Sesión parlamentaria de la vergüenza.

Cuando me enfrento al folio blanco, antes de escribir los artículos, intento ser una persona objetiva exenta de ardores pasionales. Soy consciente de que lo consigo pocas veces…Hoy, me perdonarán ustedes que les confiese de antemano que no será uno de ellos.

Se debatía en el Parlamento cántabro la proposición de derogar la tímida, muy tímida, ley de Memoria Democrática aprobada en la legislatura anterior, cuando gobernaban en coalición Psoe y Prc. El poder ha cambiado de mano, consiguiendo el PP mayoría .

Mayoría simple, fíjense bien. María José Sáenz de Buruaga no necesita tanto los votos de Vox para gobernar y mucho menos aprobar una derogación propuesta por ellos. Yo, ingenua impenitente, pensé que se abstendrían por puro pragmatismo. Una ley poco molesta que basta con dejarla sin presupuesto y vacía de contenido para pasar el trago parlamentario y no destaparse con la afinidad con los voxeros. Ya digo, puro pragmatismo porque soy consciente de que en ese partido la ideología fascista y defensora de las prerrogativas de la dictadura predominan. Lo que ocurre es que el PP tiene nula discrepancia con los ultras en cuestiones ideológicas. Son siameses.

La defensa de la propuesta que hizo la portavoz de Vox, Leticia Díez adolecía de todos los condicionantes de una persona gris, mediocre en grado sumo, desconocedora de la historia más que la que la contaron los voceros del partido esos que defienden las esencias franco/fascistas. A saber: checas en Santander, la República mala malísima porque había desordenes en las calles (¿propiciados por quién señora Díaz? no le contaron que los pistoleros de Falange mataban día sí día no…¿escuchó hablar de Luciano Malumbres?) Lo normal, ya digo de una parlamentaria que al no encontrar acomodo en el PP se derrumbó sobre la ultraderecha, más por falta de intelecto que por convicción. Mediocre y retrograda a partes iguales cuya voz anodina y monocorde despachaba la historia de España como quien desgrana un rosario sin ganas.

Lo que no esperábamos (yo no esperaba, porque mis compañeras de palco, parece que sí) es que la defensa de la derogación presentada por Vox fuera esgrimida por un cavernario diputado del PP que dejó a doña Leticia Díaz en mantillas. Fue el mismo diputado que defendió con ahínco que la ley no saliera. Se desquitó el señor Iñigo Fernández, de la derrota anterior porque se vino arriba desde el primer momento. Corroboró y amplió los argumentos de Leticia Díaz, dando realce y ampuloso texto a su torva intervención. Las gradas de invitados, donde me hallaba, comenzaban a rebullir, a implosionar.  Tras varias amenazas de la presidenta de la Cámara, previendo una expulsión o un infarto, decidí salir al pasillo, desde donde la visión de la bahía y de un paisaje urbano decorado por un día veraniego templaron las pulsaciones que amenazaban perdida de cordura. Allí, contemplando mi ciudad, tan bella, me preguntaba cómo es posible que llegados a 2023 seguimos embarrados en la misma grotesca manipulación histórica. Seguimos sin que esa derecha ultramontana entienda las heridas profundas que padecemos quienes perdimos la guerra. Es más, no ceden en su empeño, perverso empeño, en hacernos más honda la herida  recreándose en el sufrimiento de miles de familias que luchan(mos) desde hace años por dignificar a los nuestros, devolverles su nombre y si es posible, enterrarlos con dignidad o dignificar sus lechos mortuorios.

Para empezar, los señores de la derecha (ultra derecha sin distingos) hablan de la guerra, solo de la guerra y ese es el primer error. Los que reivindicamos Memoria hablamos lo justo de la guerra porque sabemos que la cordura se pierde fácil en cualquier conflicto siendo civil mucho más. Hablamos poco de los bombardeos (lo haremos más, al menos por mi parte, empeño palabra) que  sometían la aviación nazi –Legión Cóndor– a la población civil, siempre en zona obrera porque jamás bombardearon el Paseo de Pereda ni el Sardinero como tampoco el Barrio de Salamanca en Madrid. Sabemos y asumimos la represión que durante los trece meses de guerra en Santander y Cantabria se produjo por elementos criminales como el comisario Neila, casos que fueron condenados y combatidos por las autoridades republicanas. Asumimos el criminal ataque al barco prisión Alfonso Pérez. Lo asumimos y condenamos los hechos con fuerza, lo que ocurre es que  los señores de las bancadas ultras obvian que esa masacre vino antecedida por un criminal bombardeo donde murieron 58 personas, entre ellos niños/as pequeños y que fueron elementos incontrolados los que atacaron el barco.

Durante la guerra y más con la burla y befa que se realizaba desde el bando golpista aventurando que la Quinta Columna campaba en las zonas republicanas, se cometieron desmanes. ¿Quién se lo niega?

Lo que no entienden (o sí, pero su criminal incomprensión les hace decir lo contrario) es que la represión de la postguerra duró cuarenta años donde se siguió asesinando en los cementerios, dando paseos a inocentes enterrándolos en cunetas desconocidas por los criminales que ganaron la guerra y se apostaron a realizar un genocidio sistemático y preconcebido. Que hubo torturas infames y condenas a muerte hasta 1975 cuando el dictador andaba cerca de la muerte. Olvidan que la impunidad ha cubierto con manto de olvido toda la perversa represión que se produjo de forma sistematizada.

