
Llevo trabajando unos 3 meses en un programa de formación para personas en situación de exclusión social. He estudiado ese concepto como algo fenomenológico durante toda mi carrera. Lo he escuchado en entornos institucionales que se dedican a ello y he trabajado directa o indirectamente con esas administraciones durante ya unos años. He leído sobre ese término y he estudiado todo aquello relativo a los procesos de exclusión y sin negarlo, porque es evidente, cuestiono -como poco- esa realidad como un fenómeno que lo que provoca sea eso.
Digo que es evidente porque cuando hablamos de personas en riesgo de exclusión o de personas excluidas, en realidad, eufemísticamente hablamos de personas que son casi pobres o del todo. Lo que me pregunto es si realmente esos pobres están excluidos o son la confirmación de todo lo contrario.
Si entendemos que vivimos en una sociedad de capital, en la que todo se construye alrededor de esa idea, partiendo de la base de que la economía de un país se premia si crece y crece porque sí y sin mesura, aquellos individuos que no participen en ese crecimiento, simplemente los consideramos excluidos.
Son personas, que dentro de las dinámicas del dinero, están fuera porque no les pertenece. Tenemos una imagen muy torticera de lo que es un pobre y un concepto muy limitado a lo exclusivamente económico. Porque pobrezas hay de muchas clases: académica, cultural, de horizontes… sin embargo, de partida, la pobreza es económica.
Sin embargo la riqueza y la pobreza son lo mismo. Son dos incógnitas de una misma ecuación y aquí sí importa el orden de los factores. Obviar que vivimos en una sociedad de capital es obviar un gran grueso de cómo se construye la hegemonía económica y cómo opera.
Todos esos programas se desarrollan en un contexto del “bien”, porque hay pobres y eso está “mal”. Por ende, debemos sacarlos de la pobreza, porque ellos solos, pobres diablos, no han sido capaces. No negaré que haya grupos sociales que presenten muchas limitaciones, especialmente en el ámbito cultural y académico, pero muchos jugadores de fútbol también (por poner un ejemplo) y son multimillonarios o políticos muy conocidos, incluso personajes públicos que toman decisiones muy relevantes que ante su inteligencia suprema se inventan currículos sin miramientos.
Lo que quiero decir es que la incultura o la ignorancia no es patrimonio de los pobres, ni muchísimo menos. En cualquier caso, un gran abogado, el mejor que os podáis imaginar, sabe de eso y probablemente de nada más. Preguntadle, no sé… sobre biología, sobre arquitectura. Sabrá lo mismo que el resto, tendrá nociones. Así que en realidad yo entiendo que todo el mundo tiene vacíos de conocimiento enormes sobre muchas materias y no pasa nada. Pasa, cuando atribuimos ese rasgo a un grupo social, si lo pensáis simplemente porque sí.
Entonces si no hay déficits muy evidentes en conocimiento académico o los mismos que podría tener cualquier persona ¿por qué se hacen esos programas de formación? Pues se hacen porque parten de una premisa equivocada y de un silogismo falso. Pobre=ignorante. O si nos ponemos en la parte más cruda y perversa, porque de algún modo el propio sistema debe justificarse.
Mucha gente dice que los estados capitalistas son los que funcionan mejor y eso solamente lo dicen porque no viven en uno. Capitalismo es EEUU y ya sabéis lo que ocurre con la salud. Si eres pobre, vas a morir, porque si te detectan un cáncer, prepara el bolsillo. A todo esto que sobrevivas y no te lleves por delante a toda tu familia endeudándose de por vida.
No es de extrañar que el perfil de pobreza sea el de mujer sola con hijos y ya ni te cuento si es migrante. Con el tiempo te das cuenta de que no es una cuestión de méritos o de mala suerte, con el tiempo te das cuenta de que es todo un conglomerado de engranajes que funcionan con un único objetivo, desarrollar las clases sociales explotables y seleccionarlas para que trabajen en régimen de explotación o sino que cobren la renta mínima, hagan un curso y después los sustituyan, con la falsa idea de que irán subiendo escalones en este darwinismo capitalista.
Y le sumamos esa premisa colonial tan típica de España y que arrasa en Occidente: Externalizar la pobreza. La teoría es la siguiente. Si Amancio Ortega puede producir barato en Tailandia, después pone las tiendas en España, da trabajo y productos baratos, por tanto, hay trabajo y consumo. Lo de que haya trabajadoras en régimen de esclavitud en Tailandia, pues bueno, un detallito.
Esto es lo mismo. Todos hablamos de lo malísimo que es Amancio Ortega, pero nadie habla del funcionamiento del capital, del discurso neoliberal, de personajes como Freidman o de las políticas fiscales vomitivas del estado español y de la mayoría de países de la Unión Europea, que permiten barbaridades en contra de los derechos, ya no solo laborales, sino humanos. Tampoco hablan de organizaciones mundiales que controlan las rentas de capital y las operaciones bancarias más multimillonarias que os podáis imaginar, que no ha votado nadie y que tienen una influencia directa sobre el déficit. Organismos como el FMI, que antes eran consultivos, ahora marcan por imperativo el techo de déficit que define por scala naturae descendente el presupuesto de los servicios sociales de tu municipio.
El capitalismo es antidemocrático por naturaleza y opera de forma caníbal, parasitando instituciones estatales, extra estatales para instalar sus políticas económicas y consumiendo lentamente de la manera más cruel y genocida pueblos enteros.
¿Excluidos? Muy bien incluidos.
Antoni Miralles Alemany
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