta que de la tierra jamás vuelva a brotar nada más.
Se acerca el fin de mi mundo, poco a poco, a pasos perceptibles solo para aquel que los quiera ver.
Tal vez vuelvan a crecer nuevos bosques, hastiados de tanto volver a empezar, sobre una tierra más pobre, con menos agua, sustento y sedimento para conseguir tener, si quiera, otra enésima oportunidad.
A mi se me acaba la esperanza, la fe atea y las ganas de creer que todo puede volver a empezar, porque el luto de hoy me anuncia que es cuestión de tiempo que toda, toda esta mierda, vuelva a suceder, extinguiendo a las libélulas, ahogando el murmullo del agua, asfixiando mis recuerdos de aquel verde exacto de los bosques de mi amado pueblo.
Valenia Gil.

Sé el primero en comentar

Deja un comentario