Apetencias, necesidades, deseos, derechos.

Hola amiga, hola amigo.
Esperar que en cuanto sales de casa se cumplan tus deseos como reyezuelo o reina medieval es una entelequia egoica.
Tener la expectativa de un café con leche ecológica de almendras en medio de un pueblo de Polonia porque así lo disfruto en mi casa es una idea acomodaticia tan desnortada como la de los exploradores colonizadores de África que vestían ropa invernal en la Uganda húmeda y calurosa porque en tal ciudad inglesa de origen era la estación correspondiente y el té se tomaba en una vajilla de Limoges.
Como si viajar fuera salir del salón dos pasos y replicar las comodidades.
Observo cada vez más en mi día a día comportamientos humanos de una exigencia fuera de lugar, de un egocentrismo ombliguista en el que MIS necesidades son el centro del mundo.
Mis, mis, mis me lleva a pensar en dónde hemos dejado la inteligencia de adaptación al medio y la mirada al entorno, al de enfrente, a lo grupal y comunitario.
La confusión entre apetencias, anhelos, necesidades, deseos y derechos es promovida por todos los dispositivos sociales y esto provoca que si el desayuno no es de tu gusto, si el restaurante de turno no tiene la comida que tú habitualmente tomas o que el otro o la otra no accione como una espera y te infle la importancia personal suponga una tragedia.
Adaptarse en muchos momentos favorece las relaciones, especialmente las internas, esas de ir a favor y ser más pluma que roca.
No, la roca no se puede romper porque no haya leche de soja en un bar o no se contemple exactamente lo que te hace falta en ese preciso instante.
Buen día, otro día.
María Sabroso.
Sobre María Sabroso 125 artículos
Sexologa, psicoterapeuta Terapeuta en Esapacio Karezza. Escritora

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