
Queda una semana para iniciar el año 2021. Este año, como todos los años, empezara con promesas y sueños. En 2020 ya se rompieron muchos de los que se pidieron en su momento por el coronavirus . ¿Sabéis? Los migrantes también tenemos sueños. Pero seguimos teniendo sueños, sueños que pedimos a todas horas y todos los días. Los sueños que pedimos suelen estar relacionados con nuestra situación personal, social, administrativa y económica como tú. Los inmigrantes sufrimos los mismos problemas que los nacionales pero agravados por ser inmigrantes. Sufrimos racismo, está también aquí en Alemania , en Madrid, en Sevilla, en Europa en Lleida, en Vigo ,y en tu barrio. Porque a pesar de lo que dicen las leyes, no somos iguales ni en Asia, ni en Estados Unidos, tampoco en Europa.
Encontrarse de frente con las costumbres y la cultura de un nuevo país resulta al mismo tiempo estimulante y extraño. Lo es aún más cuando, por circunstancias de la vida, uno deja su hogar y se embarca en busca de nuevas oportunidades lejos de casa, muchas veces por fuerza. Todo un reto.
Algunos inmigrantes no tienen papeles y no encuentran el modo de ser documentados, otros tienen documentación pero no hay manera de que encuentren trabajo decente, porque trabajos indecentes, en estas fechas y por desgracia, los hay; otros piden que algún día haya una ley de homologación de títulos universitarios y profesionales a la altura de los años que vivimos , que evite que un inmigrante con doctorado esté siete días a la semana realizando un trabajo que apenas le da para comer. A Alemania le faltan muchas cosas por cambiar, cosas para todos; seamos inmigrantes o nacionales. La política alemana no está a la altura de los ciudadanos españoles de hoy en día; no responde ni se adapta a nuestras necesidades. No quiero entrar en la situación alemana porque daría mucho de que hablar y me alejaría del objeto del artículo.
Sueños hay muchos. Pero que valgan la pena pocos. La gente suele soñar con ser rica, con tener un cochazo, tener una novia, una casa maravillosa, un trabajo envidiable y hasta no levantarse de la cama a ser posible. Es el ansia de tener siempre más, más y más porque siempre se puede tener más. Como dijo un buen amigo: “vive, deja vivir y ayuda a vivir porque no se necesita mucho para hacerlo”.
Que las vidas de todas las personas valgan lo mismo, con independencia del lugar de nacimiento, el sexo, el color de la piel, la religión que se practique, el tener papeles o no tenerlos. Creemos que que los migrantes nos veremos muy contentos con este sueño porque vivimos en nuestra propia piel la exclusión de este derecho, como tantos hombres y mujeres inmigrantes y refugiados hoy.
Que los inmigrantes queramos integrarnos no debe ser una noticia, porque se debería de suponer y transmitir. No hay nadie que llegue a un sitio en el que no le gustaría vivir cómodamente con sus vecinos y la gente que le rodea. Ser uno más entre tantos otros. Conocer a los demás y darse a conocer. Respetar sus tradiciones y valores y sentir que los demás conocen y respetan los tuyos. Esto es lo que significa integración; dar un poco de todos para conseguir una óptima convivencia (un nosotros) donde todos nos sintamos valorados, (re)conocidos, escuchados y respetados.
«Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas«.
Discurso I have a dream (tengo un sueño) de Martin Luther King.
Activista y uno de los principales líderes del movimiento para la defensa de los derechos humanos.
Feliz Año Nuevo migrantes
Jose Mateos Mariscal
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