
El comunicado del tenor español llega justamente ahora…Cuando el Sindicato de Ópera de EEUU ha confirmado que 27 mujeres confirman el acoso al que las sometió Plácido Domingo en el desempeño de su profesión. Ahora. Justito cuando sale el informe y la amenaza de emprender acciones legales contra él y el ejemplo de Weinstein, caminando en taca-taca hacia una sentencia condenatoria y dura asusta a los pervertidos acosadores.
“Entiendo ahora que alguna de esas mujeres pudieran tener miedo para expresarse honestamente porque les preocupaba que sus carreras se vieran afectadas», ha expresado el tenor en un comunicado que ha remitido a Europa Press, en el que también manifiesta que, aunque no fuese su «intención», «nunca nadie debería sentirse de esa forma»
Estas son las palabras que Plácido Domingo, publica el mismo día en que se informa de la investigación realizado por la American Guild of Music Artists. Que mono y que oportuno. Lo llaman ver las barbas del vecino mojadas. Lo llaman cobarde manipulación. No es el arrepentimiento sincero y la aceptación de la pena impuesta, no, se trata de salvar el culo y no afrontar un juicio público como Weinstein.
Imagino que los aplaudidores del divo, que los y las defensoras a ultranza del tenor deberán emitir también un comunicado de perdón a las víctimas de ese baboso que además es un enorme tenor de ópera. Y deberán pedir muchos perdones porque al desfalco personal que sufre la víctima cuando denuncia y hace públicas las vejaciones se suma la burla y la humillación de ver como determinada gente se posiciona a favor de putañero. Sin escucha y sin preguntas. Juzgando doblemente a la víctima con las consabidas cuestiones ¿Por qué no denunció a tiempo? por esto mismo, si en estos tiempos cuando las cosas andan bastante abiertas la vilipendiáis,
El gran periodista Herst, cuenta en su biografía unos hechos presenciados por él cuando Nixon era presidente de EEUU, traigo el texto donde lo cuenta, expresa bien lo que quiero decir:
“Me llamó alguien relacionado con un hospital cercano en California y me dijo que la esposa de Nixon, Pat, había sido atendida en urgencias pocos días después de la salida del presidente de Washington. Según contó a los médicos, su marido la había golpeado. Puedo decir que la persona que me hablaba manejaba una información muy precisa sobre el alcance de las lesiones y sobre la indignación del facultativo de guardia que la trató. Yo no tenía ni idea de qué hacer con aquella información, si es que debía hacer algo, pero me mantuve fiel a la vieja máxima del City News Bureau: «Si tu madre te dice que te quiere, contrástalo». Yo, a mediados de 1974, ya había llegado a conocer bastante bien a John Ehrlichman, así que le llamé y le expliqué, facilitándole más datos de los que incluyo aquí, lo que le había ocurrido a Pat Nixon en San Clemente. Ehrlichman me asombró
El tema que se trataba era el del solapamiento de vida privada y vida pública, y yo expliqué que habría publicado lo de las agresiones si hubieran sido un ejemplo de por qué su vida personal afectaba a sus políticas, pero no había prueba del vínculo. Añadí que no se trataba de un caso en el que Nixon hubiera ido en busca de su mujer con intención de golpearla y, al no encontrarla, hubiera decidido bombardear Camboya. Me sorprendió la indignación que generé en algunas de mis colegas, que me hicieron notar que las agresiones se consideran delito en muchas jurisdicciones y no entendían que no hubiera optado por denunciar un delito. «¿Y si hubiera cometido otro delito?», me preguntaron. « ¿Y si hubiera atracado un banco?» Lo único que pude responder fue que en aquella época, en mi ignorancia, no veía el incidente como un delito. Mi respuesta no resultó satisfactoria. Entonces no comprendía, como sí comprendían las mujeres que me cuestionaban, que lo que Nixon había cometido era un acto delictivo. Yo debería haber informado de lo que sabía en su momento o, si al hacerlo hubiera comprometido a mi fuente, haberme asegurado de que lo hiciera otra persona”.
Con los abusos en el trabajo ocurre lo mismo, son “privados” incluso coreados con risas por los presentes. Jamás se preocuparon del daño infinito que se ocasiona a las víctimas de esos rijosos con poder. Porque no nos engañemos, se trata de poder, se trata de la violencia con que el poderoso trata a la subalterna. Soba, toca, dice cosas inadecuadas, propone sexo…porque puede.
Pues mira, parece ser que van pudiendo menos. Y me alegro. Mucho.
María Toca.
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