Debo reconocer que fui lector de tabloides. Fui. En pretérito perfecto simple. Aunque ahora en España abundan los tabloides más que en los 90 -ABChet, KaOsDiario, La Sinrazón y otros-, ya no los leo. Están impregnados de malaje y mala leche, son pretenciosos, aspiran a crear corrientes de opinión y albergan siniestras intenciones adoctrinadoras. No soy el único lector que rehúye sus dogmas y sus ventas entraron hace tiempo en caída libre. Aun así, sobreviven. ¿Quién apuntala económicamente sus escuálidas finanzas? Misterios insondables. Aunque podríamos hallar alguna pista en la línea política de sus editoriales o en sus repetitivos titulares sobre países caribeños.
El tabloide por excelencia de los 90 era Noticias del Mundo, versión celtíbera del estadounidense Weekly World News, que habitó los quioscos allende los mares hasta el año 2007. Noticias del Mundo era una obra de arte comparado con los tabloides actuales. Publicó históricas exclusivas como “El niño murciélago descubierto en una cueva”, “Hallados los restos del hombre cocodrilo”, “Un pez sodomita siembra la alarma” o “Roldán fue entregado por extraterrestres”. Noticias del Mundo era un tabloide decente al que, por adicción a lo descabellado o por puro romanticismo, solo financiábamos sus lectores.
En agosto de 2013 Noticias del Mundo tuvo un regreso efímero, solo para coleccionistas. Publicaba en portada una gran exclusiva mundial: “Rajoy pide el rescate a los extraterrestres” y otros insólitos titulares como “El pueblo donde todos tienen la misma cara que Urdangarín” o “El niño murciélago visto en el Primavera Sound”. Qué grande era Noticias del Mundo. Prensa de verdad, titulares con solera, asombrosas exclusivas que solo pretendían distraer, alentar la imaginación o arrancar una sonrisa. Los tabloides actuales carecen de magia y sus redactores del más mínimo disimulo o talento, solo contienen medias verdades barnizadas de medias mentiras, palabrería barata escrita con mala leche. Son herramientas perfectas de crear odio, racismo, homofobia, división…
Cuánto añoro a mis tabloides de toda la vida, a la mujer ratón que sabía hacer bacalao al pil pil, al hijo secreto de Elvis que vivía en Murcia, a la mujer de cuatro piernas que se casó en Brasil con el navarro Felipe Zuriaga o a la mujer cuyo esposo se reencarnó en conejo. ¡Ay, aquellos tabloides! ¡Aquellos periodistas! Solo aspiraban a contar fábulas dignas, no a confundir al mundo ni a convertir infamias en doctrinas políticas.
José Antonio Illanes.
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