La postguerra española estuvo diseñada por las mentes fascistas para conseguir el exterminio de cualquier idea que no respondiera en su totalidad a lo diseñado en la Italia mussoliniana o la Alemania de Hitler. Ese es el relato por el que luchamos denodadamente las personas que dedicamos tiempo y energía a la Memoria. La mayoría de los que reposan en cunetas españolas, asesinados de madrugada con el amparo cobarde de la nocturnidad no lo fueron durante o como consecuencia de ataques de la guerra. Lo fueron durante la represión posterior. Cuando el bando golpista habían ganado y se aprestaron a eliminar cualquier atisbo de personas que creyeran en la democracia, la libertad y no digamos el socialismo o el comunismo. La mera sospecha de disidencia era condena segura.

En mi familia cuento con bastantes represaliados, uno de ellos (pronto contaremos su historia en su totalidad, porque andamos investigando) asesinado en la madrugada del 28 de mayo de 1938 en Derio, Vizcaya. Mi tío abuelo  era el teniente Anastasio Cañedo Mancebo ,  murió sin haber llegado a entrar en combate porque no le dio tiempo. Tenía diecinueve años cuando los criminales le segaron la vida; hacía un año que las tropas italianas y moras habían entrado en Santander. Mi tío fue voluntario a luchar por sus ideas en la Quinta del Biberón, con diecisiete años. Le apresaron en el Escudo…ya digo, sin disparar ni un solo tiro. Era teniente miliciano del Batallón de Infantería Santander 123. Apresado el día de la derrota,  salió de la plaza de toros, estuvo encarcelado en el Dueso y condenado a muerte…Su delito: incitación a la rebelión.

Un teniente del ejército republicano que era el único legal es condenado a muerte por rebelión… Descansa en el cementerio de Vistalegre en Derio, Vizcaya, hemos  conseguida su ubicación después de ardua investigación…

¿Me pueden justificar esa muerte? o la de Matilde Zapata cuyo delito fue ser periodista y luchar por su pueblo,  o Fidelita Díez,  o la de miles, ciento treinta mil, para ser exactos que siguen en zanjas sin nombre.

Pues sí, ellos, los señores del PP y Vox,  unidos en la trama encontraron la forma de realizar la infamia de derogar una ley que busca devolver la paz y el recuerdo a las víctimas cuyas familias hemos tenido que vagar por laberintos de desconocimiento hasta encontrarles. Sobra decirles que las acusaciones de que nos mueve el ¿dinero? que se da a las asociaciones se escucharon en el llamado Parlamento de los/as cántabras.

Les aseguro que torné desolada al palco de invitados del Parlamento. La indignación había dado paso a una profunda tristeza por constatar que en nuestro país sigue habiendo gente anclada en el odio que movió a unos generales golpistas y fascistas a dar un golpe de estado en 1936 y durante más de cuarenta años se aprestaron a la eliminación física del disidente. De cualquier disidente.

Varias veces sorprendimos las torvas miradas de los integrantes de VOX y PP, y el mismo ponente con descaro chulesco, se nos dirigía  con la mirada del rencor, de quien reconoce a  enemigas en las gradas de invitados. Esa mirada nos hizo entender que de haber cuadrado una postguerra y un poder como gozaron sus abuelos habrían hecho lo mismo con nosotras. Sus ojos de odio eran prueba fehaciente de que siguen supurando rencor.

Cuando se nos amonestó, al finalizar la sesión aprobando la derogación de la ley,  una de nosotras no pudo reprimir el grito de “fascistas” Nos levantamos todas y salimos de lo que se da en llamar, la voz del pueblo. Una vez más se consumó una infamia, una vez más se añadió una derrota a las proferidas por los sociópatas. Una palada más de tierra cayó el 25 de septiembre de 2023  sobre las tumbas de nuestra gente.

No pienso olvidar jamás este día. No olvidaré nunca las palabras ni la cara de odio de Iñigo Fernández, socio complaciente de un partido fascista hermano gemelo del suyo.

No tengo ninguna duda de que esa ley, quizá otra mejor, será restituida en el Parlamento de Cantabria, porque la verdad y el progreso solo tienen un camino. En  el fondo, ha sido  bueno conocer la cara del adversario que se ha retratado totalmente, para que cuando hablen de moderación, se vistan ropaje de cándidos liberales,  recordemos las palabras de odio y la derogación de la ley de Memoria Democrática de Cantabria,  que en este días, ambos partidos, PPVOX, derogaron.

María Toca Cañedo©.

A la memoria de Anastasio Cañedo Mancebo y tantos más.

Sobre Maria Toca 1640 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

4 comentarios

  1. Emocionado y contigo, María. Ojalá sea cierto que sea cierto que «la verdad y el progreso» alumbren algún día a quienes gobiernan Cantabria. Empiezan «bien» ¿hasta dónde llegarán?

  2. Es lo que tenemos, siempre es lo mismo, primero lo destrozan, en connivencia con los poderosos y luego cuándo han ahogado cualquier iniciativa, aparecen ellos como salvadores, no nos dejemos engañar; algunos ejemplos notorios:
    – Chile – Pinochet – EEUU
    – República española – Alemania – Italia apoyando a os sublevados y Francia y Reino Unido poniéndose de lado, la URSS ayudó pero no a los niveles de los fascistas.
    – Ponen Paracuellos (condenable al 100% pero realizado por incontrolados) al nivel de la represión franquista (institucional y planificada), cuando la diferencia es abismal.

    • Eso que apuntas es la clave, Patxi, la diferencia entre una represión sistémica y la que producían incontrolados. Negar eso es deleznabla. Y las consecuencias, las víctimas de los desmanes durante la guerra en zona republicana han sido compensados, enterraron a sus vícitmas y recibieron todos los apoyos. Las muertes, las torturas, los crimenes fascistas siguen impunes

Deja un comentario